Desde el año pasado cada 12 de julio se celebra el Día Internacional de la Lucha contra las Tormentas de Arena y Polvo 2024 con la finalidad de informar sobre los riesgos de estos fenómenos meteorológicos, así como fomentar su prevención y mitigar sus efectos.
- Un desafío para el desarrollo sostenible y la consecución de los ODS
- ¿Cómo se forman las tormentas de arena y polvo?
- Entre una y tres gigatoneladas de emisiones de polvo al año
- Sirocco, Haboob, polvo amarillo o harmattan
- Compendio sobre las tormentas de arena y polvo
- Pueden causar daños en cultivos, animales y en la salud humana
- Restauración de tierras, vigilancia y colaboración
El 8 de junio de 2023 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución A/RES/77/294 para decretar el día 12 de Julio como el Día Internacional de la Lucha contra las Tormentas de Arena y Polvo. La efeméride cuenta con el apoyo y la cooperación regional e internacional de los países miembros con el objetivo de crear conciencia y propiciar la necesidad de cooperación global para gestionar y mitigar los efectos de estos fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes.
Un desafío para el desarrollo sostenible y la consecución de los ODS
Las tormentas de arena y polvo son un reto para el desarrollo sostenible, ya que afectan negativamente al medio ambiente, la salud, la agricultura, los medios de vida y la economía. Además, contribuyen al calentamiento global y a la contaminación del aire. Las tormentas de arena y polvo impactan en todas las regiones del mundo y dificultan el cumplimiento de once de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente los relacionados con el hambre, la salud, el agua, el trabajo, las ciudades, el clima y los ecosistemas. El 25% de las emisiones de polvo son de origen humano y pueden causar tormentas en otras zonas. Sin embargo, también se pueden reducir con la acción humana.
¿Cómo se forman las tormentas de arena y polvo?
Las tormentas de arena y polvo son fenómenos meteorológicos que ocurren cuando el viento fuerte levanta partículas de arena, polvo u otros materiales en la superficie terrestre y las transporta a través del aire, formando nubes densas. Se trata de fenómenos comunes en áreas áridas y semiáridas de la tierra. Por lo general, se producen debido a tormentas o cambios bruscos de presión asociados a ciclones, lo que resulta en un aumento de la velocidad del viento en una amplia región. Estos vientos intensos levantan grandes cantidades de arena y polvo de suelos desprovistos de vegetación y secos, transportándolos a distancias de miles de kilómetros. Las tormentas de arena y polvo pueden alcanzar alturas que van desde unos pocos metros hasta varios kilómetros sobre la superficie terrestre. La velocidad del viento durante estas tormentas puede ser significativa, pero son necesarios vientos de al menos 20 km/h para que se produzca una tormenta de arena. También pueden cubrir distancias variables, desde unas pocas decenas de metros hasta cientos o miles de kilómetros, y las más intensas pueden viajar largas distancias impulsadas por vientos fuertes.
Entre una y tres gigatoneladas de emisiones de polvo al año
Se estima que alrededor del 40 % de los aerosoles presentes en la troposfera, la capa inferior de la atmósfera terrestre, consisten en partículas de polvo generadas por la erosión eólica. Aproximadamente dos millones de toneladas de arena en polvo penetran en la atmósfera anualmente.
Las principales fuentes de estos minerales en polvo son las áreas áridas del norte de África, la península arábiga, Asia central y China. Aunque en menor medida, Australia, Estados Unidos y Sudáfrica también son fuentes importantes. Las estimaciones globales de emisiones de polvo, basadas principalmente en modelos de simulación, varían entre una y tres gigatoneladas por año.
Sirocco, Haboob, polvo amarillo o harmattan
Las tormentas de arena y polvo reciben muchos nombres dependiendo del lugar, entre otros, sirocco, haboob, polvo amarillo, tormentas blancas o harmattan.
En los últimos años, ha habido un notable aumento en la frecuencia de las tormentas de arena y polvo en varias regiones. Este incremento se atribuye al cambio climático causado por la actividad humana, así como a la desertificación, la degradación de las tierras y la sequía. Aunque estas tormentas pueden tener beneficios al fertilizar los ecosistemas terrestres y marinos, también conllevan diversos peligros para la salud humana, los medios de subsistencia y el medio ambiente. Estos efectos se observan tanto en las regiones áridas donde se originan las tormentas, como en áreas remotas afectadas directa o indirectamente por la deposición de polvo en la superficie. Los desafíos asociados a las tormentas de arena y polvo representan un importante obstáculo para lograr el desarrollo sostenible.
Compendio sobre las tormentas de arena y polvo
En 2022 se puso en marcha el Compendio sobre las Tormentas de Arena y Polvo a iniciativa de la Convención de la Lucha contra la desertificación de las Naciones Unidas. Este compendio es el resumen publicado más completo hasta la fecha sobre tormentas de arena y polvo e incorpora los conocimientos más avanzados sobre este tipo de fenómenos. Destaca en particular los esfuerzos internacionales recientes para mejorar la capacidad de manejo de estos eventos por parte de los países afectados. El compendio ofrece directrices, herramientas y métodos para apoyar en la monitorización, pronóstico, alerta temprana y afrontamiento de las tormentas de arena y polvo; también aborda cómo mitigar sus efectos, manejar la vulnerabilidad, aumentar la resiliencia y disminuir las fuentes emisoras.
Se señala en el compendio que las tormentas de arena y polvo no son un fenómeno moderno, sino que han existido durante mucho tiempo en algunas regiones del planeta. Aunque generalmente se forman en zonas de baja latitud con condiciones áridas o semiáridas y escasa vegetación, también pueden producirse en otros ambientes como áreas agrícolas y zonas húmedas de altas latitudes bajo determinadas circunstancias meteorológicas y de viento.
Pueden causar daños en cultivos, animales y en la salud humana
Las tormentas de arena y polvo, aunque no suelen causar daños físicos graves o catastróficos, pueden tener efectos acumulativos significativos. En las áreas donde se originan, estos fenómenos pueden ocasionar daños a los cultivos, afectar al ganado y erosionar la capa superficial del suelo. En las áreas donde se deposita el polvo atmosférico, especialmente cuando se combina con la contaminación industrial local, puede contribuir al empeoramiento de problemas de salud como enfermedades respiratorias. Además, la baja visibilidad y los fallos mecánicos causados por el polvo pueden interrumpir las comunicaciones, la producción de energía, el transporte y las cadenas de suministro. Es importante tener en cuenta que, aunque los daños individuales pueden no ser severos, la acumulación de estos efectos puede tener un impacto significativo en las comunidades y las economías afectadas.
Restauración de tierras, vigilancia y colaboración
La respuesta a estos fenómenos requiere un enfoque integral que aborde la mitigación de los efectos de la erosión eólica y promueva la colaboración entre diversas partes interesadas lo que implica políticas y planificaciones que reduzcan la vulnerabilidad de la sociedad y la concienciación.
La mitigación de fuentes es fundamental para gestionar los riesgos. La restauración de tierras, mediante buenas prácticas de gestión del suelo y el agua, puede reducir la extensión y vulnerabilidad de las zonas de emisión, así como la intensidad de las tormentas. Estas técnicas también contribuyen a la seguridad alimentaria, mitigación de la pobreza y otros objetivos de desarrollo sostenible.
Un sistema de alerta temprana y vigilancia efectivo debe involucrar a todas las partes interesadas y proporcionar alertas oportunas y específicas, basadas en la vigilancia, previsión y conocimientos actualizados de riesgos. La preparación y mitigación de los efectos son clave para reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia frente a las tormentas de arena y polvo.
Estas acciones contribuyen a gestionar los efectos y proteger la sociedad de los riesgos asociados a este fenómeno.
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