El 17 de junio del 2024 celebramos el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía para generar conciencia sobre la importancia de encontrar soluciones a este problema creciente en el mundo que afecta a la humanidad y al planeta. Este año 2024 coincide con el 30 aniversario de la CNUL y el lema elegido es Unidos por la tierra: Nuestro legado y nuestro futuro.
La desertificación y la sequía son identificadas como grandes desafíos para el desarrollo sostenible. El Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de preservar los recursos hídricos y tomar acciones para combatir estos problemas que afectan a nuestra sociedad global.
Orígenes de la celebración
La desertificación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, se identificaron como los mayores desafíos para el desarrollo sostenible durante la Cumbre de la Tierra de Río de 1992. Fue dos años más tarde, en 1994, cuando se estableció la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (CNULD-UNCCD) y se designó el 17 de junio como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.
En 2007, se declaró el Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos y la lucha contra la Desertificación 2010-2020, con el objetivo de abordar la degradación de la tierra. Las partes de la CNULD trabajan juntas para mantener y restaurar la productividad de la tierra y el suelo, y para mitigar los efectos de la sequía en las zonas áridas y vulnerables. Desde 2017, esta entidad ha apoyado a numerosos países propensos a la sequía en el desarrollo de planes de acción nacionales para reducir los desastres causados por este fenómeno.
La tierra, nuestro recurso más preciado
Este año, el Día de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía tiene como tema Unidos por la tierra: Nuestro legado y nuestro futuro, destacando la importancia de cuidar la tierra, nuestro recurso más valioso, para asegurar la estabilidad y prosperidad de miles de millones de personas en todo el mundo.
La celebración de este año es organizada por el Gobierno de Alemania, firmante de la convención y uno de sus defensores más comprometidos. Coincidiendo con el 30 aniversario de la CNULD, es un momento clave para concienciar y movilizar a todos los sectores de la sociedad en apoyo de la gestión sostenible de la tierra. Los participantes y promotores del cambio se reúnen en Bonn (Alemania) para dar ejemplo y destacar iniciativas que aseguren una tierra saludable para las generaciones presentes y futuras. En su página web se puede consultar el programa de actividades para este año.
Hasta el 40% de las zonas terrestres del planeta están degradadas
Cada segundo, un área de tierra sana del tamaño de cuatro campos de fútbol se degrada, sumando 100 millones de hectáreas al año, una extensión comparable a la de Egipto.
Cada dólar invertido en la recuperación de tierras puede generar hasta 30 dólares en beneficios. En muchos países afectados por la desertificación, la degradación del suelo y la sequía, la agricultura constituye una parte esencial de la economía.
Involucrar a las generaciones presentes y futuras es más crucial que nunca para detener y revertir estas preocupantes tendencias y cumplir con los compromisos globales de restaurar 1.000 millones de hectáreas de tierras degradadas para el año 2030.
2.700 millones de afectados y casi 12 millones de vidas
La desertificación se caracteriza por la degradación de las tierras en zonas secas, y sus consecuencias abarcan aspectos económicos, sociales y ambientales significativos. Entre estos impactos se encuentran la disminución de la productividad del suelo, el aumento del despoblamiento en áreas rurales y la pérdida de biodiversidad. Las causas de la desertificación son diversas, pero el cambio climático y la explotación insostenible de los recursos naturales son los principales impulsores.
Las sequías han afectado a una gran cantidad de personas en todo el mundo, con aproximadamente 2.700 millones de personas afectadas desde inicios del siglo XX. Además, estas sequías han provocado la lamentable pérdida de 11,7 millones de vidas. A lo largo de la historia, la desertificación ha sido un factor crucial en la caída de grandes imperios y en el desplazamiento de comunidades locales.
Sin embargo, en la actualidad, se estima que la tasa de degradación de las tierras cultivables está aumentando a un ritmo entre 30 y 35 veces mayor que en el pasado. Las proyecciones científicas actuales sugieren que estos eventos climáticos extremos seguirán en aumento, y para el año 2050 podrían afectar a más del 75% de la población mundial.
La subsistencia de aproximadamente 2.000 millones de personas depende de los ecosistemas de las zonas secas, y el 90 % de ellas vive en países en desarrollo. La sobreexplotación de la ganadería y la agricultura en muchos países subdesarrollados genera la necesidad de utilizar las tierras de las zonas secas. Esto propicia un ciclo descendente en estas tierras de baja productividad, agotando los nutrientes del suelo y los acuíferos subterráneos. En los próximos años, se espera que millones de personas se vean desplazadas debido a la desertificación.
El 74 % del territorio español sufre riesgo de desertificación
España no escapa a esta realidad que afecta a muchos países en el mundo. Tanto las sequías como la desertificación tienen un impacto significativo en España, donde el 74 % del territorio está en riesgo de sufrir desertificación.
Las regiones más áridas de nuestro país, como el sureste de la Península Ibérica y las zonas orientales de Canarias, así como en menor medida el Valle del Ebro y algunas áreas de la meseta sur, podrían expandirse hacia otras regiones. Espacios naturales como la Ribera de Navarra, las áreas del Parque Regional del sureste de la Comunidad de Madrid, la isla de Menorca, la zona de especial conservación de El Piélago, o el clima de la micro reserva del Salar de Agramón en Albacete, experimentarán un aumento promedio de 1.5ºC y una disminución de las precipitaciones de hasta el 14% para el año 2065.
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