Frente unido de los siete países más industrializados del planeta en favor del medio ambiente. Los líderes del G-7, organismo compuesto por Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá, reunidos esta semana en el palacio de Elmau (Alemania), se han comprometido a dar un paso en favor de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, a pesar de las reticencias de Japón y Canadá, en un gesto que puede resultar significativo de cara a la Cumbre del Clima de París de diciembre, de donde debe salir el acuerdo vinculante que sustituya al Protocolo de Kioto.
Según el comunicado final del encuentro, el G-7 ha acordado trabajar para que el calentamiento global no supere a finales de siglo los dos grados centígrados en relación a los valores de la era preindustrial. Y apoya que el acuerdo mundial para ello que debe aprobarse en París a finales de año sea vinculante. Se trata de una declaración de buenas intenciones que recoge por fin las preocupaciones de la comunidad científica internacional, que lleva años defendiendo que si el aumento de la temperatura global supera este nivel, el planeta se expone a una catástrofe climática.
Las siete potencias asumen el objetivo de recortes de entre el 40 y el 70% en 2050
Los líderes del Grupo de los Siete apoyan igualmente, aunque sin detallar cifras ni qué medidas tomarán para ello, erradicar el uso de los combustibles fósiles en este siglo y, como reclaman los expertos y ha recogido la ONU, reducir para 2050 las emisiones de gases de efecto invernadero globales entre un 40% y un 70% (respecto a las de 2010) situándose en la parte alta de la horquilla, para lo cual deberán aplicar serios recortes en sus países.
Actualmente, y pese a sus declaraciones favorables a ellas, la mayoría de los miembros de la comunidad internacional evitan apostar firmemente por las energías renovables y la eficiencia energética. Algunos, incluso, como España, reman a contracorriente del progreso aprobando impuestos al sol o como el que gravará las baterías de acumulación, como la diseñada recientemente por la compañía estadounidense Tesla.
La transición hacia un modelo libre de combustión de carbón, gas y petróleo requiere de grandes inversiones. Por ello, la reunión de los líderes internacionales también ha acordado impulsar el Fondo Verde del Clima, un instrumento creado en 2009 y que debe tener una dotación anual de 100.000 millones de dólares (unos 89.000 millones de euros) a partir de 2020 para ayudar económicamente a los países en desarrollo, los más vulnerables ante los efectos del cambio climático. Un cheque de los ricos, responsables de casi el 80% de las emisiones de gases invernadero, hacia los pobres, para que éstos no las realicen.
Sin acuerdo para el borrador de la COP 21
En esta línea, el G-7 declara su intención de crear un seguro contra riesgos climáticos y desarrollar sistemas de alerta para atender a unos 400 millones de personas, las más expuestas a sufrir catástrofes naturales. La ayuda financiera se buscará en el sector privado y en bancos multilaterales, se afirma en el comunicado.
Para la ONG Oxfam, no son más que vagas promesas. "Los países en desarrollo necesitan un plan financiero creíble, no una serie de trucos contables", afirma Tim Gore, experto en cambio climático de la organización. "En la actualidad, los países ricos proporcionan sólo el 2% de los recursos que los países pobres necesitan para adaptarse a un clima cambiante”, añade.
A pesar de la decepción por el modelo de financiación de medidas ambientales, algunos expertos y organizaciones ecologistas como Greenpeace, han acogido positivamente el paso dado por los siete países más industrializados, si bien piden más esfuerzos.
Los líderes occidentales instan a China, Rusia e India a sumarse al consenso
Los líderes del G-7 instan a sumarse al objetivo de frenar el cambio climático a todos los países miembros de la ONU porque de lo contrario no se pondrá remedio a un problema que amenaza a toda una civilización. La pelota está ahora en el tejado de China, país que emite casi un 30% de todas las emisiones mundiales, así como de India y Rusia. Y sirve para sembrar la confianza en los países en vías de desarrollo de cara a las negociaciones sobre el clima en París.
Porque el mensaje de liderazgo llega expresamente en un año de vital importancia para el planeta. A finales de 2015 se celebrará la Cumbre del Clima 2015, la denominada COP 21, en donde se espera que se apruebe un acuerdo que sustituya al ya caduco Protocolo de Kioto a partir de 2020. En este sentido, el G-7 se ha mostrado convencido de que de la capital francesa saldrá un protocolo aplicable a todos los países, vinculante, “ambicioso” y “sólido”.
De momento, la Convención Marco sobre el Cambio Climático de la ONU, que prepara la reunión de París, cerró ayer su serie de sesiones en Bonn (Alemania) sin haber conseguido redactar el borrador que servirá de documento base para la reunión del COP21. El organismo se volverá a reunir del 31 de agosto al 4 de septiembre en busca del difícil consenso.
El mensaje de los Siete debería servir de impulso al esperado acuerdo de diciembre. "No queremos que los compromisos asumidos en Elmau acaben siendo mera palabrería, sino que se cumplan en París”, valoró el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Los ciudadanos del mundo, también. Casi el 80% están preocupados por el cambio climático y el 67% reclama un acuerdo internacional vinculante para disminuir las emisiones de gases invernadero, según una encuesta mundial realizada por la World Wide Views Alliance con apoyo de Francia y de la ONU. Llega el momento de los hechos, que valen más que mil palabras.