Las emisiones de gases de efecto invernadero de Brasil han aumentado un 9,6% en 2019, durante el primer año del gobierno del actual presidente, Jair Bolsonaro, según los datos del Sistema de Estimación de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (SEEG, por sus siglas en inglés) publicados este viernes por el Observatorio del Clima. Este último año, Brasil ha liberado 2.170 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, en comparación con los 1.980 millones de toneladas en 2018.
Estos datos, según revela el Observatorio del Clima, consolidan la tendencia al alza de la reducción de emisiones de Brasil, constatado entre 2004 y 2010, y sugiere que es poco probable que el país cumpla con los objetivos de la Política Nacional sobre el Cambio Climático. Además, estas emisiones de 2019 colocan a Brasil como el sexto lugar del mundo más contaminante.
El sexto país más contaminante
"Estamos en un camino peligroso. Desde 2010, año en que la ley nacional sobre el clima fue aprobada, el país ha aumentado en un 28% la cantidad de gases de efecto invernadero que se liberan cada año, en lugar de reducirlo. Al ritmo que va ahora, y en base a que las cifras no pueden cumplir con el objetivo de 2020, también nos alejamos más del objetivo de 2025", ha lamentado el coordinador del SEEG, Tasso Azevedo.
El Observatorio del Clima insiste en que estos datos se deben al crecimiento impulsado por la deforestación del Amazonas. La deforestación ha representado el 44% de las emisiones del país en 2019, además, las emisiones del uso de la tierra han crecido un 64% en Brasil, a pesar de que la ley establece como objetivo reducir la tala de árboles en un 80% en 2020.
Tras la deforestación, el sector de la agricultura es el segundo que más contamina, según los datos del observatorio, con 598,7 millones de toneladas de CO2 en 2019, lo que ha supuesto un crecimiento del 1% en relación con los 592,3 millones de toneladas registradas en 2018.
Esto significa, para el Observatorio del Clima, que después de diez años de política climática en Brasil, este país todavía tiene la misma curva de emisiones que antes de que se adoptara una postura contraria al cambio climático.