Galicia es un territorio con un paisaje singular, rico y heterogéneo, extremadamente diverso por la confluencia del clima atlántico y mediterráneo, la extensión y variedad de formas en su costa, y su situación en un espacio periférico dentro de una península. Está marcada por una orografía irregular, surcada por una extensa red hidrográfica, con sierras de altitud media alternando con valles y depresiones interiores, que contrastan con una extensa línea de costa accidentada.
Estas características definen el paisaje agrario gallego tradicional, que es esencialmente minifundista, de cultivos diversos y rotatorios, con una población dispersa y condicionada por la disponibilidad de recursos en el entorno.
Este medio natural y cultural sufrió una transformación dramática que comenzó en las primeras décadas del siglo XX y se consolidó durante el franquismo, con una transformación de uso generalizado hacia grandes repoblaciones forestales. Se buscaba la mejora de la producción y optimizar el uso de los recursos, aplicando una política de imposición del cambio por decreto.
Brezales y otros hábitats naturales, en jaque
Esta nueva forma de explotación resultó ser incompatible con el paisaje agrario tradicional. Derivó en el sacrificio de la diversificación de usos y en una reducción de formaciones de alto valor natural como los prados de siega, los brezales o los cultivos de rotación.
Aquellas grandes repoblaciones de especies foráneas, como el pino, se completaron posteriormente con la generalización del cultivo del eucalipto, una especie de crecimiento rápido y madera de baja calidad que alimenta sobre todo a las papeleras de la empresa española Ence Energía y Celulosa, en Pontevedra y, posteriormente, Navia.
En unas décadas, Galicia pasó a liderar la producción de madera en España, hoy por hoy mayor que la suma de lo producido en todo el resto del Estado, y de eucalipto en particular.
Historia de un conflicto no resuelto
La relación del eucalipto con Galicia es la de un conflicto no resuelto. Diferentes estudios han descrito su impacto sobre el suelo, el recurso hídrico, la biodiversidad, los hábitats o el riesgo de incendios. También, se ha discutido el carácter invasor de la especie.
La especie Eucalyptus globulus, usada de forma mayoritaria en el territorio hasta los últimos años, presenta limitaciones en áreas de montaña con mayor incidencia de heladas. La solución de los productores ha sido la introducción de una nueva especie, E. nitens, que tiene una mayor tolerancia a las bajas temperaturas y a plagas que afectan a E. globulus, como el gorgojo del eucalipto (Gonipterus scutellatus).
El uso de ambas especies no ha dejado de aumentar en el siglo XXI, a pesar de que existe una moratoria sobre su cultivo. La pérdida del valor natural de las áreas de montaña es evidente. Algunas formaciones naturales de gran valor ecológico y uso diversificado, como brezales, turberas y pastizales, aprovechadas por el ganado extensivo y los caballos salvajes, han visto reducida su extensión e importancia.
Otro paisaje es posible: la renaturalización
Sin embargo, existen alternativas al paisaje actual dominado por el cultivo forestal de eucalipto. Una de ellas es la renaturalización, un movimiento que promueve la recuperación de grandes espacios regulados por procesos ecológicos, sin necesidad de intervención.
Con ella, se propone recuperar, por ejemplo, a los grandes herbívoros, una de las piezas clave por su papel regulador de procesos: son esenciales para el desarrollo de la vegetación y en la red trófica, como consumidores además de como presas de los grandes predadores.
Por ejemplo, el sistema tradicional de manejo de los caballos salvajes, con una mínima gestión de sus propietarios, se resume en la captura y extracción de ejemplares en una actividad comunitaria, social, festiva y solidaria.
A pesar del bajo precio de la carne de caballo en el mercado, la importancia de este sistema radica en el valor cultural y etnográfico de un sistema de explotación ancestral, compartido en el pasado con diferentes lugares de la Europa atlántica, y en su efecto positivo sobre la biodiversidad y la reducción del riesgo de incendios.
La renaturalización es una opción válida para grandes áreas en que una mínima inversión permite obtener beneficios ambientales, sociales y económicos. Podría materializarse en diferentes áreas de montaña, especialmente en las mancomunadas, como en los montes vecinales en mano común, un sistema muy arraigado en Galicia.
Su desarrollo es compatible con múltiples actividades, entre ellas, la ganadería en extensivo, el ecoturismo o la producción de miel, como promovemos a través de nuestro proyecto RURALtXA!, financiado por la Fundación Biodiversidad. Estas actividades permiten contemplar la restauración ecológica de nuestros montes, una actividad con un elevado retorno para la ciudadanía.
Proyecto de macrocelulosa
Proyectos como el de macrocelulosa de la empresa portuguesa ALTRI, que prevé poner en marcha una fábrica de fibras textiles en Palais de Rei (Lugo), representan una amenaza para el paisaje y la biodiversidad gallega. Sin embargo, la Consellería de Medioambiente gallega publicó este 14 de marzo una declaración de impacto ambiental favorable para esta instalación industrial.
Esta resolución de la Xunta valora el impacto ambiental de la fábrica en el agua, el suelo y la biodiversidad derivados de su construcción y explotación. Sin embargo, no tiene en cuenta que esta planta tendrá que abastecerse de grandes cantidades de eucalipto, lo que favorecerá mayores inversiones y mayor ocupación del paisaje para su producción.
Por tanto, es urgente una reflexión colectiva sobre nuestro proyecto de país y, en concreto, sobre la ordenación del territorio y la conservación de nuestro patrimonio natural. Debemos plantearnos si el modelo forestal del eucalipto es el paisaje que queremos, frente a otros usos más integradores y diversificados.
La propuesta de renaturalización de grandes áreas de la media montaña gallega es una de las posibles opciones de gestión del monte, pero su aplicación debería derivar del diálogo público y social.
El liderazgo político debe colaborar con la ciudadanía en la búsqueda de un modelo sostenible y de futuro, que ayude a generar proyectos ilusionantes para la Galicia rural, así como una explotación razonable y planificada de los recursos naturales.
Jaime Fagúndez Díaz, Universidade da Coruña /The Conversation
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