Casi 20 años después de la creación de la oveja Dolly, el debate sobre la clonación sigue abierto. El pasado mes, el Parlamento Europeo prohibió los clones de animales destinados a la ganadería, sus descendientes, los productos derivados de los mismos, incluido el pienso, y sus materiales de reproducción (esperma, óvulos y embriones), incluidas las importaciones de otros países, que deberán contar con un certificado que acredite que no se trata de un animal copiado ni de sus crías.
De esta forma, la Eurocámara endurece todavía más la propuesta sobre la materia planteada en 2013 por la Comisión Europea (CE) –el ejecutivo comunitario– al extender las restricciones a todas las especies –la CE sólo hablaba de cinco: bovina, porcina, ovina, caprina y equina– y a las importaciones de material para la reproducción asistida y de los descendientes de clones.
“Hasta ahora, se ha permitido la importación de productos para reproducción desde terceros países. Nos estamos lavando las manos dejando que otros hagan el trabajo sucio. Queremos una prohibición completa. No sólo de las técnicas de clonación, sino también de las importaciones de material para reproducción, clones y sus crías. La trazabilidad es posible. Hay libros genealógicos y otros registros disponibles. Me gustaría pedir a la Comisión que piense detenidamente sobre esta cuestión. A veces, la política debe fijar límites”, afirmó la ponente alemana de la comisión de Medio Ambiente, Renate Sommer, del Partido Popular Europeo.
"Nos estamos lavando las manos dejando que otros hagan el trabajo sucio", dijo Sommer
Si bien en un porcentaje muy pequeño, los consumidores europeos pueden comer alimentos procedentes de animales clonados sin saberlo, puesto que los ganaderos importan material reproductivo de los mismos de fuera de la Unión Europea.
Para clonar a un mamífero, es decir, para conseguir una copia exacta de la composición genética de un individuo, se transfiere el núcleo de una célula somática (una célula no reproductiva, que contiene todos los genes) de un animal adulto a un ovocito enucleado (donde el núcleo original se ha eliminado previamente). En cuanto se desarrolla, el embrión se implanta en una madre de alquiler.
Los animales clonados se utilizan para criar o se destinan a la experimentación, puesto que han sido precisamente copiados por su calidad genética: son más productivos o más resistentes y su carne es mejor. Serán sus descendientes los que acabarán en el matadero.
Los eurodiputados se oponen a la clonación de animales de granja por motivos éticos, al considerar que les causa más daño que la cría convencional. “Las técnicas de clonación animal no están totalmente desarrolladas y no se están logrando avances. La tasa de mortalidad sigue siendo elevada. Muchos de los animales que nacen vivos mueren en las primeras semanas, y mueren sufriendo. ¿Debemos permitir esto?”, se preguntó Sommer.
La baja tasa de eficiencia de las técnicas de clonación (del 6% al 15% para el ganado bovino y del 6% para el porcino) implica que múltiples embriones clonados deben ser implantados en varias hembras para obtener un sólo clon. Además, las camadas suelen ser más numerosas de lo normal, lo que da lugar a partos difíciles, con seres malformados y frecuentes muertes neonatales. Los ejemplares que consiguen sobrevivir son más propensos a enfermar.
Programas de 'mejoramiento'
A pesar de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en inglés), ha afirmado que no hay diferencias en cuanto al sabor ni peligros para la salud humana, la mayoría de los ciudadanos europeos rechaza los alimentos procedentes de clones o de sus descendientes y desaprueban el uso de la clonación para fines ganaderos, por motivos de bienestar animal y razones éticas. En 2010, el 67% afirmaba que la clonación para la producción de alimentos era totalmente inaceptable y el 83% estaba a favor de un régimen de etiquetado para que la gente pueda saber qué se lleva a la boca.
La prohibición del legislativo comunitario, por el contrario, no afecta a la clonación de animales con finalidades científicas ni a la de especies en peligro de extinción.
El texto de la Comisión modificado por el Parlamento, adoptado por el pleno con 529 votos a favor, 120 en contra y 57 abstenciones, deberá aplicarse de manera directa en todos los estados miembros. Pero, antes, los ponentes de la nueva legislación tienen que negociar con el Consejo Europeo (los gobiernos nacionales) para superar la etapa final del proceso de aprobación.
La mayoría de europeos rechaza los alimentos procedentes de clones o de sus crías
A la CE no le han gustado demasiado las enmiendas de los eurodiputados. El comisario europeo de Salud y Seguridad Alimentaria, Vytenis Andriukaitis, aseguró que las restricciones añadidas no estaban “justificadas” porque los descendientes de los animales clonados no tienen problemas de salud, y mantiene que una prohibición total como la propuesta podría ser difícil de sostener en derecho.
"Hay que tener en cuenta el efecto sobre la salud animal, pero también sobre las personas”, advirtió por su parte la responsable de la tramitación en la comisión de Agricultura, Giulia Moi, del Grupo Europa de la Libertad y la Democracia Directa, quien aboga por el principio de precaución. “Este informe envía una señal clara a nuestros socios comerciales de que no estamos dispuestos a poner en riesgo nuestra salud, la de nuestras familias y la de generaciones futuras utilizando productos de calidad dudosa”, añadió Moi.
“Nuestros ganaderos están haciendo frente a una competencia creciente, fundamentalmente de Asia, basada en ciertos productos, incluidos los procedentes de clonación. Pero Europa se fundamenta en valores, y eso incluye la calidad. Queremos asegurarnos de que no tomamos un camino en el que no hay vuelta atrás”, remachó.
La técnica de clonación se utiliza como parte de programas de mejoramiento en granjas de Estados Unidos –la Agencia estadounidense de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés) la autorizó en 2008–, Canadá, China, Argentina, Brasil, Uruguay y Australia. La entrada de productos derivados de estos mamíferos clonados en los países de la UE está sujeta a autorización previa de acuerdo con el Reglamento número 258/97. Hasta ahora no se ha presentado ninguna solicitud al respecto.
La preocupación europea por el bienestar animal dista mucho de la de otros bloques comerciales. Sin embargo, acuerdos como el Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversiones (TTIP), que se negocia con total secretismo actualmente entre la UE y los Estados Unidos, abriría la puerta al uso generalizado de la clonación de animales, así como al confinamiento extremo en las granjas y la experimentación animal en productos de cosmética y limpieza… ¿Será capaz el Viejo Continente de mantener sus principios?