Una nueva investigación ha descubierto que los productos químicos utilizados en la agricultura, como los fertilizantes y los pesticidas, pueden cambiar la forma en que las abejas "ven" una flor, y que esto reduce el número de abejas que la visitan, según publican en la revista PNAS Nexus (1).
Las flores producen una amplia gama de señales y atrayentes para los insectos que promueven la alimentación y la polinización. Las abejas utilizan el color, el sol y los campos magnéticos para navegar por el paisaje. A menor escala, utilizan pistas como el olor y el color de las flores, pero también la humedad y los campos eléctricos para identificar las plantas.
Importante fuente de contaminación
Los agricultores aplican mezclas de productos químicos, en particular fertilizantes, sobre las plantas de forma rutinaria mediante aplicaciones de pulverización a gran escala. El uso generalizado de productos químicos en la agricultura y la horticultura es una importante fuente de contaminación y se ha relacionado con la reducción del tamaño y la diversidad de las poblaciones de abejas.
Aunque los investigadores reconocen desde hace tiempo que muchos de estos productos químicos son tóxicos, saben poco sobre cómo afectan los agroquímicos a la interacción inmediata entre las plantas y los polinizadores. Las aplicaciones de los aerosoles pueden cambiar las propiedades de las flores de varias maneras.
Distorsionan las señales florales
Muchos productos químicos agrícolas llevan una carga eléctrica diseñada para adherirse a las plantas, por lo que las aplicaciones de pulverización pueden cambiar potencialmente los campos eléctricos que rodean a una flor. Así, investigadores de la Universidad de Bristol (Reino Unido) se preguntaron si la aplicación de agroquímicos puede distorsionar las señales florales y modificar el comportamiento de polinizadores como las abejas.
Probaron el efecto de las pulverizaciones de fertilizantes en varias señales florales utilizadas por las abejas y observaron que el producto químico no afectaba a la visión ni al olfato, pero que sí había una respuesta en el campo eléctrico que rodea a la flor. Para visualizarlo, rociaron flores cortadas con partículas de color cargadas positivamente y liberadas en forma de aerosol.
Para tener una mejor idea de lo que cambiaba en la flor, las investigadoras midieron una propiedad eléctrica de la flor, el potencial bioeléctrico en el tallo. Este potencial es una fuente importante del campo eléctrico que rodea a las flores.
Observaron que las pulverizaciones con productos químicos modificaban este potencial bioeléctrico hasta 25 minutos. Este cambio es sustancialmente más largo que las fluctuaciones naturales, como las causadas por el viento, y se alinea con los descensos observados (unos 20 minutos) en los esfuerzos de alimentación de las abejas observados en la naturaleza.
Afecten al comportamiento de los polinizadores
Curiosamente, observaron que la planta tenía la misma respuesta duradera cuando había un evento de lluvia simulado después del uso de productos químicos, lo que sugiere que el efecto persiste más allá del uso único de productos químicos.
Para comprobar si los cambios observados en la firma eléctrica de la planta son realmente percibidos por las abejas, las investigadoras imitaron los cambios eléctricos causados por los fertilizantes en el campo manipulando eléctricamente las flores.
Mientras los abejorros se acercaban a las flores, observaron que las abejas tenían menos interés en posarse en una flor manipulada eléctricamente en comparación con una flor de control no manipulada. Esto demostró que los abejorros eran capaces de detectar y discriminar las pequeñas y dinámicas alteraciones del campo eléctrico que provocan los productos químicos agrícolas.
Los agroquímicos perturban el entorno natural
El hecho de que los fertilizantes afecten al comportamiento de los polinizadores interfiriendo en el modo en que un organismo percibe su entorno físico ofrece una nueva perspectiva sobre cómo los productos químicos fabricados por el hombre perturban el entorno natural y subraya la importancia de tener en cuenta los sentidos aparentemente ocultos que utilizan los insectos para comprender y aprender sobre su entorno.
"Que los fertilizantes afecten al comportamiento de las abejas cambiando la forma en que experimentan su entorno físico ofrece una nueva perspectiva sobre cómo los seres humanos perturban el entorno natural", afirma el autor principal del trabajo, Ellard Hunting--. Esto puede ser relevante para todos los organismos que utilizan los campos eléctricos que están prácticamente en todo el entorno".