El 29 de octubre de 2024, la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) golpeó con una fuerza devastadora a la Comunidad Valenciana, dejando tras de sí una estela de destrucción y sufrimiento. A pesar de las advertencias meteorológicas previas, la magnitud del fenómeno sorprendió a miles de residentes y autoridades, exponiendo una alarmante falta de preparación y respuesta adecuada ante este tipo de catástrofes naturales.

Imagen de la DANA en Valencia / Infografía: EA Imagen de la DANA en Valencia / Infografía: EA

Las intensas lluvias provocaron inundaciones masivas, que arrasaron viviendas, comercios, infraestructuras y cultivos en muchas localidades de la región. El agua, que en algunos casos alcanzó varios metros de altura, no solo causó la pérdida de bienes materiales, sino que también se llevó consigo vidas humanas, con un saldo de 224 fallecidos, la mayoría de ellos en municipios como Paiporta, donde la tragedia fue especialmente brutal.

Además de la pérdida de vidas, los efectos de la DANA se reflejaron en el daño ecológico irreparable en zonas como L’Albufera, cuyo ecosistema sufrió gravemente por la contaminación de aceites y combustibles arrastrados por las aguas, afectando no solo la fauna y flora, sino también la calidad del agua de la región. Las playas del litoral valenciano y las poblaciones cercanas también vieron cómo el desastre ecológico se extendía, con toneladas de plásticos y escombros que acabaron varados en la costa.

A nivel social, miles de personas se vieron desplazadas y quedaron atrapadas en sus hogares durante días, mientras los equipos de rescate trabajaban incansablemente para ofrecer asistencia. La ayuda llegó a través de puentes como el de la Pasarela de la Solidaridad, en Valencia, por donde se movilizaron miles de voluntarios y recursos para asistir a los afectados. Sin embargo, la magnitud del desastre superó las capacidades de reacción inicial, y muchas zonas quedaron aisladas durante semanas.

El impacto económico fue igualmente desolador. Más de 120.000 vehículos fueron destruidos, y las pérdidas económicas se estimaron en casi 10.000 millones de euros. Las infraestructuras de transporte, especialmente las vías de cercanías, quedaron severamente dañadas, afectando a miles de trabajadores que vieron interrumpidas sus rutinas diarias durante meses.

Este fotoreportaje ofrece una visión completa de lo sucedido, con imágenes impactantes que ilustran la devastación en las calles, hogares, y paisajes de Valencia. A través de estas fotos, se busca no solo rendir homenaje a las víctimas, sino también resaltar las lecciones que debemos aprender de este desastre. La DANA en Valencia fue una catástrofe que podría haberse evitado, o al menos mitigado, si se hubieran tomado medidas preventivas con mayor antelación, como una infraestructura más resistente y una respuesta más eficaz ante la alerta temprana de este tipo de fenómenos meteorológicos extremos.

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