No lo afirman organizaciones ecologistas deseosas de meter el miedo en el cuerpo a los grandes inversores. Lo han calculado expertos en finanzas de la nada sospechosa London School of Economics and Political Science (LSE) británica, en colaboración con investigadores del Centro Grantham de Investigación del Cambio Climático y el Medio Ambiente del mismo país.
El capital invertido en los combustibles fósiles es de en unos 4,5 billones de euros
En los últimos años se habían publicado numerosos estudios económicos que advertían al capital de los riesgos de invertir en petróleo, carbón o gas, debido a que las políticas para enfrentarse al calentamiento global afectarán sin duda a estos sectores y les harán perder buena parte de su valor. El capital invertido en el mercado global de combustibles fósiles está valorado en unos 4,5 billones de euros, pero su cuantía está en caída libre.
Los grandes inversores se alejan de los hidrocarburos como de la peste. El Fondo Global de Pensiones noruego (GPFG), destinado a garantizar el futuro del próspero Estado del Bienestar del país escandinavo, uno de los inversores más grandes del mundo, con un capital de 800.000 millones de euros, anunció el año pasado que se desvinculaba de 32 compañías de carbón por razones medioambientales, y ahora estudia extender esa medida a las petroleras. El gigante estadounidense Peabody Energy, el mayor grupo mundial de minería del carbón, valorado en miles de millones de dólares hace unos años, está a un paso de la quiebra.
En el estudio publicado este mes en la revista Nature Climate Change, los analistas de la LSE señalan que si los gobiernos del planeta no recortan el actual nivel de emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, el 1,8 % del valor de mercado actual de activos financieros está en riesgo, lo que elevaría las pérdidas a 2,2 billones de euros en 2100.
Ganadores y perdedores
Y la cosa puede ser mucho peor: si se cumplen las predicciones de los últimos y tajantes informes del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés), peligraría el 16,9% de los activos, unos 21 billones de euros en activos financieros estarían en riesgo. Las probabilidades de llegar a este peor supuesto posible con dicho aumento de la temperatura de 2,5 grados respecto a los niveles preindustriales son evaluadas por el estudio en un 1%.
Por el contrario, e incluyendo en el cálculo los costes de la mitigación del calentamiento global, si se alcanza el objetivo del histórico Acuerdo de París –firmado oficialmente el pasado 22 de abril, Día de la Tierra, en la sede de la ONU en Nueva York– de que la temperatura media del planeta no se eleve más de dos grados a finales de siglo, el actual valor de los activos financieros mundiales podría elevarse en al menos un 0,2%, en unos 280.000 millones de euros
Por fin, los poderes económicos y las instituciones son conscientes del riesgo
Las causas del quebranto financiero provocado por el clima serían la destrucción física de los activos por culpa de las olas de calor, las sequías, los incendios o, por el contrario, en otras zonas del mundo, los huracanes, los tifones o las lluvias torrenciales que el calentamiento del planeta no sólo hará aumentar en número, sino también en duración e intensidad, y la caída de los beneficios de las actividades económicas afectadas por estos fenómenos meteorológicos.
"Nuestro estudio puede haber sorprendido a muchos, pero los resultados apuntan a que los inversores a largo plazo saldrían ganando claramente en un mundo bajo en carbono", subraya el director del estudio y profesor de la London School of Economics, Simon Dietz, para quien "no existe un escenario en el que los activos financieros no se vean afectados (por el calentamiento global)" y no hay ninguna duda de que "habrá ganadores y perdedores". "Los inversores que pongan dinero en nuevas infraestructuras que emitan carbono tendrán que preguntarse durante cuánto tiempo funcionarán esos activos, y evaluar el riesgo de futuras pérdidas", opina el profesor Cameron Hepburn, de la Universidad de Oxford.
Los poderes económicos y las grandes instituciones internacionales parecen por fin plenamente conscientes del riesgo. El Banco de Inglaterra y el Banco Mundial han advertido públicamente de los riesgos del cambio climático para la economía mundial. El G-20 ha pedido al Consejo de Estabilidad Financiera internacional un informe sobre el asunto, que elaborará un equipo de trabajo dirigido por el ex alcalde neoyorquino Michael Bloomberg.
En enero, el Foro Económico Mundial advirtió que una catástrofe causada por el cambio climático era la mayor amenaza potencial para la economía internacional en 2016. El dinero le ve las orejas al lobo y tal vez el mundo asista a un giro radical en la política energética suicida que se ha mantenido hasta ahora porque le convenía a quienes lo acumulan. Ahora les conviene cambiarla. No lo harán por el planeta, pero será la primera vez que éste saldrá ganando con las decisiones que les favorezcan.