El cambio climático no trae buenas noticias para la creciente industria de la aviación. Ni para el medio ambiente. Los aviones tendrán que pasar más tiempo en vuelo como consecuencia de sus efectos, y consumir más combustible, según revela un estudio de la Universidad de Reading (Reino Unido), dirigido por el climatólogo Paul Williams. La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que se ha duplicado desde la era preindustrial, aumenta la fuerza de las corrientes de aire utilizadas por las aeronaves.
"Los aviones son libres para variar su ruta de un día para otro. Lo hacen para beneficiarse de los patrones del viento y llegar a su destino lo más rápido posible. Sabemos que el cambio climático está alterando los vientos de gran altitud. Sin embargo, se sabe muy poco todavía acerca de los impactos en las rutas de vuelo y en los tiempos de viaje", remarca el investigador. El presente estudio despeja algunas incógnitas más.
El tiempo medio del viaje de ida y vuelta se incrementará un minuto y 18 segundos
“Los vientos y las temperaturas –en aumento por el calentamiento global– están fuertemente vinculados en la atmósfera. Por lo tanto, los vientos cambian en respuesta a los cambios de temperatura”, explica Williams, quien ha centrado su análisis en los vuelos transatlánticos entre Londres y Nueva York.
El climatólogo ha estudiado como el aumento de la fuerza de las corrientes en chorro (jet stream en inglés) –un flujo de aire rápido y estrecho a gran altitud– afecta a la ruta entre el aeropuerto John F. Kennedy en Nueva York y el de Heathrow en Londres: los vientos podrían ser un 15% más fuertes en invierno, aumentando de 77 a 89 kilómetros por hora de media, con aumentos similares en otras estaciones.
¿Qué efectos tendrá este incremento en los vuelos? Los viajes hacia el oeste afrontarán vientos de cara más fuertes y, por tanto, serán más largos, mientras que en dirección este se verán beneficiados por esos mismos vientos y serán más cortos. En concreto, la ruta hacia el oeste será cinco minutos y 19 segundos más larga, y hacia el este se reducirá unos cuatro minutos de media. En total, el tiempo medio del vuelo de ida y vuela aumentará un minuto y 18 segundos.
Pocos pasajeros notarán estos minutos de diferencia, pero sí que lo harán las compañías aéreas y el medio ambiente. Al multiplicar el tiempo añadido por el número de los vuelos transatlánticos se obtienen unas 2.000 horas de vuelo extra al año, lo que supone 22 millones de dólares (unos 20 millones de euros) anuales más de gasto en combustible y 70.000 toneladas más de dióxido de carbono (CO2) emitidas al año, las mismas que generan 7.100 hogares británicos.
Billetes más caros
“Y esto es sólo la punta del iceberg”, advierte Williams. “Las corrientes en chorro rodean el mundo, y hay otra en el hemisferio sur. Así que es posible que los vuelos en otras partes del mundo también se vean afectados por un efecto similar", añade. Al pasar más horas en el aire y consumir más combustible, uno de los principales gastos de las aerolíneas, el precio de los billetes también subirá.
La industria de la aviación genera el 2% de las emisiones globales de dióxido de carbono –sólo Estados Unidos es responsable de la mitad–. Y según los expertos, el crecimiento previsto de pasajeros y vuelos para mediados de siglo puede llegar a triplicar las cifras actuales.
La OACI ha acordado reducir en más de 650 millones de toneladas las emisiones de CO2
La Unión Europea (UE) ha tomado medidas para reducir las emisiones de la aviación en el continente y trabajar con la comunidad internacional para desarrollar acuerdos de alcance global. Desde 2012, las emisiones de todos los vuelos desde, hacia y dentro del Espacio Económico Europeo (EEE) –integrado por los 28 Estados miembros de la UE más Islandia, Liechtenstein y Noruega– están incluidos en el Sistema de Comercio de Emisiones de la UE (EU ETS).
La UE limitó el ámbito de esta legislación para rutas dentro de Europa hasta el año 2016, puesto que en octubre de 2013 acordó con la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI) el desarrollo, previsto para este año, de una norma aplicable en todo el mercado mundial para hacer frente a las emisiones de la aviación internacional, que se aplicaría en 2020.
El mes pasado, 23 países de este organismo de la ONU llegaron a un acuerdo en Montreal (Canadá) para establecer un estándar de eficiencia de combustible con el que reducir las emisiones de CO2 de la aviación comercial en más de 650 millones de toneladas entre 2020 y 2040, equivalentes a retirar más de 140 millones de automóviles de las carreteras durante un año, según ha informado el gobierno estadounidense. Para que sea vinculante, el pacto debe ser adoptado formalmente por el Consejo Técnico de Aviación Civil de los 36 estados miembros en junio de este año, y posteriormente por el consejo de la asamblea en octubre.
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