La ONG Greenpeace ha denunciado este lunes que los mineros de oro destruyen cada día un área indígena en zonas de la selva tropical brasileña del tamaño de cuatro campos de fútbol, criticando que "son muchas las zonas afectadas y pocas (las) acciones para frenar esta destrucción".
Un reciente estudio de Green Peace Brasil ha registrado que en 2023, 1.410 hectáreas de tierra fueron destruidas en los territorios de los pueblos indígenas Kayapó, Munduruku y Yanomami en la región amazónica. Estos tres pueblos tienen las áreas más afectadas por la expansión minera al concentrar el 95% de la minería ilegal de las tierras indígenas.
Cada hora que pasa con mineros dentro de territorios indígenas significa que más personas están amenazadas, una porción del río se destruye y se pierde más biodiversidad. Necesitamos, ahora, una Amazonía libre de minería
JORGE EDUARDO DANTAS, portavoz de Greenpeace Brasil
"Cada hora que pasa con mineros dentro de territorios indígenas significa que más personas están amenazadas, una porción del río se destruye y se pierde más biodiversidad. Necesitamos, ahora, una Amazonía libre de minería", ha afirmado el portavoz de Greenpeace Brasil, Jorge Eduardo Dantas.
"La voluntad política por sí sola no es suficiente"
En este sentido, ha indicado que se ha "leído y oído mucho sobre los esfuerzos del Gobierno para combatir la minería ilegal" en Yanomami, pero "hay que recordar que los territorios de los pueblos Kayapó y Munduruku han sido muy dañados y es necesario reforzar los operativos y labores de inspección también allí".
"La voluntad política por sí sola no es suficiente", ha concluido, al recordar que la minería en estos territorios es ilegal en el país sudamericano, pero que este delito volvió a aumentar a partir de 2018, durante el mandato del entonces presidente Jair Bolsonaro. Sin embargo, continúa avanzando "de forma organizada, con estructura, logística y uso de maquinaria pesada".
En los últimos dos años, la minería en los ríos del pueblo Munduruku ha devastado una superficie superior a 580 campos de fútbol (estándar FIFA), como lo demuestran datos exclusivos de Greenpeace. El más afectado es el río Cabitutu.