La Cumbre sobre Cambio Climático de la ONU (COP19), que reunió la semana pasada a 195 países en Varsovia (Polonia), consiguió in extremis y un día más tarde de la fecha oficial de clausura la firma de un acuerdo en el que los países más desarrollados se comprometen a impulsar una hoja de ruta hacia un pacto global y vinculante en 2015.
El mundo más avanzado también aceptó poner en marcha ayudas a favor de los países más pobres y vulnerables a los efectos del cambio climático. Una vez más, las buenas intenciones fueron protagonistas en un evento mundial sobre el clima, donde hubo protestas de ONG y movimientos sociales. Tras dos semanas de tumultuosos debates, ásperas discusiones y negociaciones maratonianas, la cumbre aprobó un calendario de trabajo para sellar un acuerdo definitivo dentro de dos años, en la futura conferencia de París.
Pese a todo, algunos observadores aseguraron que el proceso no se ha roto en Varsovia y sigue adelante, pero sin demasiado brillo y perspectivas claras debido al papel negativo que desempeñan grandes países desarrollados, como Estados Unidos, y emergentes, como China, y a la debilidad política y la división de la Unión Europea (UE).
El documento final sustituye el hablar de 'compromisos' por meras 'contribuciones'
Tanto es así que en el documento final aprobado por la conferencia se evita la palabra “compromisos” para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero establecidos a nivel de cada país y se utiliza el término más difuminado de “contribuciones”. En este punto, la UE y los países desarrollados en general no lograron alcanzar sus expectativas iniciales, pero grandes potencias emergentes, como China e India, sí se mostraron satisfechas.
En el caso español, el ministro de Agricultura y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, consideró que el acuerdo no tiene que ser interpretado como “una renuncia”, sino “como el resultado de un proceso de negociación complejo donde todas las partes han tenido que aceptar soluciones de compromiso”.
Por su parte, la comisaria europea de Acción por el Clima, Connie Hedegaard, admitió que fue muy difícil llegar a un acuerdo durante la cumbre varsoviana, pero se mostró satisfecha sobre la importancia de haber consensuado un calendario para que los Estados miembros de la ONU presenten sus objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero antes de la COP21 de París y que entre todos contribuyan a ese esfuerzo global.
Sobre esta cuestión tan problemática, los países miembros de la UE presentarán sus propios compromisos a comienzos de 2014. La cumbre de la ONU aprobó un mecanismo de ayuda para hacer frente a las pérdidas y daños que sufren los países más vulnerables por culpa de fenómenos climáticos como huracanes o inundaciones.
Desde hacía varios años, la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS) venía pidiendo compensaciones por estos perjuicios y ve ahora como dicho mecanismo, que nació en la cumbre de Doha (Catar), ha dado en Varsovia un paso importante.
Negociaciones "secuestradas"
Para alcanzar este objetivo fue clave la labor del G77 –un grupo que incluye a China y 130 países en vías de desarrollo–, y especialmente la delegación de Filipinas, cuyo máximo representante, Naderev Saño, conmovió a los participantes en la conferencia al referirse entre lágrimas al tifón Haiyan, que ha arrasado varias islas del archipiélago matando a miles de personas, y llevó cabo un ayuno voluntario para llamar la atención sobre los efectos de esta tragedia.
La conferencia también acordó que el fondo de financiación a largo plazo de medidas contra el cambio climático se mantenga en 100.000 millones de dólares estadounidenses anuales (unos 74.000 millones de euros), e hizo un llamamiento al mundo desarrollado para empezar a reunir esa cantidad a partir de 2020 con recursos públicos y privados.
A pesar de los tímidos avances logrados en la COP19, quedan muchos temas pendientes de resolver, y tendrán que ser abordados en la conferencia del clima de Lima (Perú), la COP20, del próximo año, que será la cita previa a la decisiva cumbre de París de 2015.
Para el movimiento ecologista y cívico más politizado, la conferencia de Varsovia fue un espectáculo que resolverá pocos de los graves problemas ambientales que sufre el mundo. Entre otros motivos, porque las negociaciones sobre cambio climático están “secuestradas” por los países más poderosos y las grandes corporaciones multinacionales, y la expansión de los mercados de carbono pesa más que la resolución de los problemas.
Es más, según grupos ecologistas y movimientos sociales de distintos países consultados, en las dos últimas décadas, las negociaciones multilaterales sobre cambio climático han servido para crear proyectos financieros muy rentables para determinados países y empresas que perpetúan los sistemas dependientes de los combustibles fósiles, responsables de la crisis climática.
La COP 19 crea un sistema de ayudas para países afectados por catástrofes climáticas
En la COP19, la UE no cuestionó abiertamente los mecanismos de comercio de carbono, ni el sistema que mantiene un modelo industrial y financiero que depende en gran medida del carbón, del petróleo y del gas. Como señala un ecologista polaco, “la conferencia, más allá de las buenas palabras, no ha puesto un freno al auge de las grandes empresas que contaminan, ni les ha obligado a llevar a cabo acciones efectivas contra este desastre”.
Entre estas grandes compañías se encuentran ArcelorMittal, el gigante del acero que se ha beneficiado enormemente de los mercados de carbono; la multinacional Alstom, que planea construir la central de carbón más grande de Polonia, y la automovilística BMW.
Por esta razón, la industria del carbón contó con una sólida presencia en la COP19 a través de la World Coal Association (Asociación Mundial del Carbón, en español), entre cuyos miembros se encuentran compañías como Rio Tinto y BHP Billiton.
En la misma línea crítica, las grandes ONG que participaron en la COP19, como Greenpeace, WWF, Oxfam, Amigos de la Tierra y la Confederación Sindical Internacional, abandonaron las sesiones en su recta final en señal de protesta por la “falta de avances” y de “sentido de urgencia” en el proceso para conseguir un sólido acuerdo internacional para frenar el calentamiento global.
Las organizaciones acusaron en un comunicado a los gobiernos participantes de abandonar su “responsabilidad climática” y de estar “secuestrados” por las grandes multinacionales, y lamentaron que Polonia, el país anfitrión de la cumbre, haya ayudado “activamente” a las empresas contaminantes a influir en las negociaciones.
Las ONG consideran que es “factible” construir un sistema energético mundial de bajo impacto para el clima, justo y sostenible, si la ciudadanía lograr desafiar el poder de las grandes corporaciones y ejerce un control democrático sobre las decisiones energéticas de los gobiernos.