Hoy entra en vigor la segunda y última fase de la Directiva 2003/15/CE que prohíbe la importación y venta de productos e ingredientes cosméticos sometidos a controles en animales. Por tanto, a partir de ahora, los artículos de este tipo disponibles en el mercado europeo –tanto sus componentes como el producto final– no podrán haber sido testados en animales en ningún lugar del mundo.
Las principales víctimas de la experimentación cosmética son ratones, ratas, conejos y cobayas. A dichos animales se les somete a pruebas como la ingestión de sustancias o el test de Draize, por el que se inmovilizan conejos para aplicarles soluciones de productos directamente en los ojos o en la piel afeitada. Posteriormente, el animal es sacrificado para analizar cómo los productos apllicados han afectado a su organismo.
Entre el 1 de enero y el 10 de marzo de 2009 se utilizaron 344 animales en la experimentación de cosméticos en laboratorios de España (42 conejos) y Francia (302 individuos entre ratas, conejos y y cobayas), según las estadísticas europeas. Durante el año 2008, fueron 1.510 individuos en los países de la UE y en 2007, 1.818.
La abolición de este tipo de prácticas debía haber sido aprobada en el año 2009, pero no prosperó por la presión ejercida por muchas empresas de productos de belleza. Sin embargo, gracias a la lucha de la Coalición Europea para la Abolición de los Experimentos en Animales (ECEAE), creada en 1991 por la British Union Against Vivisection (BUAV), ha sido posible que la UE ponga punto final a una legislación que empezó a perfilarse en el año 1976 (Directiva 76/768/CEE).
Desde entonces la normativa se ha ido modificando. En 2003 se fijaron dos fases para la total eliminación de la experimentación en animales para testar cosméticos. El primer paso entró en vigor en 2009 y desde entonces hasta hoy sólo eran permitidas tres tipos de pruebas: toxicidad de dosis repetidas (sensibilidad dérmica y carcinogenicidad), toxicidad reproductiva y toxicocinética.
El ensayo de toxicidad de dosis repetidas evalúa si a largo plazo el uso repetido de una sustancia es nocivo para el organismo. Para ello, tal y como explica la organización Cruelty-Free Association, "los conejos o ratas son forzados a comer o inhalar un ingrediente cosmético o se les aplica sobre la piel afeitada durante 28 o 90 días para después matarlos". Dentro de esta categoría también se incluye el test de "sensibilización de la piel", por el que cobayas afeitadas son expuestas a la sustancia, o se aplica ésta a través de los oídos de ratas para ver las las posibles reacciones alérgicas; y las pruebas de carcinogenecidad, en las que las ratas son alimentadas durante dos años con las sustancias para ver si producen cáncer.
El examen de toxicidad reproductiva busca conocer si el uso de una sustancia puede tener efectos sobre el sistema endocrino, el nacimiento y el crecimiento del feto. "Conejas y ratas preñadas son forzadas a ingerir sustancias y luego se las mata para evaluar la toxicidad en sus fetos", explica la organización. Por último, durante la prueba toxicocinética se estudia cómo una sustancia se absorbe, distribuye y se excreta por el cuerpo. Con tal finalidad, se obliga a los animales a consumir los diversos ingredientes de los productos antes de ser sacrificados para examinar sus órganos.
Dos décadas de lucha
"Se trata de un acontecimiento verdaderamente histórico y de la culminación de más de 20 años de campaña. Ahora aplicaremos nuestra determinación y visión a una escala global para asegurar que el resto del mundo siga este camino", explica la consejera delegada de Cruelty Free International, Michelle Thew.En 1996 la ECEAE, de la que forma parte la compañía pionera en ofrecer productos no testados en animales The Body Shop, presentó cuatro millones de firmas a la Comisión Europea para pedir el cese de la experimentación en animales para cosméticos. Y el año pasado, la BUAV fundó Cruelty Free International, el primer organismo global dedicado a conseguir que no sufran más animales en laboratorios europeos de la industria de cosméticos. Lo han conseguido.
Ahora, pretenden extender la normativa a otros países y seguir luchando contra el maltrato animal. Su siguiente meta es acabar con la muerte de miles de animales en todo tipo de experimentos científicos. Según las últimas estadísticas disponibles, más de 12 millones son usados cada año para la investigación de todo tipo en los países de la UE.
Evitar el sufrimiento animal es posible si se tiene la voluntad de hacerlo. Existen métodos modernos que reemplazan a los ensayos animales y son más fiables. Por ejemplo, como alternativa al test de Draize se podría evaluar la irritación de la piel en epidermis humana reconstituida, donada de cirugías plásticas. Otra vía no cruenta para demostrar que los productos son seguros es la utilización de ingredientes ya estudiados: la UE cuenta con una base de cerca 20.000 sustancias verificadas.
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