Así que ahora han sido nada menos que 15.364 investigadores de 184 países los que han suscrito la Advertencia de los científicos del mundo a la Humanidad: Un segundo aviso en forma de un artículo publicado en la revista BioScience. Entre ellos se cuentan la mayor parte de los más destacados especialistas mundiales en todas las ramas de la ciencia. Si en aquella ocasión los promotores del documento fueron la Union of Concerned Scientists (Unión de Científicos Preocupados) estadounidense, en esta lo ha hecho una Alianza de Científicos Mundiales coordinada por el profesor William Ripple, de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Estatal de Oregón (Estados Unidos).
El documento insta a reducir la ingesta de carne y avanzar hacia dietas más vegetales
El balance que hacen los firmantes del documento no puede ser más decepcionante: “Desde 1992, con la excepción de que se ha estabilizado la capa de ozono, la humanidad ha fracasado en hacer suficientes progresos para resolver esos retos ambientales previstos y, de manera muy alarmante, en la mayoría de ellos, estamos mucho peor que entonces. Especialmente preocupante es la trayectoria actual del catastrófico cambio climático de origen humano debido a las crecientes emisiones de Gases de Efecto Invernadero procedentes de la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la producción agrícola, principalmente por la ganadería de rumiantes y el consumo de carne”.
“Además, hemos desatado un evento de extinción masiva de especies, la sexta en unos 540 millones de años, mediante la cual muchos de las actuales formas de vida podrían ser aniquiladas o, por lo menos, empujadas a la extinción hacia el final de este siglo”, prosigue el mensaje de los científicos de todo el mundo.
Elementos positivos
A la vista de todo ello, proclaman: “Por la presente, lanzamos un Segundo Aviso a la Humanidad”, en el que le hacen saber que “estamos poniendo en peligro nuestro futuro por nuestro desproporcionado consumo material y por no darnos cuenta de que el alocado crecimiento de la población mundial es el principal impulsor de la mayoría de amenazas ecológicas e, incluso, sociales”.
Sin embargo, no todo ha sido negativo en estas dos décadas y media a juicio de los firmantes. “La rápida reducción mundial de las sustancias que destruían la capa de ozono nos muestra que podemos hacer cambios positivos cuando actuamos de manera decidida. También hemos hecho avances importantes para reducir la pobreza extrema y el hambre. Otros progresos notables incluyen: una rápida reducción de las tasas de fertilidad en muchas regiones mediante políticas educativas entre mujeres y jóvenes, la prometedora reducción de la tasa de deforestación en algunas regiones y el rápido despliegue de las energías renovables”.
Los investigadores recuerdan que "la mayoría de los políticos responde a la presión"
Los científicos instan a las sociedades de todo el globo a empujar a sus dirigentes para que adopten los cambios necesarios, dado que “la mayoría de líderes políticos responde a la presión”. En el terreno individual, apelan a todos y cada uno de nosotros a tomar medidas en nuestro quehacer cotidiano que pueden resultar cruciales para revertir el deterioro ambiental: “Es también el momento de reexaminar y modificar nuestros comportamientos individuales, incluyendo nuestra propia reproducción (idealmente, al nivel de reemplazo, dos hijos por mujer, como máximo) y reducir drásticamente nuestro nivel de consumo percápita de combustibles fósiles, carne y otros recursos”.Los representantes del mundo del saber presentan una lista de acciones que la humanidad debería llevar a cabo para salvaguardar el único hábitat donde podemos sobrevivir: crear grandes reservas naturales marítimas, de agua dulce, terrestres y aéreas; dejar de convertir selvas, bosques y praderas en espacios vinculados a la actividad económica; reforestar, siempre con plantas autóctonas; combatir la caza furtiva y la explotación y comercio de especies amenazadas; reducir el desperdicio de alimentos, y avanzar hacia dietas más vegetales; promover la reducción de los índices de fertilidad mediante políticas de planificación familiar; aumentar la educación ambiental, especialmente entre los niños; fomentar nuevas tecnologías no contaminantes y “adoptar masivamente” las energías renovables.
“Revisar nuestra economía para reducir desigualdades y asegurarse que precios, impuestos y sistemas de incentivos tengan en cuenta los costes reales que nuestro patrón de consumo imponen en nuestro medio ambiente” y “desinvertir en inversiones monetarias e invertir en iniciativas que promuevan el cambio ambiental” son otras dos prioridades de una humanidad que debería “evaluar de manera científica el tamaño de la población humana sostenible a largo plazo y pedir a las naciones y a sus líderes que apoyen ese objetivo vital”. Desde 1992 ha aumentado en 2.000 millones de personas, un 35%, una cifra demoledora.