Según los datos recabados por los expertos, la fabricación anual de aparatos de alta tecnología, como ordenadores, móviles, tabletas y otros) empleaba al año 320 toneladas de oro y 7.500 de plata, valorados en conjunto en unos 21.000 millones de dólares estadounidenses (casi 16.000 millones de euros). En proporción, hay más oro en nuestros residuos electrónicos que en muchas minas.
Hoy, hay más oro en nuestros desechos electrónicos que en muchas minas
Se trata de un consumo en imparable aumento. La producción tecnológica consumió un 5,3% de la oferta mundial de oro en 2001 (197 toneladas) y en 2011 había pasado a necesitar el 7,7% (320 toneladas). En esa década, el precio del oro se multiplicó por cinco, pasando la onza de los 227 a los 1.137 euros.
Y solamente un 15% de este oro se recupera a nivel mundial mediante procesos de reciclaje. El resto acaba en vertederos, muchos de ellos incontrolados y ubicados en países en desarrollo, lo que, además del desperdicio de tan caros y valiosos recursos, implica potenciales riesgos para la salud humana y para los ecosistemas. El volumen de estos residuos aumenta entre un 3% y un 5% anual a nivel mundial, tres veces más rápido que el de cualquier otro tipo de residuos sólidos.
Precisamente, estos datos se presentaron en una reunión internacional celebrada en Accra, capital de Ghana, junto a la que se halla el que está considerado el lugar más contaminado del planeta, el inmenso vertedero de residuos electrónicos situado en el suburbio de Agbogbloshie, donde se acumulan cientos de miles de toneladas de ordenadores, televisores, móviles y electrodomésticos de todo tipo procedentes del mundo desarrollado, principalmente Europa Occidental y Estados Unidos.
Ghana importa cada año 215.000 toneladas de material electrónico de segunda mano, y genera por su parte otras 129.000 toneladas de equipos usados. Una parte se reutiliza o recicla, y el resto (y al final, casi todo) acaba en vertederos como el de Agbogbloshie, donde miles de personas, entre 40.000 y 250.000, tratan de recuperar materiales para revenderlos.
La concentración de partículas de plomo y otros tóxicos que genera su actividad es de hasta 18.125 partes por millón, cuando los estándares de seguridad consideran el límite para la salud en 400.
Un filtro biológico
Además de oro y plata, de la basura electrónica se podrían recuperar grandes cantidades de cobre, estaño, cobalto, paladio, plástico, etc. Dado que una tonelada de plástico reciclado necesita una décima parte del agua y la energía que requiere una tonelada de plástico nuevo, y genera de una a tres toneladas menos de emisiones de dióxido de carbono, el reciclaje de la mitad de los plásticos de los residuos electrónicos de la Unión Europea ahorraría unos cinco millones de kilovatios-hora de energía y unos dos millones de toneladas de emisiones, señala la UNU.
En 100.000 teléfonos móviles hay 2,4 kilos de oro, 25 de plata y más de 900 de cobre. Eso son unos 190.000 euros en metales valiosos. Pero recuperarlos no es tan fácil. El Centro de Investigación Técnica VTT de Finlandia ha encontrado una forma: emplear a los especialistas en descomposición de la naturaleza por excelencia: los hongos.
En 100.000 teléfonos móviles hay 2,4 kilos de oro, 25 de plata y más de 900 de cobre
Un filtro biológico formado por esteras de micelios de hongos permite recuperar hasta un 80% del oro que contienen los dispositivos electrónicos desechados. En pruebas con teléfonos móviles, estos bio-absorbentes se mostraron mucho más efectivos que los sistemas químicos tradicionales, muy contaminantes, que consiguen hacerse sólo con entre el 10 y el 20% del oro.
Además de recuperar metales pesados que –de llegar al agua– pueden contaminar gravemente los ecosistemas, el método podría ayudar a abaratar los precios de los dispositivos electrónicos, al recuperar materiales raros y de alto precio en el mercado, y reducir el impacto de una minería que también genera serios daños medioambientales debido al uso de cianuro y mercurio en los procesos de separación del metal.
En la placa base de cada teléfono móvil hay entre 40 y 60 elementos diferentes, cuya recuperación requiere de un proceso distinto en cada caso. "Dado que es difícil sacar esos componentes de las placas, el primer paso en la mayoría de los procesos de reciclado es aplastar todo en partículas y así es como empezamos nosotros también", explica Jarno Mäkinen, uno de los miembros del equipo investigador finés.
Sobre esos restos pulverizados se aplicó una biomasa a base de micelio que actúa como un bio-absorbente dirigido específicamente a capturar el oro, obtenida mediante procesos de química orgánica y el uso de líquidos iónicos y capaz de disolver las partículas de oro y formar nuevos complejos.
La investigación finlandesa se ha desarrollado en el marco del programa europeo Valor a partir de los residuos. Pero también se trabaja en esta línea en otros rincones del mundo: en un ejemplo similar, otro equipo, en este caso indio-coreano, ha conseguido usar también hongos para filtrar el plomo de las aguas residuales de una planta de reciclaje de desechos electrónicos.
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