Los bosques mediterráneos son cada vez más vulnerables debido a que, en estos entornos, los efectos positivos del calentamiento global no contrarrestan los negativos derivados de un mayor estrés y de la mayor frecuencia y magnitud de eventos de sequía, según ha evidenciado un estudio liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y publicado en Ecosphere (1).
"El aumento de las temperaturas del invierno y principios de la primavera debido al cambio climático puede mejorar la productividad forestal debido al inicio más temprano del crecimiento en las regiones templadas. Sin embargo, los bosques propensos a la sequía pueden ser muy vulnerables al efecto combinado de las altas temperaturas del verano y el estrés hídrico".
El impacto neto de la temperatura pasó de positivo a negativo
Esta investigación, en la que también han participado las Universidades de Alcalá y Valladolid, el Instituto de Ciencias Agrarias y el Instituto Pirenaico de Ecología, demuestra que en los últimos 25 años el impacto neto de la temperatura pasó de positivo a negativo al tiempo que se produjo un aumento aproximado de 1ºC y el incremento de la asiduidad de eventos extremos de sequía.
"Este efecto lo hemos encontrado en todas las especies estudiadas, a pesar de que presentan diferencias contrastadas en su tolerancia al estrés hídrico", ha destacado el investigador del departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la UCM Enrique Andivia.
Por medio de la dendrocronología los investigadores han analizado el crecimiento durante seis décadas (1951-2015) de tres especies de pino en Castilla y León con diferentes tolerancias a la sequía
Por medio de la dendrocronología, que permite el estudio del desarrollo de los anillos de los árboles y la estimación de la edad del ejemplar, los investigadores han analizado el crecimiento durante seis décadas (1951-2015) de tres especies de pino en Castilla y León con diferentes tolerancias a la sequía (pinus pinaster, pinus nigra y pinus sylvestris).
Alerta temprana de la vulnerabilidad
Andivia destaca que estos resultados pueden interpretarse como una señal de alerta temprana de la vulnerabilidad de nuestros bosques al cambio climático. Así, expone que, por un lado, indican que el efecto positivo que el calentamiento global pudiera tener sobre la productividad forestal y por tanto sobre la capacidad de los ecosistemas forestales de secuestrar carbono y mitigar el cambio climático es limitado, al menos en ecosistemas limitados por agua.
El investigador añade que la respuesta negativa de diferentes especies, de similar crecimiento, ante el aumento de las temperaturas sugiere que las condiciones de estrés podrían exceder la capacidad de tolerancia de las especies, incluso de aquellas más adaptadas al estrés hídrico.