Desde nuestras posiciones en la jungla urbana, o incluso en las zonas más frondosas de los suburbios, a menudo nos cuesta nombrar la última planta que hemos visto. Incluso aunque acabemos de comer una parte de ella. Este es un síntoma de la "ceguera de las plantas", un término acuñado hace dos décadas por investigadores que demostraron que la civilización moderna está peligrosamente desconectada del reino vegetal. Nuestra ceguera ha progresado aún más desde entonces, hasta el punto de que apenas reconocemos las plantas de las que nos alimentan todos los días.
Esa amenaza se hizo evidente este mes cuando Naciones Unidas informó de que un millón de especies de plantas y animales están en riesgo de extinción. Se prestó mucha atención a la pérdida de animales, especialmente a los rinocerontes y otros grandes animales carismáticos. Pero el declive de las plantas debería ser igual de desconcertante, dicen los investigadores en un artículo publicado este viernes en la revista Plants, People, Planet.
Aunque todas las especies tienen un valor "intrínseco", las plantas también proporcionan beneficios ambientales, económicos y culturales tangibles. Incluso las salvajes. Los fitomejoradores han usado tomates silvestres, por ejemplo, para elevar la resistencia a plagas y enfermedades para que se puedan hacer cultivos a gran escala. Otras plantas remedian los suelos contaminados o proporcionan a las personas materiales de construcción y medicamentos y todas las plantas limpian y regulan el aire que respiramos.
"Desafortunadamente, estamos perdiendo especies más rápido de lo que podemos estudiarlas y explicar sobre ellas", lamenta la coautora del estudio, Tara Moreau, investigadora de la Universidad de British Columbia, en Canadá. "La extinción de plantas no debería ser una opción, y la educación pública es clave", afirma.
A medida que las personas en todo el mundo se vuelven cada vez más urbanas, no es sorprendente que las plantas se vuelvan menos visibles en nuestras vidas. Lo sorprendente es lo lejos que nos hemos alejado de conocer incluso las plantas de las que nos alimentamos y con las que todavía interactuamos todos los días, en cada comida. A medida que menos personas trabajan en la agricultura y mientras comemos más alimentos envasados y procesados, se nos ocultan estas plantas esenciales.
"La ceguera de las plantas existe incluso para los alimentos que comemos todos los días", afirma Colin Khoury, coautor del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), cuyo trabajo ha demostrado que están en riesgo 7.000 plantas útiles en todo el mundo. "Pero a pesar de la 'ceguera', incluso en estas plantas alimenticias todavía representan un medio excelente y particularmente poderoso para conectar a las personas con las plantas, la biodiversidad y la conservación", agrega.
Khoury estudia la historia de las plantas y los animales que comemos, y ha documentado cómo las personas de todo el mundo comen cada vez más la misma "dieta estándar global". Recientemente, llevó ese trabajo un paso más allá al examinar los orígenes globales de los ingredientes en las comidas favoritas, como la pizza y las hamburguesas.
Resulta que la comida favorita de todos los estadounidenses, incluido el acompañamiento de las patatas fritas, no tenía un solo ingrediente que se haya originado en América del Norte, como se demostró en el estudio La hamburguesa no tan estadounidense. "La comida es una excelente manera de educarnos sobre nuestras propias historias y de entender cómo las plantas nos conectan en todo el mundo", afirma Khoury.
La importancia de los jardines botánicos
Aunque la conservación en la naturaleza es una piedra angular de la conservación de las plantas, los jardines botánicos y los bancos de semillas de plantas vivas también son esenciales para garantizar que ninguna especie rara o amenazada se extinga. Los 3.500 jardines botánicos del mundo albergan aproximadamente un tercio de las especies de plantas conocidas y emplean a más de 60.000 expertos en horticultura, taxonomía, conservación y educación pública.
Según los investigadores, visitados por más de 250 millones de personas cada año, los jardines botánicos también son aliados cruciales para abordar la 'ceguera de las plantas'. Mientras tanto, los bancos de semillas conservan las semillas y otros materiales vegetales en condiciones refrigeradas que les darán la oportunidad de sobrevivir durante cientos o incluso miles de años, y son excelentes herramientas para la divulgación.
El CIAT está construyendo un nuevo banco de genes para el visitante, llamado Future Seeds, que albergará las 68.000 accesiones de frijoles, forrajes tropicales y yuca del centro. Es parte de la red de bancos de genes del CGIAR, que proporciona "copias de respaldo" de sus semillas a la Bóveda Global de Semillas del archipiélago ártico de Svalbard en Noruega.
Reconociendo que los jardines botánicos, los bancos de genes y otras organizaciones que trabajan con plantas comparten la preocupación por su pérdida, y la falta de conciencia pública sobre ellas, las organizaciones se unen para luchar contra la ceguera de las plantas.
El estudio reúne una amplia gama de historias de éxito educativo en las que los jardines botánicos y otras organizaciones se han unido para brindar experiencias educativas formales e informales a niños, padres y capacitación vocacional similar al Programa de Granja de Veteranos que ofrece el Jardín Botánico de Denver (Estados Unidos).
"En una era enfrentada por muchos problemas globales como el cambio climático, la destrucción del hábitat, las extinciones de plantas y animales, la explosión de la población, el hambre y la pobreza, no podemos permitirnos ignorar la 'ceguera de las plantas' por más tiempo", afirma una de las coautoras del estudio, Sarada Krishnan, directora de Horticultura y Centro de Iniciativas Globales en los Jardines Botánicos de Denver.
"Sin plantas no hay vida. Necesitamos reescribir las narrativas de plantas para ponelas plantas en primer plano. Para esto, debemos diseñar nuevos enfoques para atraer a la próxima generación a las ciencias de las plantas", afirma Krishnan. "Tomarse el tiempo para involucrar al público sobre las plantas alimenticias no solo es educativo, sino muy divertido", subraya el coautor del trabajo Ari Novy, presidente y director dele San Diego Botanic Garden. "Resulta que a la mayoría de las personas les encanta comer y realmente disfrutan aprendiendo más sobre sus alimentos", señala.
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