¿Disfruta del sabor de un tomate o una manzana? ¿Se deleita paseando entre las flores? Si es así, ¡feliz Día Mundial de las Abejas (y otros polinizadores)!
Un polinizador es un animal que ayuda a las plantas a producir frutos y semillas, al llevar el polen de flor en flor. Muchas plantas y buena parte de nuestros alimentos dependen del servicio que prestan abejas, mariposas, moscas, pájaros y murciélagos.
El declive o desaparición de los polinizadores puede comprometer la seguridad alimentaria y la conservación de muchos ecosistemas. El Día Mundial de las Abejas y otros polinizadores es un homenaje a esos trabajadores silenciosos y una llamada a su conservación.
¿Podríamos vivir sin polinizadores?
Si las abejas se extinguiesen, la humanidad no desaparecería en cuatro años. Esta afirmación se atribuye por error a Einstein, pero su autor se desconoce. Además, Einstein era físico y no sabía nada de abejas. Por último, pinta un cuadro demasiado tremendista.
El trigo, el arroz y el maíz, tres alimentos básicos, transportan su polen mediante el viento. Pero la producción de hortalizas y frutas depende de insectos. Sin ellos, nuestra dieta vegetal se vería muy empobrecida. De hecho, casi el 90 % de las plantas con flores necesita animales que transporten polen de una flor a otra. Sin polinizadores, quizá no desapareceríamos, pero sí el mundo tal y como lo conocemos.
Las abejas de la miel se llevan la fama, pero son muchos los insectos que cardan la lana. Solamente en España existen 1 200 especies de abejas y abejorros. Esas especies son silvestres y no todas hacen panales. Además, mariposas, polillas, moscas, escarabajos, avispas y otros insectos visitan las flores en busca de polen o néctar y al hacerlo fecundan las flores.
En el trópico, pájaros como los colibríes, lagartos, murciélagos y otros mamíferos también llevan polen de flor en flor. Algunos de esos modos exóticos de movimiento de polen entre flores también se dan en España. En Canarias y Baleares se han descubierto plantas visitadas por pájaros o por lagartos.
Cada vez menos insectos
Por desgracia, los insectos que transportan polen van a la baja. Se ha hablado mucho sobre el declive de la abeja de la miel, pero al ser una especie doméstica cuenta con más ayuda humana. Además, en algunas partes del mundo va al alza o se mantiene.
Es más grave que cada vez haya menos abejas silvestres, mariposas y moscas, al menos en Europa y América del Norte. Su declive no tiene una sola causa. En sistemas naturales, la pérdida o degradación de los hábitats deja menos lugares adecuados para estos animales. En los campos agrícolas, se han eliminado setos y zonas de barbecho que daban alimento y cobijo a insectos polinizadores. Sin pedacitos de hábitat natural entre cultivo y cultivo, pocas especies de insectos pueden sobrevivir.
Una solución a corto plazo es cargar toda la labor en manos de la abeja de la miel. Después de todo, sus colmenas pueden llevarse y traerse para fecundar los cultivos. En los invernaderos también se usan colonias comerciales de abejorros. Sin embargo, no es buena idea que todo dependa de una o unas pocas especies de polinizadores. Las ventajas de contar con un grupo variado de polinizadores son cada vez más evidentes. Si una especie falla, otras pueden sustituirla. Además, las abejas de la miel no son muy eficaces para fecundar algunos cultivos, como el tomate. Por si fuera poco, el uso de plaguicidas también daña a los polinizadores, incluida la abeja de la miel.
Las abejas, solución y problema
Las propias abejas de la miel pueden, en ocasiones, ser parte del problema. Son capaces de recoger mucho néctar y polen y dejar sin alimento a otras abejas silvestres.
En algunas partes del mundo, como Sudamérica, las abejas de la miel se introdujeron de modo involuntario. Su gran capacidad para acaparar recursos ha influido en el declive de abejas nativas. Por tanto, el uso de polinizadores domesticados ha de hacerse con mucho cuidado.
En lo posible, deben favorecerse los polinizadores silvestres presentes de modo natural. Lo mismo ocurre en las ciudades, donde muchas abejas silvestres han encontrado refugio. Sin darse cuenta, los entusiastas de las colmenas urbanas pueden dar la puntilla a esas especies silvestres.
Debe tenerse en cuenta que no es solo una cuestión de alimento humano. Sin animales que lleven polen de una flor a otra, muchas plantas silvestres desaparecerían. Y con ellas, se irían también las funciones que realizan. ¿Podemos vivir en un mundo en el que solo haya dos polinizadores y margaritas? Es como ir quitando remaches a un avión en vuelo y esperar que no se rompa.
El Día Mundial de las Abejas y otros polinizadores es una oportunidad para descubrir el gran servicio que muchos insectos prestan a los humanos. No solo producen alimento; también mantienen ese manto verde y florido que cubre el mundo. Pocas veces es más apropiado el dicho de que conocer es amar. Esos insectos se merecen nuestro respeto y cuidado.