Tras una fuerte presión social, la protección del Ártico está un poco más cerca. La pasada semana los países firmantes del Convenio sobre la Protección del Medio Marino del Atlántico Nororiental, también llamado Convenio OSPAR, –Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Islandia, Irlanda, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal, Suecia, Suiza y el Reino Unido, así como la Unión Europea– se comprometieron a crear un área marina protegida en las aguas árticas bajo su jurisdicción de esta región del mundo durante 2016.
A pesar de las reticencias de Noruega, Dinamarca e Islandia, los 15 países que suscribieron en 1992 el convenio han acordado iniciar el proceso, coordinado por el gobierno de Alemania, para preservar unos 232.650 kilómetros cuadrados, el 10% de las aguas internacionales del océano Ártico.
Este acuerdo sin precedentes permitirá ahora llevar a cabo un estudio ambiental del área que orientará las primeras medidas de conservación. El pacto incrementa la cooperación con el Consejo Ártico, un foro intergubernamental que reúne a los representantes de los pueblos indígenas de la zona y a los gobiernos de los países ribereños del océano.
El volumen de hielo
del casquete polar desaparece a un ritmo del 12% cada 10 años
Además, los firmantes se comprometen a efectuar recomendaciones para reducir el impacto para las aves de las instalaciones energéticas en alta mar en el área marina de su jurisdicción y a dar “pasos clave” en la protección de tres especies identificadas como vulnerables en esta región: las lapas de las Azores (Patella aspera), la lamprea marina (Petromyzon marinus) y el sábalo (Alosa alosa), así como a preservar el hábitat del mejillón (Mytilus edulis).
“Se ha dado un paso importante hacia el deseo de más de siete millones de personas en el mundo: la creación de un santuario en el Ártico. Ahora no hay que bajar la guardia y hacer todo lo posible para que en 2016 se consiga la victoria y se haga efectiva la primera Área Marina Protegida del Alto Ártico, un área que supondría el 10% de este santuario", ha declarado Sara del Río, responsable del área de Incidencia Política e Investigación de Greenpeace España.
La organización ecologista lleva años luchando para que el océano más septentrional del planeta se convierta en un santuario global con su campaña Salvar el Ártico, con la que ha conseguido casi siete millones de firmas. La ONG pide que se declare santuario el área sin reclamar alrededor del polo Norte, lo que ahora se llama Alto Ártico, que se vete la exploración y la extracción petrolífera, que se prohíba faenar a las flotas pesqueras industriales y que el dinero de los gobiernos destinado a ser invertido en la explotación de la zona se dedique a impulsar la eficiencia energética.
Reservas de hidrocarburos más accesibles
La cubierta de hielo ártico se derrite a un ritmo del 12% cada 10 años provocando el aumento de las temperaturas de todo el mundo y una subida del nivel del mar, y la desaparición de la capa de mar helado pone en peligro la supervivencia de la fauna de la región, como los osos polares y las morsas.
Esta pésima noticia desde el punto de vista ambiental es vista como una brillante oportunidad para el sector de los hidrocarburos y por los países ribereños, puesto que las reservas de gas y petróleo submarinas detectadas en la zona son así más accesibles. Un estudio de 2008 del Centro de Investigación Geológica de Estados Unidos (USGS) concluyó que casi el 13% de las reservas mundiales de petróleo y el 30% de reservas de gas aún no descubiertas se encuentran en el área norte del círculo polar ártico. El USGS calcula que en la zona puede haber hasta 90.000 millones de barriles de petróleo, 1.669 billones de pies cúbicos de gas natural y 44.000 millones de barriles de gas natural licuado.
Asimismo, el mar abierto todo el año permitirá una invasión de las flotas de pesca industrial, que con el uso de redes de arrastre arrasarán el fondo marino, y abrirá las puertas a la creación de nuevas rutas marítimas con la apertura del paso entre Canadá y Alaska y la vía que separa Europa de Siberia.
La tensión en la zona aviva el conflicto abierto entre Rusia y la Unión Europea
Esta riqueza inexplotada y la importancia estratégica del enclave en la geopolítica mundial es fuente de tensión entre los ocho países a quienes, según la Convención Internacional de Derecho del Mar de Naciones Unidas (1982), les pertenecen los recursos naturales del fondo marino y el subsuelo de la zona situados a hasta 322 kilómetros de sus costas. Rusia, Canadá, Estados Unidos, Noruega, Dinamarca (por Groenlandia), Islandia, Suecia y Finlandia buscan repartirse el pastel en esta parte del mundo donde no están claros los límites territoriales, lo que avivará el conflicto abierto entre Rusia y la Unión Europea.
Hace un par de meses, el viceprimer ministro ruso, Dmitri Rogozin, publicaba en la red social Twitter que “el Ártico es una Meca rusa”. En agosto de 2007 el conocido explorador y también político ruso, Artur Chilingárov, plantó la bandera del país a una profundidad de más de cuatro kilómetros en el fondo del ártico. Las ambiciones de Moscú en la zona están claramente sobre el tapete.
Ahora, los 15 países firmantes del Convenio OSPAR y la Unión Europea han dado un primer paso para salvar uno de los ecosistemas más amenazados del planeta: el Ártico. Es tan sólo el inicio de un largo recorrido que para hacerse realidad debe contar con el respaldo de toda la comunidad internacional.