El desierto tropical más grande del mundo, el Sáhara –de más de 11 millones de kilómetros cuadrados si se incluye la zona de transición del Sahel–, está perdiendo su fauna silvestre a un ritmo preocupante. Un estudio dirigido por la Zoological Society of London y la Wildlife Conservation Society, en el que también participa la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), advierte de la catastrófica situación del desierto norteafricano y pone el foco en la falta de atención que se le presta. “Los desiertos son raramente vistos como áreas prioritarias de conservación, debido a su relativamente baja productividad”, explican en el trabajo publicado en la revista Diversity and Distributions.
Los grandes ungulados y carnívoros de la región han perdido el 70% de su hábitat
La comunidad científica centra su atención y sus esfuerzos en las zonas húmedas y los bosques. “La priorización de los bosques y determinados puntos calientes ha provocado inevitablemente el abandono de la biodiversidad en otros biomas. En particular, la biodiversidad del desierto ha atraído poca atención, aunque los desiertos cubren el 17% de la superficie terrestre del mundo y tienen un gran valor natural”, exponen los científicos en el trabajo.
Y, de esta forma, el Sáhara pierde poco a poco su riqueza. De los 14 grandes vertebrados que históricamente han vivido en la región, hay cuatro extintos, incluyendo el órix de cuernos de cimitarra (Oryx dammah), y otros están al borde de su desaparición: el addax (Addax nasomaculatus), la gacela dama (Nanger dama) y el guepardo (Acinonyx jubatus hecki).
El resto de ungulados y grandes carnívoros del Sáhara y Sahel han perdido más del 70% de su área de distribución original. Sólo la cabra montés o íbice de Nubia (Nubian ibex) habita todavía la mayor parte de su territorio histórico, pero incluso esta especie está clasificada como vulnerable debido a numerosas amenazas como la caza excesiva. Los más de 40 autores del estudio han evaluado mediante mapas la distribución histórica y actual de 14 especies de mamíferos para comprobar la regresión que han sufrido y conocer el área que ocupan hoy en día.
Dificultad de acceso
Las dificultades en el acceso a la información como consecuencia de la falta de vías de comunicación, la hostilidad del terreno y la inestabilidad política de la región hacen difícil conocer con exactitud las causas de los descensos de las poblaciones, si bien la caza indiscriminada y la falta de apoyo financiero e interés científico en la zona han desempeñado un papel fundamental.
“El Sáhara es un ejemplo de un abandono histórico”, sentencian los expertos. Y lo mismo que ocurre con la biodiversidad pasa con la gente que allí habita: el 6% de la población mundial vive en este entorno duro e impredecible.
En los últimos años, no obstante, ha habido algunos éxitos, como la reciente proclamación en Níger de la Reserva Natural Nacional de Termit y Tin Toumma, que se extiende sobre 97.000 kilómetros cuadrados y alberga alrededor de 150 addax (de los 200 en estado salvaje que quedan en el mundo) y unas pocas poblaciones de gacela dama.
Níger crea una reserva natural de 97.000 km2 que alberga 150 de los 200 addax del mundo
Y el vecino Chad ha puesto en marcha un programa para traer de vuelta al órix de cuernos de cimitarra, actualmente extinguido en libertad. Estos avances son el resultado del esfuerzo de algunas organizaciones como la Fundación para la Conservación del Sáhara (SCF, por sus siglas en inglés).
La velocidad de los efectos del aumento de las temperaturas en las áreas desertizadas se prevé más rápida que en otras partes del planeta, advierten los científicos. “La adaptación a los impactos del cambio climático en los desiertos es, pues, probable que sea particularmente urgente. Si el abandono de la biodiversidad del desierto continúa, hay un riesgo real de que gran parte de su flora y fauna únicas se pierdan y, junto con ellas, parte de la información clave y de las herramientas para la adaptación al calentamiento del planeta”.
Así, pues, conocer mejor la situación de los desiertos da pistas muy útiles para enfrentarse a los cambios climatológicos previstos, ya que en ellos habitan especies únicas que han evolucionado para sobrevivir en un ambiente estresante, hostil y variable y sometido a temperaturas extremas.
Por ello, los autores del estudio reclaman a la comunidad científica, gestores, políticos y entidades financiadoras que no se olviden de los desiertos y que colaboren en el desarrollo de nuevos enfoques para la gestión sostenible de las especies y de los ecosistemas desérticos.
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