La cultura popular nórdica incorpora una extensísima mitología protagonizada por trolls, dragones, enanos, gigantes y elfos, difundida a nivel mundial por el sudafricano John Ronald Reuel Tolkien, quien se basó en estas leyendas para escribir El Hobbit y El Señor de los Anillos, novelas que han alcanzado un éxito millonario en todos los rincones del globo sólo superado por el de sus versiones cinematográficas.
Se trata de una mitología que, como sucede en muchas otras culturas, mantiene una profunda relación con el territorio. Los ríos, montañas o árboles descritos en sus historias son lugares reales y cercanos que pueden verse y visitarse. Este es el caso del campo de lava de Gálgahraun, el paraje del oeste del país por el que se proyectó hacer pasar la vía rápida y que alberga una supuesta iglesia élfica.
Un vidente dice que los genios no desean irse. Un 62% de los islandeses cree en ellos
El proyecto topó de inmediato con la oposición de una asociación llamada Hraunavinir (Amigos de la Lava en islandés), que movilizó a cientos de personas contra la ejecución de la autopista, cuyas acciones llegaron a incluir el bloqueo permanente del acceso a la zona de excavadoras, camiones y otra maquinaria necesarios para la construcción. Se produjeron momentos de tensión y algunas detenciones.
Los opositores solicitaron al vidente Erla Stefánsdóttir que evaluara si existían o no duendecillos en la zona afectada. Éste informó de que no hay elfos viviendo en la zona, pero sí una especie de iglesia de los mismos en el paraje llamado Ófeigskirkja.
El pianista y vidente, que señala que “suele haber problemas si no se consulta antes a los elfos”, dijo haberse comunicado con ellos y haberles pedido si estarían de acuerdo en moverse para dejar paso a la carretera. La respuesta fue que no. Que “les encanta ese lugar”. Y advirtió de forma tajante que no debían removerse las piedras del lugar porque “hay que tener mucho cuidado con estos seres”.
En 2006, la ciudad de Vogar ya requirió los servicios de Stefánsdóttir para que convenciera a un grupo de elfos de que abandonaran una finca donde debía construirse una residencia geriátrica. En este caso dijo haberlo conseguido y el edificio pudo erigirse sin mayores incidentes.
Finalmente, las reivindicaciones de los opositores a la autopista fueron apoyadas incluso por el ministro de Interior islandés, Ögmundur Jónasson, que el pasado mes de abril pidió a la administración nacional de carreteras y al alcalde de Garðabær –la población por la que debe pasar la ruta– que reconsideraran el proyecto. El pasado diciembre, el Tribunal Supremo islandés paralizó los trabajos de forma cautelar, a la espera de una resolución judicial definitiva sobre su conveniencia.
La casa del presidente
El resto del Gobierno no comparte la postura del ministro. Especialmente el presidente, Ólauf Ragnar Grímsson, dado que la vía proyectada debía discurrir desde la punta de la península de Álftanes, donde el mandatario tiene su casa, hasta el municipio de Garðabær, situado a unos 10 kilómetros de la capital del país, Reikiavik.
Se da la circunstancia de que 108 hectáreas de la zona, que ahora iban a ser atravesadas por la autopista, fueron declaradas entorno protegido en 2009, para salvaguardar su flora, su fauna y las formaciones de magma solidificado, tanto en tierra firme como en la zona marítima adyacente. En el documento firmado entonces no se decía nada de los elfos.
El activista ecologista Andri Snaer Magnason, uno de los impulsores de las protestas, considera que las motivaciones medioambientales son las principales a la hora de oponerse a la carretera de Álftanes, ya que la cinta asfaltada “iba a cortar en dos el campo de lava y destruir un importante punto de nidificación de aves migratorias”.
El campo de lava fue declarado reserva en 2009 y en él nidifican aves migratorias
El campo de lava de Gálgahraun es un paraje de gran belleza, pese a su aridez, desolación y un entorno climatológicamente hostil. Creado hace 8.000 años por la intensa actividad volcánica de la zona, se trata de las corrientes de lava emanadas del volcán Búrfell y solidificadas en su camino hacia el frío Atlántico. El lugar ha conseguido mantenerse prácticamente intacto y es el hogar de diferentes especies de aves y plantas.
A la hora de constatar las razones del éxito de la oposición a la autopista no hay que menospreciar el poder de los elfos. Según un estudio de la Universidad de Islandia publicado en 2007, hasta un 62% de los islandeses aseguraban que los elfos existían. Se trata de unos porcentajes mucho más elevados que en los países vecinos, como Noruega, Suecia o Dinamarca, donde la popularidad de estos seres bajó en picado ya durante el siglo XIX.
Para quienes creen en ellos aún sin haberse encontrado nunca con uno, el motivo que sean tan difíciles de ver lo daría su propio nombre, ya que en islandés se conocen como huldufólk, lo que significa gente escondida. El ecologista Magnason no descarta totalmente su existencia: "Me casé en una iglesia con un dios justo tan invisible como los elfos”, argumenta.
Su presencia en la mitología nórdica es abundante y muy antigua, aunque las definiciones sobre qué serían resultan más bien vagas. Algunas veces son presentados como seres o espíritus poderosos y hermosos, otras con aspecto tan humano que incluso se confunden y mezclan con nosotros y, a veces, como entidades semi-divinas asociadas a la fertilidad y el culto a los ancestros.