El mayor organismo público de investigación biomédica de Estados Unidos, los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), ha concedido la jubilación a los últimos 50 chimpancés utilizados para la experimentación. “Ya no mantendremos a la colonia de chimpancés para la investigación futura. Los chimpancés propiedad de los NIH serán reubicados en refugios para animales tan pronto como sea posible”, anunció su director, Francis Collins, en una carta divulgada el pasado 18 de noviembre.
Tras ser sometidos durante años a ensayos clínicos y otros tipos de pruebas para beneficio de los seres humanos –con quienes comparten el 99% de la información genética– los simios serán enviados, desde las tres instalaciones situadas en Texas y Nuevo México en las que viven, al refugio federal Chimp Haven, en Keithville (Luisiana).
Llegarán a la reserva, que es ya el hogar de más de 200 chimpancés, de forma gradual, puesto que por el momento sólo hay 25 plazas disponibles. E irán con un salvoconducto bajo el brazo, para que no puedan ser de nuevo empleados en la investigación médica.
La decisión afecta tan sólo al medio centenar de chimpancés propiedad del gobierno, no al resto –unos 400, según la Humane Society of the United States– empleados en centros de investigación privados. El número de estos animales usados para la experimentación científica ha ido disminuyendo paulatinamente debido a las campañas de los grupos animalistas y a la creciente tendencia internacional a reducir al máximo la utilización de grandes simios en los laboratorios.
EE UU y Gabón son los dos únicos países que experimentan con chimpancés
“Cada vez más, los laboratorios biomédicos privados están dejando de utilizar chimpancés por la presión social ejercida a causa de las grandes similitudes que tienen con los humanos, por lo que sufren en cautividad y además por el bajo rendimiento de los estudios”, explica a EcoAvant.com el director ejecutivo del Instituto Jane Goodall en España, Federico Bogdanowicz.
Los mismos NIH iniciaron un proceso de revisión de los procedimientos que se utilizaban con nuestros parientes más cercanos del reino animal. En diciembre de 2010, se encargó al Instituto de Medicina (IOM, por sus siglas en inglés) un estudio para conocer la necesidad científica real de utilizar a los chimpancés en la investigación médica. El comité encargado del IOM concluyó que "aunque el chimpancé ha sido un modelo animal útil en investigaciones anteriores, la mayor parte de su uso actual es innecesario”. Sin embargo, el órgano asesor añadió algunas excepciones.
En junio de 2013, los NIH, tomando en consideración las recomendaciones del IOM, anunciaron su decisión de reducir el uso de chimpancés en la investigación médica y de mantener solamente un pequeño grupo para ello. Así, la colonia pasó de 360 ejemplares a 50.
Además, el pasado verano, el Servicio de Pesca y Vida Salvaje de EE UU otorgó a los chimpancés en cautividad la protección que se concede a las especies en peligro de extinción. A partir de este momento, la importación y exportación de estos mamíferos para experimentación biomédica a través de las fronteras del país norteamericano y entre sus estados requieren de permisos especiales emitidos por dicho organismo.
Asimismo, fallos judiciales recientes les han reconocido derechos legales similares a los de los seres humanos. La organización Nonhuman Rights Project (NhRP) lleva años luchando para modificar el estatuto jurídico de los animales, para que pasen de ser considerados de cosas a personas con derechos fundamentales como la integridad física y la libertad corporal, así como otros a los que la evolución de las normas morales, nuevos descubrimientos científicos y la experiencia humana les puedan hacer acreedores en el futuro.
Los macacos de Camarles
"Como resultado de numerosos cambios registrados en los últimos años, y de la reducción significativa de la demanda de chimpancés para investigación biomédica apoyada por los NIH, está claro que hemos llegado a un punto de inflexión", afirma Collins. En los últimos dos años y medio tan sólo hubo una solicitud para usar a los chimpancés, y finalmente fue retirada.
No obstante, Collins destaca que “la investigación con primates no humanos ha sido y continúa siendo vital para ayudarnos a entender y mejorar la salud humana en multitud de formas, incluyendo el desarrollo de tratamientos e intervenciones quirúrgicas” y deja bien claro que “estas decisiones son específicas para los chimpancés. La investigación con otros primates no humanos seguirá siendo valorada, apoyada y llevada a cabo por los NIH”, advierte en la nota oficial el máximo responsable del organismo público estadounidense.
"He trabajado en esto desde 1987, y por fin está ocurriendo. Ha sucedido por etapas, y ésta es la final, en la que los últimos 50 chimpancés que estaban en manos de científicos han sido liberados", afirma la doctora Jane Goodall. “Es una muy buena noticia que chimpancés que se hallaban en esas condiciones tan crueles sean liberados, pero lamentablemente esta situación continuará con otras especies de primates”, explica Bogdanowicz.
Estados Unidos y Gabón son los dos únicos países del mundo que aún experimentan con chimpancés. La Unión Europea prohibió esta práctica hace años, a pesar de que se continúan utilizando otros primates, como los macacos Rhesus, muchos de ellos exportados desde Cataluña. “En la granja de macacos de Camarles (Tarragona) crían a los animales traídos de la isla Mauricio, que después venden a laboratorios para experimentos que son tan o más crueles que los que se hacían a los chimpancés”, denuncia Bogdanowicz.
"No estamos ante una disyuntiva, o animales o humanos, sino que hay alternativas"
“Es un problema similar al de los chimpancés. Parece como si los macacos sufrieran menos, pero no es así. Simplemente es que nos vemos más alejados de ellos y no hay todavía tanta presión social”, reflexiona. Las asociaciones animalistas llevan años pidiendo el cierre de este centro de distribución de primates, pero la Administración catalana hace oídos sordos. “A nivel legal no ven razones para hacer otra inspección, pero nosotros hemos pedido una, que está en trámite, realizada por primatólogos independientes, para asesorar y asegurar el mayor bienestar para los animales mientras no se pueda cerrar definitivamente”, añade.
No sólo nuestros parientes más cercanos son empleados en todo tipo de investigaciones biomédicas invasivas: ratones, perros, gatos y cerdos también forman parte ellas. Sirven como modelos para probar desde tratamientos a enfermedades humanas hasta armas biológicas. El pasado junio, la Comisión Europea tumbó la iniciativa ciudadana Stop Vivisection, respaldada por 1,17 millones de firmas, que pedía el fin de la experimentación científica con animales.
“La capacidad de sufrimiento de un animal no depende de su inteligencia, sino de su sistema nervioso: sufre un chimpancé, sufre un perro, un gato y una rata. Aunque es comprensible que busquemos cura para las enfermedades que afectan a nuestra especie, no estamos ante una disyuntiva, o los animales o los humanos, sino que hay otras alternativas que se deben fomentar” apunta el director ejecutivo del Instituto Jane Goodall en España, quien responde a aquellos que critican a las organizaciones animalistas: “A veces quieren hacer creer que no nos importa la salud humana y que a los laboratorios sí, cuando se ha visto que en realidad no interesa la salud humana como concepto, sino los clientes que pueden pagar determinados tratamientos en determinados lugares del mundo”.
“Ya que tenemos un cerebro tres veces más grande que el de un chimpancé y que somos bastante empáticos como especie, creo que deberíamos aprovechar esa inteligencia para desarrollar alternativas y esa empatía para entender que la naturaleza no es nuestra despensa. A veces pensamos tan antropocéntricamente que nos olvidamos de que somos una especie más en el planeta, y una especie muy nueva, que se está cargando el hábitat de todas las demás”, concluye Bogdanowicz.