Felipe Ravina pasa mucho tiempo en el mar, buceando, cámara siempre en mano para grabar algo que no hayamos visto aún. Quiere que nos maravillemos como él con lo que las Islas Canarias tienen para ofrecer al mundo: una fauna marina riquísima, envidiable, con la esperanza de que algún día la sociedad la proteja con medidas a la altura de su grandeza.
Con su proyecto Especies de Canarias ya ha llegado al corazón de miles de seguidores en todo el mundo y hoy en día es una cara visible de la conservación local. Su último cortometraje trata sobre los tiburones angelotes.
Ha sido realizado con la colaboración de varios actores clave de la región y grabado en Tenerife, Fuerteventura, Gran Canaria y Lanzarote. En él se muestra de manera inédita, como es el día a día de esta especie en peligro crítico de extinción que ha encontrado en estas aguas un espacio de gran importancia biológica para su futuro.
Especies de Canarias comenzó en 2015 siendo solo un proyecto personal. Hoy en día, cuentas con miles de seguidores en las redes tanto de las Islas Canarias como del resto del mundo. ¿Cómo surgió la idea y en qué medida observas que el mensaje conservacionista está calando en tu público?
Todo empezó cuando estudiaba en la universidad. Con frecuencia, después de las clases, buceaba con mis compañeros. Con una pequeña action camera se me ocurrió la idea de hacer diferentes episodios sobre las especies que tenemos en nuestro fondo. Con el tiempo, empecé a hacer cortometrajes y vídeos más largos.
De parte del público, recibo muchos mensajes sobre mis cortometrajes; agradecimientos por exponer los problemas que afrontan las especies de nuestras aguas, pues muchos de mis vídeos han tenido una gran difusión a nivel local.
Creo que la gente se va dando cuenta de la riqueza que tenemos y de las amenazas que afronta nuestra fauna; pero también de las soluciones. Me gusta abordar en mis vídeos las soluciones que están en nuestras manos para ayudar a los océanos. En el caso de Canarias, ha habido un cambio de actitud en la gente a lo largo de los años.
Por ejemplo, hace una década muy poca gente sabía lo que era un angelote y, hoy en día, es un icono de Canarias y una especie a proteger. Esto ha sido gracias no solo a Especies de Canarias, sino al trabajo en conjunto de otros muchos proyectos que muestran lo que ocurre en el mar.
Acabas de estrenar un corto sobre los angelotes en el que se pueden ver imágenes inéditas sobre su cortejo de apareamiento. Cuéntanos, ¿Cómo fue el proceso de grabación y qué objetivo tiene esta producción?
Durante dos años he estado grabando diferentes comportamientos de esta especie. Las imágenes del cortejo fue lo primero que se grabó, pues, en Fuerteventura, hubo una concentración muy poco habitual de angelotes de unos 80 individuos en un área muy pequeña y durante muy pocos días.
El trabajo de difusión, de cómo íbamos a hacer la publicación, lo realizamos en colaboración con la Compañía Cervecera de Canarias. Se nos ocurrió la idea de juntar todos esos comportamientos en un mismo vídeo y hablar del área de cría de la Playa de las Teresitas, en Santa Cruz de Tenerife, que es la mayor área de cría de esta especie en el mundo hasta la fecha conocida.
Colaboramos también con el Ayuntamiento de Santa Cruz, lo que nos dio mayor difusión gracias a su contactos en los medios. El objetivo era compartir el corto con la población en general, no solo con los que ya estamos interesados en la conservación.
La colaboración con estas entidades nos ayudó a llegar a un público que no tiene porque tener un interés en el mar, pero que este tipo de vídeo pueden hacerles cambiar un poco el chip.
¿Por qué la Playa de las Teresitas es un lugar clave para la vida de los angelotes?
Las Teresitas es una playa muy especial para los angelotes por varias razones. Primero, es una playa protegida que tiene una escollera por fuera, un dique de rocas, lo que hace que las aguas entre la orilla y la escollera sean muy tranquilas y poco profundas. Estos diques de roca son estructuras que se hacen de manera artificial para hacer las playas más aptas para el baño. Además, la arena no es originaria de la isla, sino que la trajeron; antes estaba cubierta de piedras…
La playa no es muy turística, aunque sí bastante transitada por la gente local. Segundo, hay muchos gueldes, la comida que más les gusta… Y lo último es que tienen muy pocos depredadores.
La UICN clasifica al angelote como una especie en peligro crítico de extinción. A la luz de estos datos y a raíz de vuestro trabajo de divulgación ¿se están llevando a cabo medidas para su protección?
Lo que más hemos hecho en estos años es la concienciación en torno a la interacción humana con los angelotes. Al haber tantos angelotes conviviendo con tantos bañistas, a veces, al entrar en el agua, la gente pisa alguno. El animal se defiende intentando escapar como puede, entonces puede morder un poco, pero son heridas mínimas, apenas unos rasguños. El problema es que la gente se alarma un montón… A veces han tenido que salir los investigadores o yo para dar explicaciones y repetir que no es peligroso; que es normal que si lo pisas, se va a defender. Los medios de comunicación sacan titulares exagerados y al final se vuelve todo un espectáculo.
En vuestro corto, sugerís que hay que entrar arrastrando los pies para evitar este tipo de desencuentros en Las Teresitas.
Si arrastras los pies y lo tocas, se asusta. No te va a morder si no lo pisas. Pero si lo pisas, hay que recordar que nosotros nos llevamos un rasguñito, pero ellos se van a llevar un pisotón de 80 kg; son ellos los peor parados.
Es interesante vuestro trabajo de divulgación para desmitificar la imagen que la sociedad tiene de los tiburones. En España cada vez que surge una noticia de algún tiburón acercándose a la orilla se aborda sugiriendo peligro o, en todo caso, como algo negativo.
Ese es nuestro objetivo, que la gente conozca las especies y que las vea como un valor de nuestras aguas y no como una fuente de problemas.
Te dieron el primer premio en el prestigioso certamen internacional World Shootout 2020 por tu cortometraje Tiburón Solrayo, grabado en la isla de El Hierro. ¿Qué significó para tí?
Fue un orgullo ganar el primer premio, ya no solo por ganar en una competición en la que participan casi 300 profesionales, sino por hacerlo con un vídeo de Canarias en un evento en Alemania. La gente no conocía la isla del Hierro cuando se proyectó, entonces todo el mundo se quedó asombrado de que eso pudiese verse en nuestras aguas.
¿Siempre quisiste dedicarte a lo audiovisual?
Durante mi estancia en la Paz, en la zona de Baja California Sur, tenía que hacer mucho trabajo de ordenador, artículos científicos… Eso era lo que debía hacer, pero tenía también la opción de salir a bucear.
A 10 minutos de mi casa había mantas, tiburones ballena, ballenas saltando… Pensaba: “Este artículo lo voy a escribir y lo van a leer 10 personas científicas, gente que ya sabe de estos temas. No va a afectar a la forma de vivir de nadie. Mientras que si hago un vídeo espectacular puedo impactar a mucha gente”.
De hecho, fue lo que pasó en México: fuimos a nadar con rayas mobula en una agregación espectacular que hubo, un grupo enorme, y lo grabamos… Fue muy divertido, la experiencia de mi vida en ese momento. El vídeo se viralizó, llegó a todo el mundo y lo cubrieron todos los medios de Canarias. Toda esa repercusión fue gracias a un vídeo grabado con una simple action camera… Eso me motivó mucho.
¿Y sobre la fauna canaria, has realizado vídeos con especial repercusión?
Hice un vídeo sobre por qué no levantar a los angelotes cuando están descansando en la arena. Antes era bastante tradición entre los buceadores de Canarias levantarlos por la cola para sacar fotos. En el vídeo advertía sobre que esto les perjudica, entre otras cosas, porque los tiburones gastan mucha energía enterrándose. Tuvo medio millón de reproducciones y me hablaron instructores de buceo para decirme que no sabían el impacto que tenía este gesto y que iban a dejar de hacerlo.
También hice un par de canciones bajo el agua, como el primer rap submarino, que se utilizaron en las escuelas con fines educativos. Fue un bombazo a nivel local… Siempre he estado buscando nuevas formas de llegar a todos los públicos, no solo a la gente que está a favor de la conservación.
En tu documental El Suroeste de Tenerife denuncias que la política de desarrollo turístico y urbanístico de las Islas Canarias ha sido en detrimento de la protección de los ecosistemas marinos. ¿De qué manera impactan estas actividades al mar en el caso concreto de Canarias?
En Tenerife o Gran Canaria, no encuentras más de dos kilómetros de línea de costa sin construir. La construcción tiene un gran impacto en los océanos como, por ejemplo, el producido por el vertido de aguas residuales. En Tenerife, más de la mitad de los emisarios submarinos son ilegales. Todo ello impacta también a los fondos marinos. En los años 70 y 80, que no había esa conciencia, se entiende el desarrollo turístico; pero, ahora, con la experiencia de la pandemia, vemos que no podemos seguir destruyendo los pocos espacios naturales que quedan: nos afecta de una forma o de otra.
¿En qué medida crees que la pandemia podría poner en cuestión el modelo de desarrollo turístico actual?
Después de la primera cuarentena, cuando empezaron a dejarnos salir por las tardes unas horas, yo me daba paseos por las playas del sur. Me impresionó ver aquellos monstruos de hoteles cinco estrellas de 700 camas, todos vacíos. Tantos años en los que hemos puesto la prioridad en traer más y más gente, y no importaba tanto la calidad sino la cantidad, cuantos más mejor. En los titulares, decíamos: “Un éxito, este año hemos conseguido traer a siete millones de turistas”. Si vuelve a pasarnos algo así, este modelo no tiene futuro.
En estos momentos, por ejemplo, la gran mayoría de partidos políticos de Tenerife están insistiendo en llevar a cabo el proyecto del puerto de Fonsalía, un megapuerto para 500 embarcaciones en una zona donde ya hay cuatro puertos y donde hay más de 400 ballenas a menos de tres kilómetros de la costa. Lo venden como progreso, pero en Canarias ya te puedes mover entre islas en prácticamente dos horas y llegar a cualquier lugar por carretera. Si no paramos, la isla se va a quedar como un anillo de cemento. Es una pena…
Cuando vienes a lugares como Canarias, quieres ver naturaleza. Los resorts están en todo el mundo. Creo que hay que ofrecer un turismo de calidad, que repercuta en la economía de proximidad y donde la naturaleza esté siempre protegida. Protejamos en Canarias lo que nos hace únicos y no sigamos construyendo hoteles, puertos y carreteras.
En cuanto al efecto del impacto que genera el tráfico marítimo sobre los cetáceos, este es un tema que está calando en el debate internacional. Hay países, como Chile, que ya están empezando a tomar medidas para mitigar este problema.
Aquí en Canarias tenemos el problema de los fast ferry. Son barcos rápidos de pasajeros que, por cierto, en Hawái, están totalmente prohibidos para proteger a la población de ballenas jorobadas. Aquí, no solo no están prohibidos, sino que, cuando llega un nuevo modelo de este tipo de barcos, la gente lo celebra porque se va a tardar 15 minutos menos en llegar de un punto a otro.
La Organización Marítima Internacional tiene identificada a Canarias como uno de los hotspots [puntos calientes] en cuanto a las colisiones de ballenas con barcos; en los últimos años, cada cierto tiempo, aparecen cachalotes varados o flotando en superficie con cortes en la cabeza. Han habido años en los que hemos contado hasta cinco individuos.
Hace unos años, hubo un proyecto para crear un gran santuario marino en el área de la Macaronesia, justamente debido a su importancia biológica. Fue una iniciativa que nunca vio la luz, pero ¿qué opinión os merece a los conservacionistas canarios esta figura de protección de los océanos?
Que Canarias establezca una gran área marina protegida en sus aguas es uno de nuestros objetivos. Aunque no hay datos confirmados, sabemos que el gobierno de Canarias tiene la intención de desarrollar la minería submarina, perforar los fondos marinos.... Con este tipo de industrias no es fácil medir el impacto sobre la fauna, porque ocurre a miles de metros de profundidad. Un área marina protegida prohibiría este tipo de actividades industriales. También permitiría regular mejor la pesca.
Hay estudios de la Universidad de las Palmas que estiman que tanto Tenerife como Gran Canarias han perdido entre el 80 y el 90 por ciento de su biomasa marina en los últimos 40 años a causa de la sobrepesca y de la pesca ilegal. A todo el mundo nos gusta comer pescado, entonces es normal que con esa presión los peces vayan desapareciendo.
¿Algún modelo de área marina que os gustaría para vuestras islas?
Personalmente me inspira la experiencia de Cabo Pulmo, en Baja California Sur, México, donde estuve hace poco. Cabo Pulmo era un pequeño pueblo pesquero afectado por la sobrepesca. Los pescadores tenían que ir cada vez más lejos y gastar más combustible para obtener capturas. Se dieron cuenta de que no era sostenible; entonces, la población decidió que había que cerrar una zona a la pesca. Crearon así la reserva marina.
Desde que dejaron de pescar hasta ahora la biomasa ha aumentado un 400%. Si buceas allí ahora es espectacular, como si entraras en el océano hace 100 años, los bancos de peces llegan a tapar el sol a los buceadores cuando están en el fondo.
En Canarias, sin embargo, solo hay unas pequeñas zonas de reserva integral en El Hierro y en el archipiélago Chinijo, cerca de La Graciosa; pero, no es nada significativo. Las reservas marinas aquí son todas de interés pesquero. Regulan las capturas y las artes de pesca, pero solo eso. Merecería la pena seguir el ejemplo de Cabo Pulmo para intentar recuperar nuestros fondos marinos.
¿Se ha producido algún cambio a escala local que te de esperanza en lo relativo a la conservación del océano canario?
El avistamiento de cetáceos es un buen ejemplo. Hoy en día, en Canarias y en toda España, se ha hecho un gran trabajo para que los barcos de avistamiento lo hagan bien. De hecho, se ha creado un código de conducta para hacer un avistamiento responsable que ponga especial atención en el animal.
Por otra parte, creo que ha habido un cambio muy positivo en la población en general. En el caso del megaproyecto del puerto de Fonsalía, veo como la población rechaza cada vez más ese tipo de infraestructuras, pues la conservación está cada vez más arraigada en la conciencia de la gente. Solo falta que este cambio llegue también a nuestros políticos. Con eso me quedaría, con el cambio que estamos viendo en la sociedad canaria gracias a la acción de muchos.
Somos muchos en Canarias los que trabajamos para mostrar la biodiversidad terrestre y marina de nuestras islas, la originalidad de nuestros paisajes, para que la gente valore estas riquezas y decida conservarlas.