Uno de los logros más reconocibles de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) son las listas rojas de especies amenazadas, una especie de inventario mundial que permite conocer el estado y la evolución de la biodiversidad en el mundo. Actualmente, más de 37.400 especies están amenazadas de extinción. Son el 28% del total de las especies evaluadas hasta hoy.

En España habitan unas 85.000 especies de animales, hongos y plantas, según la UICN, el 54% de las que habitan en Europa y el 5% de las conocidas a nivel mundial. Un 14% está amenazada a nivel europeo. En junio de 2019, España tenía 5.917 especies incluidas a nivel europeo en alguna de las ocho categorías de amenaza propuestas por la UICN. Dos extintas, una extinta en estado silvestre, 157 en peligro crítico, 253 en peligro y 306 vulnerables. Las mayores amenazas son de origen antropocénico: principalmente, la pérdida, degradación y fragmentación de los hábitats.

Hemos charlado con Juan Antonio López, presidente del Comité Español de la UICN, que alerta de la degradación acelerada de la situación mientras prepara el próximo Congreso Mundial de la Naturaleza.

"Todos los objetivos y expectativas puestas en 2020 no solamente no se han cumplido por parte de gobiernos y organizaciones internacionales, sino que para colofón tuvimos la pandemia"

En 2016 usted participó en el Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN celebrado en Hawai, en el que ya se alertó de la aceleración de la pérdida de biodiversidad. ¿Qué ha pasado en los últimos años?

El nuevo congreso se ha pospuesto hasta septiembre y se celebrará en Marsella, pero seguimos perdiendo biodiversidad. Todos los objetivos y expectativas puestas en 2020 no solamente no se han cumplido por parte de gobiernos y organizaciones internacionales, sino que para colofón tuvimos la pandemia. En ciertos aspectos ayudó a que hubiera una desaceleración de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero no se han podido celebrar los eventos previstos ni se ha podido hacer una evaluación tangible de los últimos años.

 

Pero a grandes rasgos, y vista la evolución reciente, ¿en qué situación estamos hoy?

Estamos peor, sin duda. Se ha querido jugar con el cambio climático: sabemos que es una evolución natural, pero no al ritmo al que íbamos. Por eso, había previsiones desde hace 20 años de la aceleración, y esas expectativas se han incrementado de forma exponencial, porque hemos aumentado un grado, y se han derretido hielos y acidificado mares de forma más rápida y drástica de lo previsto en 2016. El Congreso que se celebró en Hawai se tituló Un planeta en la encrucijada, y se planteaban acciones globales, urgentes y rápidas. No han sido suficientemente contundentes. La erosión y la contaminación va a más. Por ejemplo, en el caso de los plásticos, se observa en los datos concretos sobre plásticos acumulados, no solo en el mar, sino en todos los organismos vivos.

 

España es uno de los países que mayor biodiversidad aporta a la UE. ¿Cuáles son las principales amenazas a la biodiversidad en nuestro país?

Por situación geográfica y bioclimática tenemos la mayor concentración de biodiversidad y el mayor número de ecosistemas diferentes. Por tanto, tenemos la mayor responsabilidad dentro de Europa, pero en la mayor parte de las ocasiones vamos tarde en normativa y aplicación. Se han hecho proyectos importantes para aumentar la superficie conservada, para superar el 10% en el ámbito marino, a través de proyectos globales que ha llevado la Fundación Biodiversidad, pero una cosa es declarar un espacio dentro de la red de espacios protegidos y otra aplicar la conservación de forma real. No sirve de nada declarar una reserva marina si no hay recursos ni capacidad de protegerla de forma real.

 

Uno de los retos a futuro es la escasez de recursos hídricos, la desertificación y la degradación de los suelos. ¿Qué repercusiones puede tener sobre la biodiversidad en nuestro país?

Enorme. Precisamente por la situación que tenemos somos uno de los países más afectados por el cambio climático, por la erosión y la desertificación del suelo. Dentro de los puntos calientes a nivel global, ya se han hecho muchos estudios sobre qué territorios van a ser más afectados por la escasez de agua, y España está incluido. Si se pierden esos recursos hídricos se pierde masa forestal, vegetación, se erosiona el suelo y toda la biodiversidad vinculada, que depende de esa parte vegetal, se va a ver muy afectada.

 

En 2010, España se comprometió en el Convenio sobre la Diversidad Biológica de Nagoya a detener la pérdida de biodiversidad para 2020. ¿Se ha cumplido?

No se ha cumplido. Ahora habrá que hacer una evaluación, que se está en ello y se están actualizando datos, y sabremos realmente hasta dónde hemos llegado. Pero con certeza sabemos que no hemos llegado a esos objetivos.

"El gran tráfico marítimo que sigue creciendo, a pesar de las cifras desorbitadas que supone, está entrando en competencia con las especies migratorias, que son muchas las que pasan por el Mediterráneo"

 

Un ejemplo paradigmático de nuestros espacios protegidos, para lo bueno y para lo malo, es Doñana. Cuenta con protección desde hace décadas, pero su acuífero sigue amenazado y los afluentes presentan en algunos tramos niveles muy altos de nutrientes que suponen un riesgo de eutrofización. ¿Funcionan nuestras herramientas de protección?

Doñana es un espacio muy singular, no solo por lo emblemático y lo que conlleva. La UICN ha luchado mucho, en 2016 se presentó al Parque de Doñana y de Sierra Nevada como candidatos a las listas verdes, espacios protegidos donde se cumplían las medidas de gestión adecuadas para la conservación. En el caso de Doñana hubo mucho debate por la cantidad de intereses de diferentes sectores actuando en ese espacio. Es un espacio complejo.

 

En España hay competencias compartidas entre el Estado y comunidades autónomas. ¿Hay coordinación suficiente entre administraciones?

Depende del caso. En general sí hay una coordinación, a través de la red de parques nacionales, con los gestores de todos los parques y el propio Estado, pero la propia ley le da una autonomía a cada una de las regiones, y en cada caso se actúa de forma particular.

 

En el último congreso llamaron la atención sobre la amenaza de las especies invasoras. Estamos viendo ejemplos de sustitución de especies, como el visón americano y el visón europeo, o los problemas generados en el Mediterráneo por la llamada “alga asiática. ¿Qué factores contribuyen a su introducción?

Ha ido sucediendo desde hace muchos años, y va a más. Afecta a la biodiversidad y a sectores económicos. El alga invasora está afectando de forma impresionante a sectores como la pesca, al turismo, a los usuarios de la playa… Estos procesos que tendrían que ser más lentos, pero el cambio climático fomenta esa entrada cada vez mayor de estas especies. Además, la movilidad global por mar, tierra y aire acelera la entrada de estas especies, y la sustitución de las autóctonas.

 

El Mediterráneo, por sus propias características de mar casi interior, está especialmente expuesto a la contaminación. ¿Cuál es su estado actual?

Si lo vemos a nivel global es un gran lago, un espacio relativamente pequeño en comparación con otros mares y océanos. Es uno de los mares más poblados de la tierra, especialmente el litoral, a lo largo de toda la historia. La afección es muy especial: urge, y ya hay iniciativas que se están organizando para el congreso de Marsella, para crear una gran alianza para la conservación del Mediterráneo. Es uno de los mares con mayor biodiversidad y esto conlleva que el gran tráfico marítimo que sigue creciendo, a pesar de las cifras desorbitadas que supone, está entrando en competencia con las especies migratorias, que son muchas las que pasan por el Mediterráneo, y va mermando los fondos. Es un espacio sensible y exige unas medidas especiales.

 

¿El litoral es nuestro territorio más amenazado?

Sí, no solo por la urbanización que existe, fundamentalmente en el Mediterráneo, sino porque tenemos un problema con la depuración de aguas y la erosión. Ese punto de encuentro entre tierra y mar es el lugar donde se concentra la mayor biodiversidad, no solo marina sino también terrestre.

"En la última década está cambiando la concepción del turismo, especialmente en el litoral Mediterráneo, buscando un turismo de más calidad y más respetuoso del medio ambiente"

 

En España, ¿el turismo es una amenaza?

Sí, el turismo de una forma salvaje, tal y como se llevaba hasta hace poco es una de las grandes amenazas. En la última década está cambiando la concepción del turismo, especialmente en el litoral Mediterráneo, buscando un turismo de más calidad y más respetuoso del medio ambiente. Creo que ha mejorado bastante en poco tiempo, por la propia supervivencia del sector. No se puede ofrecer unas playas y costas en mal estado.

 

El año pasado se produjo un fenómeno inusitado: una tortuga boba desovó en Fuengirola, en el Mar de Alborán. Nunca habían desovado tan cerca del Estrecho, y esto puede estar relacionado con el calentamiento de las aguas. Parece que el cambio climático va a alterar algunos procesos naturales tal y como los conocíamos.

Sí, estos fenómenos van a ser más comunes. Esa es la punta del iceberg. En el caso de la tortuga boba, cuyo lugar de reproducción estaba en zona más cálida, desde hace tres o cuatro años cada vez son más los casos de nidos en nuestro litoral. Pero pasa con otras muchas especies. Esto es lo que vemos, lo que no vemos es mucho más. Este cambio en la temperatura del agua está provocando el desplazamiento de otras especies que no solían reproducirse en nuestras aguas y ahora sí vienen. En cambio, otras tienen que irse a lugares más fríos.

 

Alianza por el Clima acaba de alertar sobre el riesgo para la biodiversidad de un desarrollo incontrolado de las renovables. ¿Las renovables son una amenaza tal y como están planteadas? ¿Se están teniendo en cuenta criterios ambientales en su desarrollo?

Es un tema que desgraciadamente está afectando en toda España. Está habiendo muchos problemas. Es muy sencillo: todos estamos a favor de las renovables. El problema son los molinos eólicos, el lugar donde los colocan y lo que eso conlleva. Incluso las placas solares: deberían aprovecharse más infraestructuras urbanas, techos de edificios, parkings, en vez de sacrificar espacios rurales o zonas naturales para montar estas instalaciones. Están construyéndose molinos de mayor envergadura y son un peligro, son aspas que van girando y todo lo que pase alrededor le afecta, especialmente las aves.

 

Algunas compañas concretas han conseguido visibilizar el riesgo para animales que se han convertido en emblemáticos, como el lince o el oso pardo, pero concienciar sobre una amenaza general es más complicado. ¿Cómo se puede concienciar sobre un deterioro latente y continuado de la biodiversidad?

Aquí lo importante es la educación ambiental. La base es que seamos capaces, en todos los ámbitos y especialmente en la escuela, de que se introduzca la educación ambiental de forma transversal. Que entendamos que formamos parte del planeta y la naturaleza. Si algo ha afectado a la conservación, quizá porque no hemos sabido transmitirla adecuadamente, es la idea de conservar la naturaleza porque es bonita o me gusta.

Conservar a la naturaleza es conservarnos a nosotros mismos. Que existan especies emblemáticas es bueno, porque sirve para visualizar unos casos concretos, pero conservar el oso pardo no es solo conservar esa especie sino un territorio con toda la biodiversidad que conlleva.

 

¿Hace falta ponerle asignar un valor económico a la biodiversidad?

Sí, yo soy partidario de eso. Desgraciadamente, porque nos movemos siempre por números. Pero la biodiversidad tiene números, aunque se ha trabajado poco ese estudio económico. La biodiversidad vale mucho más de lo que pensamos. Conservarla es muy beneficioso. Estamos acostumbrados a ver números a pequeña escala. ¿En qué me beneficio exactamente? En esa línea tendríamos que valorar la conservación de la biodiversidad: si conservamos la sierra, el bosque, el mar, nos da un aire, un agua limpia, un terreno fértil y podemos comer verduras.

"Hay compromisos: si un contrato si se firma y una empresa lo incumple tiene consecuencias; también debería tener consecuencias el incumplimiento de los gobiernos de compromisos internacionales"

 

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos estudia actualmente una denuncia contra varios gobiernos por su inacción contra el cambio climático. ¿Es una vía posible?

Sí. UICN está desarrollando esta línea cada vez más. Hay compromisos: si un contrato si se firma y una empresa lo incumple tiene consecuencias; también debería tener consecuencias el incumplimiento de los gobiernos de compromisos internacionales. Cuando se firma no se hace por gusto, sino que solemos llegar tarde y es necesario y obligado. Incumplir debería estar penalizado.

 

Las listas rojas son una de las contribuciones más reconocibles de la UICN. ¿Cómo funcionan y para qué sirven?

Han ido sirviendo a todos como un barómetro para todas las naciones y organismos internacionales, de guía y para saber dónde estamos y en qué camino vamos, teniendo muy en cuenta que conocemos un porcentaje muy pequeño de las especies que existen en el planeta, y hay mucho territorio por explorar. Sí sirve, sobre todo con mamíferos, reptiles, anfibios y peces, que son los principales grupos taxonómicos, para valorar en qué dirección van. Hay otras herramientas, por supuesto, para conocer esa pérdida de la biodiversidad y de los ecosistemas, pero esta es muy útil. Luego cada Estado tiene su propio catálogo.

 

La actualización de noviembre de 2020 muestra que hay 4.978 especies listadas en las principales categorías de la lista roja en España. ¿Qué variaciones se han producido en los últimos años? ¿Qué espacios han salido y entrado?

Se dio el caso del lince, que se había podido recuperar, pero de manera un poco artificial, con reproducciones y sueltas en centros de conservación. Aunque haya bajado de vulnerabilidad, sigue siendo una especie en peligro, porque por sí solo no se ha recuperado. Se han ido manteniendo las especies que se tenían estudiadas, porque la pandemia ha afectado a los estudios que se hacían. Hay especies que al estudiarlas de forma más concreta se observa que sus poblaciones son más numerosas de lo previsto. Pero todo esto depende del territorio: hay especies que a nivel europeo no están amenazadas, pero sí en España, y al contrario.

 

En España hay una polémica recurrente a propósito del lobo y los supuestos perjuicios que provoca su protección. ¿Cuál es la posición de la UICN?

La UICN y los miembros del comité español abogamos por la conservación. Lo que pasa es que sabemos que depende de los territorios. En algunos no es problemático con el sector ganadero, y en otros sí se dan incidencias o el sector es más reacio a su conservación. Es importante estudiar en cada territorio la situación del lobo y regularlo para evitar interacciones y conflictos. En cualquier caso, es una especie muy importante para el ecosistema ibérico. Hay recursos y medios para mantener el control. No debería haber problema, pero es cierto que el sector ganadero debe coordinarse y estar en comunicación con las administraciones.

 

En los últimos meses, muchas personas están echando en falta a los gorriones y las golondrinas, que antes eran tan habituales…

Depende del territorio. Hay varias causas. El gorrión es una especie que ha convivido más con el ser humano, y el problema ha venido sobre todo por el desplazamiento provocado por especies exóticas, como la cotorra argentina, que incluso lo ataca.

En el caso de las golondrinas, les están afectando los insecticidas. Afecta a los insectos que se comen, y se mueren por envenenamiento en la mayoría de los casos. Esto hay que tratarlo y erradicarlo cuanto antes. Estamos acabando con la biodiversidad desde la base. Los productos del sector agrícola provocan que haya menos insectos y pequeños organismos que son la base de alimento de aves, mamíferos o reptiles.