Tomar un baño en algunos puntos de la costa de la península de Baja California se ha convertido en una actividad realmente peligrosa. Ya se han documentado un buen número de casos de pescadores y submarinistas que salen de las aguas con decenas de terribles mordeduras. Su agresor es el enorme y voraz calamar de Humboldt (Dosidicus gigas), conocido en algunos países sudamericanos como pota o potón, un molusco ampliamente pescado en el Pacífico Oriental pero que pese a ello está protagonizando una explosión demográfica y colonizando amplias zonas donde hasta ahora no se le encontraba.
Este poderoso depredador, del que se han capturado ejemplares de más de dos metros de longitud y 50 kilos de peso (pese a lo cual no es el mayor calamar del mundo: el huidizo calamar gigante, nueve especies del género Architeuthis, puede superar los 18 metros y la tonelada de peso), está dotado de una boca plagada de afilados dientes que puede mover en todas direcciones y de unos fuertes tentáculos con los que atrapa a sus presas –prácticamente cualquier cosa que se mueva por el agua, incluidos con frecuencia sus congéneres– y las dirige hacia la boca. Un estudio halló en los estómagos de 240 ejemplares la friolera de 5.195 presas distintas.
Los pescadores le atribuyen numerosas desapariciones y muertes de sus colegas
También muerde con fuerza los cuerpos de animales vivos o muertos mucho más grandes que él, que no puede atrapar, y les arranca en segundos grandes pedazos de carne. Y suele cazar en grandes grupos, frente a los que no hay defensa posible. Algunos científicos creen que utilizan estrategias cooperativas. Otros, que simplemente se suman decenas de ataques individuales.
Los pescadores mexicanos lo llaman el demonio rojo. Tienen sus motivos. Le atribuyen numerosas muertes y desapariciones de colegas. Muchos pueden mostrar las cicatrices de sus mordiscos. El oceanógrafo Scott Cassell, que los ha filmado decenas de veces, enumera: "Me he roto el tímpano al ser arrastrado por ellos de 45 a 75 pies de profundidad (de 13 a 22 metros). Me he dislocado el brazo derecho cuando un calamar agarró mi cámara y tiró de ella. Me han tenido que poner 25 puntos de sutura por una mordedura suya en la pierna y me han golpeado en la cara más veces de las que puedo recordar porque siempre parecen ir a por la cámara cuando los miro a través de ella".
Los submarinistas deben utilizar mallas metálicas sobre el neopreno para protegerse de los ataques. "Son, en mi opinión, los animales más oportunistas del mundo, se alimentan de cualquier tipo de pescado, y ocasionalmente de mamíferos", dice Cassell, un destacado activista ambiental, que los considera inteligentes e incluso capaces de albergar sentimientos. Pero revela: "He entrevistado a muchas personas que han sido atacados por calamares e incluso se les culpa de muchas historias de desapariciones inexplicables de pescadores".
El nombre común del demonio rojo hace referencia a la corriente de Humboldt, que discurre con agua fría en paralelo a la costa occidental americana en dirección sur-norte y le proporciona abundante alimento. Aunque su área de distribución original abarcaba desde California (latitud 40º N) hasta el sur de Chile (45º S), en los últimos tiempos se ha documentado su expansión hasta el golfo de Alaska. Se sabe que se trata de animales migradores, pero sus rutas y costumbres son aún poco conocidas.
Campo libre
La sobrepesca en la zona ha favorecido su multiplicación. Los juveniles del calamar son alimento de tiburones y grandes peces pelágicos, mientras que los enormes adultos (que entonces atacan incluso a los escualos) son el principal alimento de los cachalotes. Todos estos depredadores, especialmente los tiburones, aniquilados para atender la demanda de aletas para el mercado chino, están en franco retroceso, y el prolífico calamar se ha aprovechado de ello.
Pero también les favorece la modificación de los climas que ha provocado la actividad humana. “Los cambios en el medio ambiente marino han permitido a especies como el calamar gigante y la sardina del Pacífico invadir zonas en las cuales anteriormente parecía imposible que su afinidad templada les pudiera llevar a sobrevivir y aun colonizar zonas mucho más frías”, señala en su estudio Indicadores biológicos de cambios globales: el océano Pacífico, el especialista en el calamar gigante Enrique Morales Bojórquez, doctor en Ciencias Marinas adscrito al Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR) de la Baja California Sur, en México.
A similares conclusiones ha llegado el estudio Expansión debida a la combinación del clima y las presas del calamar de Humboldt, un gran depredador marino de la corriente de California de especialistas de la Universidad de California en Santa Bárbara (Estados Unidos) y la Estación Marina Hopkins de la de Stanford (también estadounidense), presentado este año.
Se calcula que hay más de 10 millones de ejemplares en 65 km2 del golfo de California
Estos moluscos gigantes, señalan, “son depredadores altamente migratorios adaptados a condiciones hipóxicas que pueden ser perjudiciales para sus competidores y depredadores”. Estas zonas hipóxicas (con escasez de oxígeno) están en expansión a nivel global debido al cambio climático y ello favorece a algunas especies mientras perjudica a otras, con las consiguientes alteraciones de los ecosistemas.
Así, los grandes depredadores que compiten con el dosidicus han tenido que alejarse cada vez más de las costas dejándoles el campo libre. La abundancia de alimento, el hecho de que estos moluscos sean oportunistas, e incluso caníbales, y sus rápidos ciclos vital y reproductivo (viven apenas año y medio) han hecho el resto.
Reduciendo la actividad de su metabolismo, el calamar gigante es capaz de descender a profundidades de hasta 175 metros, donde la concentración de oxígeno es muy baja, para alimentarse. Durante la noche, caza en zonas más oxigenadas próximas a la superficie. Los especialistas Rui Rosa y Brad Seibel, de la Universidad de Lisboa (Portugal), creen que la acidificación de las aguas marinas superficiales que provoca el calentamiento global al incrementar la presencia de CO2 en las mismas, y con ello la formación de ácido carbónico, provocará a la larga que los moluscos deban modificar estos hábitos de vida.
Pese a que la pota es objeto de una explotación pesquera intensa, especialmente en países como México o Perú (en 2012 se capturaron 950.630 toneladas, según datos de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, la FAO), la aniquilación de sus depredadores y los cambios en el clima del Pacífico juegan por ahora a favor del agresivo calamar de Humboldt y en contra de sus presas y del ecosistema.
Desde principios de siglo sus poblaciones se han disparado y su área de expansión llega ya desde la Patagonia hasta Alaska. Los científicos estiman que sólo en 65 kilómetros cuadrados del golfo de California, en la zona de Santa Rosalía, hay más de 10 millones de ejemplares. Si piensa bañarse en sus playas, tenga cuidado.