Es la conclusión de un estudio publicado en la revista Nature, coordinado por el bioclimatólogo Ashley Ballantyne. "La absorción global de las reservas de carbono oceánicas y terrestres casi se ha duplicado durante los cincuenta últimos años", indica dicho informe elaborado por cinco investigadores de la Universidad de Colorado (Estados Unidos).
El estudio constata que los océanos y los bosques siguen cumpliendo su función de "sumideros naturales de carbono" y se hacen con la mitad de las emisiones mundiales de CO2. Concretamente, los océanos son los principales responsables del proceso gracias a la labor del plancton, los corales y los peces. Cabe destacar que un aumento cada vez mayor de dióxido de carbono en el mar podría provocar daños en los arrecifes de coral y poner en riesgo el 25% de las especies de peces en el mundo.
Además, el trabajo afirma que la cantidad de dióxido de carbono absorbida por la Tierra crece cada año y que, por tanto, si el índice de CO2 atmosférico sigue aumentando es porque el volumen de emisiones procedentes de la quema de combustibles fósiles se ha cuadriplicado desde 1960 y no por culpa de la capacidad del planeta.
Para llevar a cabo la investigación, el equipo de Ballantyne ha recopilado observaciones del CO2 atmosférico y estimaciones de las próximas emisiones. Los niveles atmosféricos de dióxido de carbono se calcularon en 40 parajes remotos de todo el mundo, incluidas las estaciones situadas en el Polo Sur y en el volcán Mauna Loa en Hawai.
Interrogantes abiertos
Lo que la investigación no identifica son los mecanismos y los lugares responsables de la captación de dicho gas. Saber adónde va el dióxido de carbono es importante porque podría ayudar a los científicos a calcular cuánta capacidad de captación natural conserva el planeta."Hay una gran diferencia si el carbono se almacena en reservas tales como los océanos profundos, donde puede permanecer cientos o miles de años, o si se absorbe en bosques jóvenes, donde permanecería sólo unos pocos años o décadas, antes de regresar a la atmósfera", anota el investigador Ingeborg Levin de la Universidad de Heidelberg (Alemania) en un comentario publicado también en Nature.
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