La oruga de la procesionaria del pino es una de las orugas más mediáticas de la primavera, ya que su cuerpo está cubierto de pelos urticantes que afectan a humanos y mascotas. Sin embargo, es importante recordar que la procesionaria es una especie de mariposa autóctona y que, en condiciones normales, está en equilibrio con el ecosistema y aporta una serie de beneficios. ¡Te lo contamos!

Imagen de pinos afectados por procesionaria del pino cedida por una persona voluntaria del proyecto de ciencia ciudadana del CREAF, Alerta Forestal

 

Depredadores

 

Al contrario de lo que mucha gente piensa, la procesionaria no es una plaga invasora que se extiende por el bosque, sino que su presencia en los pinares forma parte del menú diario de muchos animales. Y no solo cuando es una oruga, sino en todas las fases de su ciclo de vida:

  • Los huevos. En verano, cuando la polilla pone los huevos en las acículas de los pinos, estos sirven de alimento para hormigas y avispas.
  • Las orugas tempranas. Cuando avanzan en su ciclo y las orugas nacen, desde agosto (en zonas más frías) hasta octubre (en el litoral), se convierten en alimento para aves insectívoras, como el carbonero común, el herrerillo común o el cuco.
  • Las orugas en estadios avanzados. Entre febrero y marzo, cuando las orugas bajan en procesión y se entierran, el mirlo, la abubilla y el cuervo las localizan y las capturan.
  • Las polillas también son un atractivo alimento para murciélagos y lirones.

 

Parásitos y parasitoides

 

Por otro lado, existe un hongo llamado Cordyceps militaris que parasita a la procesionaria. Cuando las orugas bajan en procesión, el hongo libera sus esporas, que pueden adherirse a los pelos urticantes de la procesionaria.

Posteriormente, la humedad y el enterramiento de las orugas favorecen la germinación del hongo sobre la crisálida, alimentándose de ella poco a poco hasta que la mariposa que se desarrolla en su interior muere.

Del mismo modo, existen algunos parasitoides (que terminan matando a su huésped), principalmente himenópteros, que atacan a la procesionaria en su fase de huevo. Las especies más letales son Tetrastichus servadei y Oencyrtus pityocampae, que tienen un gran impacto en las poblaciones de procesionaria, incluso mayor que el de las aves y otros depredadores.

 

Ciclo vital de la procesionaria del pino. Ilustraciones: Laura Fraile, AlertaForestal (CREAF)

 

Ciclo vital de la procesionaria del pino. Ilustraciones: Laura Fraile, AlertaForestal (CREAF)

 

Ciclo vital de la procesionaria del pino. Ilustraciones: Laura Fraile, AlertaForestal (CREAF)

 

Ciclo vital de la procesionaria del pino. Ilustraciones: Laura Fraile, AlertaForestal (CREAF)

 

Ciclo vital de la procesionaria del pino. Ilustraciones: Laura Fraile, AlertaForestal (CREAF)

 

¿Matan a los pinos?

 

La procesionaria tiene un ciclo vital complejo y sigue un proceso de metamorfosis, pasando por diferentes estadios, como todas las mariposas. Primero, las orugas emergen de los huevos en otoño y comienzan a alimentarse masivamente de las hojas de los pinos. Cuando llega el invierno, con temperaturas bajas que pueden ser letales para la procesionaria, aparecen las típicas bolsas de seda blancas en la parte superior de los pinos. Dentro de estas bolsas, las orugas se refugian en grupo para sobrevivir al frío y salen por la noche para alimentarse.

En general, los pinos se recuperan fácilmente. Sin embargo, con el cambio climático, los inviernos son más suaves y sobreviven más orugas de lo habitual. Si hemos pasado inviernos cálidos, la mayoría de las orugas dentro de las bolsas han sobrevivido, lo que provoca un aumento de su población en los últimos estadios de desarrollo y un mayor impacto en los árboles.

Además, el problema se agrava cuando combinamos la depredación de esta especie con la sequía y el aumento de temperaturas. Estos factores combinados debilitan la salud de los pinos hasta el punto de que, si sufren un fuerte ataque de procesionaria, la falta de agua, las altas temperaturas y la defoliación pueden impedir su recuperación.

Por último, hay que tener en cuenta que si esta situación se repite en años consecutivos, puede limitar la capacidad de recuperación de los pinos. En Cataluña, tuvimos tres años muy difíciles hasta 2019, pero desde entonces las explosiones poblacionales de la procesionaria se han moderado.