En el 60% de los ríos españoles no es posible bañarse. Ésta es la triste cifra que el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en sus siglas en inglés), la mayor organización conservacionista del mundo, quiso recordar al sumarse un año más desde nuestro país al Big Jump (gran salto), iniciativa consistente en una zambullida simultánea y multitudinaria en diversos cursos de agua cuya salud ambiental lo permite, y que este año tuvo lugar en algunos tramos del Alberche (Madrid), el Guadalquivir (Sevilla) o el Guadiato (Córdoba).
El Big Jump es convocado anualmente desde 2002 por la European Rivers Network (Red Europea de Ríos), que en aquella primera edición logró que se lanzaran al agua más de 100.000 personas en 55 puntos del río Elba entre Chequia y Alemania.
El WWF subraya que “en caudal y calidad de las aguas fluviales, España se sitúa a la cola de Europa” y que “nuestro país tiene reiteradas sanciones desde 1998 por incumplimiento de las directivas de aguas de baño y depuración de aguas residuales urbanas” impuestas por las autoridades de la Unión Europea.
Así, ríos como el Llobregat y el Guadalquivir reciben elevadas cantidades de contaminación urbana emitida por las áreas metropolitanas de Barcelona y Sevilla, respectivamente. El Segura, en el sudeste peninsular, acumula aguas residuales tanto domésticas como agrícolas. En la cornisa cantábrica, el Nervión está saturado de contaminación industrial y es uno de los ríos más polucionados del país.
Y en la Comunidad de Madrid, el Jarama está tan deteriorado que aunque se instalen todas las depuradoras previstas en su cuenca y trabajen a medio plazo a pleno rendimiento, los niveles de amonio en su desembocadura seguirían siendo cinco veces más altos que los que pueden resistir los peces, denuncia el WWF.
El año pasado, el informe Consecuencias Ocultas de Greenpeace se centraba en el caso del embalse sobre el Ebro de Flix (Tarragona), donde durante un siglo se han estado vertiendo sustancias químicas altamente contaminantes, persistentes y bioacumulativas (que no se eliminan del organismo de los seres vivos que las asimilan) como el mercurio y el cadmio, entre muchas otras, procedentes de la planta de la empresa Ercros, que fabrica 740.000 toneladas anuales de productos básicos para la industria química y farmacéutica, como cloro y sosa.
La empresa, cuyas instalaciones se hallan a orillas del río en el municipio catalán que da nombre al embalse, fue declarada en 2003 culpable de dañar de forma continuada el medio ambiente. Pese a ello, se ha negado a financiar la descontaminación del Ebro. El Ministerio de Medio Ambiente estimó hace varios años que será necesario dragar, tratar y almacenar 760.000 metros cúbicos de lodos contaminados acumulados en el lecho del río, una operación de un elevado coste económico.
La Directiva Marco del Agua de la Unión Europea exige a los estados miembros que hayan saneado las reservas de aguas dulces de sus territorios (ríos, acuíferos y zonas húmedas) para el año 2015. Y España es uno de los países que está más lejos de alcanzar este objetivo.
El WWF propone para ello la eliminación de las captaciones abusivas de aguas de los ríos –que se emplean para usos agrícolas o el riego de campos de golf–, el desagüe de un caudal ecológico suficiente desde las presas que interrumpen los mismos, la separación de la depuración de las aguas residuales de origen urbano de la de origen industrial y un mejor reaprovechamiento de las aguas obtenidas tras la depuración de aquéllas.
Precisamente para facilitar la aplicación de la directiva europea nació la aplicación web Medpacs (Mediterranean prediction and classification system, Sistema de clasificación y predicción del Mediterráneo), desarrollada por investigadores de la Universidad de Granada. Esta tecnología permite evaluar el estado de salud de las aguas de nuestros ríos mediante la identificación de los mayores invertebrados acuáticos que viven en ellos.
Siete universidades españolas se involucraron en el proyecto Guadalmed, cuyo objetivo era desarrollar herramientas que ayudaran a diagnosticar el estado de nuestras aguas interiores. El Medpacs fue el resultado. De momento, la aplicación sólo se aplica a los ríos de las cuencas mediterráneas, pero se pretende que versiones futuras permitan extenderlo al resto de los cursos fluviales de la península.
Mediante un clic de ratón sobre un punto concreto de la red hidrográfica en un mapa interactivo, se puede consultar la lista de los animales que deberían habitar en dicho ecosistema si el mismo no estuviera afectado por ninguna clase de contaminación o alteración humana. La comparación con las comunidades de las especies que allí sobreviven efectivamente permite establecer el grado de alteración ambiental.
Como complemento de este proyecto, los expertos de la Universidad de Granada han desarrollado la aplicación Acadari (Aplicación de captura de datos en ríos), un sistema para teléfonos móviles y PDA que permite recoger los datos sobre el terreno y volcarlos posteriormente a hojas de cálculo para introducirlos en Medpacs.
El WWF subraya que “en caudal y calidad de las aguas fluviales, España se sitúa a la cola de Europa” y que “nuestro país tiene reiteradas sanciones desde 1998 por incumplimiento de las directivas de aguas de baño y depuración de aguas residuales urbanas” impuestas por las autoridades de la Unión Europea.
Así, ríos como el Llobregat y el Guadalquivir reciben elevadas cantidades de contaminación urbana emitida por las áreas metropolitanas de Barcelona y Sevilla, respectivamente. El Segura, en el sudeste peninsular, acumula aguas residuales tanto domésticas como agrícolas. En la cornisa cantábrica, el Nervión está saturado de contaminación industrial y es uno de los ríos más polucionados del país.
Y en la Comunidad de Madrid, el Jarama está tan deteriorado que aunque se instalen todas las depuradoras previstas en su cuenca y trabajen a medio plazo a pleno rendimiento, los niveles de amonio en su desembocadura seguirían siendo cinco veces más altos que los que pueden resistir los peces, denuncia el WWF.
El año pasado, el informe Consecuencias Ocultas de Greenpeace se centraba en el caso del embalse sobre el Ebro de Flix (Tarragona), donde durante un siglo se han estado vertiendo sustancias químicas altamente contaminantes, persistentes y bioacumulativas (que no se eliminan del organismo de los seres vivos que las asimilan) como el mercurio y el cadmio, entre muchas otras, procedentes de la planta de la empresa Ercros, que fabrica 740.000 toneladas anuales de productos básicos para la industria química y farmacéutica, como cloro y sosa.
La empresa, cuyas instalaciones se hallan a orillas del río en el municipio catalán que da nombre al embalse, fue declarada en 2003 culpable de dañar de forma continuada el medio ambiente. Pese a ello, se ha negado a financiar la descontaminación del Ebro. El Ministerio de Medio Ambiente estimó hace varios años que será necesario dragar, tratar y almacenar 760.000 metros cúbicos de lodos contaminados acumulados en el lecho del río, una operación de un elevado coste económico.
La Directiva Marco del Agua de la Unión Europea exige a los estados miembros que hayan saneado las reservas de aguas dulces de sus territorios (ríos, acuíferos y zonas húmedas) para el año 2015. Y España es uno de los países que está más lejos de alcanzar este objetivo.
El WWF propone para ello la eliminación de las captaciones abusivas de aguas de los ríos –que se emplean para usos agrícolas o el riego de campos de golf–, el desagüe de un caudal ecológico suficiente desde las presas que interrumpen los mismos, la separación de la depuración de las aguas residuales de origen urbano de la de origen industrial y un mejor reaprovechamiento de las aguas obtenidas tras la depuración de aquéllas.
Precisamente para facilitar la aplicación de la directiva europea nació la aplicación web Medpacs (Mediterranean prediction and classification system, Sistema de clasificación y predicción del Mediterráneo), desarrollada por investigadores de la Universidad de Granada. Esta tecnología permite evaluar el estado de salud de las aguas de nuestros ríos mediante la identificación de los mayores invertebrados acuáticos que viven en ellos.
Siete universidades españolas se involucraron en el proyecto Guadalmed, cuyo objetivo era desarrollar herramientas que ayudaran a diagnosticar el estado de nuestras aguas interiores. El Medpacs fue el resultado. De momento, la aplicación sólo se aplica a los ríos de las cuencas mediterráneas, pero se pretende que versiones futuras permitan extenderlo al resto de los cursos fluviales de la península.
Mediante un clic de ratón sobre un punto concreto de la red hidrográfica en un mapa interactivo, se puede consultar la lista de los animales que deberían habitar en dicho ecosistema si el mismo no estuviera afectado por ninguna clase de contaminación o alteración humana. La comparación con las comunidades de las especies que allí sobreviven efectivamente permite establecer el grado de alteración ambiental.
Como complemento de este proyecto, los expertos de la Universidad de Granada han desarrollado la aplicación Acadari (Aplicación de captura de datos en ríos), un sistema para teléfonos móviles y PDA que permite recoger los datos sobre el terreno y volcarlos posteriormente a hojas de cálculo para introducirlos en Medpacs.
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