El Mediterráneo es una región marina con una alta biodiversidad de tiburones catalogados como especies vulnerables por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en onglés), como es el caso del tiburón peregrino. El declive progresivo de los tiburones en las costas mediterráneas es un proceso descrito desde hace tiempo en la bibliografía científica.
Ahora, un equipo de la Universidad de Barcelona (UB), el Instituto de Investigación de Biodiversidad de la UB (IRBio) y la entidad SUBMON advierte en un nuevo estudio de la reducción progresiva de las poblaciones de algunas especies de tiburones, como el peregrino y la mielga, en la Costa Brava. Según el trabajo, las musolas podrían haber desaparecido debido a la presión pesquera en esta región marina del litoral de Cataluña.
La investigación, que recoge el estado de las poblaciones de tiburones pelágicos y de profundidades de esta zona y que ha sido publicada en la revista Aquatic Conservation: Marine and Freshwater Ecosystems, revela que la coincidencia de las zonas de pesca con el hábitat natural de distribución de los tiburones agrava aún más el riesgo de captura accidental de los escualos por parte de las pesquerías.
La estrategia vital de estos peces cartilaginosos (condrictios) se caracteriza por una madurez sexual tardía y una tasa baja de crecimiento y de fecundidad, “condiciones que les dificultan la posibilidad de soportar una explotación pesquera intensa, y que los hace más vulnerables que muchos peces óseos (teleósteos)”, explica el profesor Lluís Cardona, miembro del departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales (BEECA) y del IRBio.
La mejora de la tecnología pesquera “ha permitido extender la pesca a más zonas, a más profundidad y durante más tiempo. Esta interacción con el sector pesquero ha limitado la supervivencia de las poblaciones de tiburón, tanto si son especies objetivo como capturas accidentales”, apunta Manel Gazo, profesor del departamento de BEECA y del IRBio, y director de SUBMON.
¿Han desaparecido las musolas en la Costa Brava?
En el marco del trabajo, el equipo ha analizado las capturas accidentales registradas por pescadores de arrastre y de palangre de los puertos pesqueros de la Costa Brava. Concretamente, se ha obtenido información sobre cinco especies de escualos de tamaño grande (más de 200 centímetros): el zorro marino (Alopias vulpinus), el peregrino (Cetorhinus maximus), la cañabota gris (Hexanchus griseus), el tiburón mako (Isurus oxyrinchus) y la tintorera (Prionace glauca), además de tres especies de talla media (90-100 centímetros), como el cazón (Galeorhinus galeus), la mielga (Squalus acanthias) y las musolas (Mustelus spp).
Los resultados, que comprenden el periodo de octubre de 2016 a julio de 2017, constatan la ausencia de capturas de musolas, “hecho que sugiere la desaparición de este género en la Costa Brava, a causa, principalmente, de la presión pesquera. Además, las poblaciones de especies como el tiburón peregrino y la mielga se encontrarían en declive”, alerta Ignasi Nuez, primer autor del artículo e investigador en la Facultad de Biología de la UB y el IRBio.
“Si consideramos todas las artes de pesca muestreadas —continúa—, la diversidad de especies capturadas accidentalmente es más alta en la flota de arrastre, seguida de la flota de palangre de fondo y, finalmente, de palangre de superficie. Ahora bien, la incidencia de cada arte de pesca no es igual en todas las especies. Las capturas de tiburón peregrino, por ejemplo, suelen tener lugar casi exclusivamente en el arte de arrastre, mientras que la gran mayoría de capturas de tintorera, tiburón mako o zorro marino ocurren con las artes de palangre”.
Aunque las capturas se producen a lo largo del año con una frecuencia similar, el mayor número de capturas accidentales está correlacionado con los meses cálidos del año (de mayo a octubre), cuando la columna de agua se encuentra estratificada.
“Según los pescadores, la coincidencia de las zonas de pesca con las zonas por donde se distribuyen los tiburones, junto con la creencia de que la pesca atrae a los escualos, son los principales factores responsables de las capturas accidentales”, subraya Nuez.
El tiburón mako (Isurus oxyrinchus) es una especie de tamaño grande muy rara actualmente en el litoral de Cataluña y que a menudo se desembarca y comercializa como si fuese la tintorera (Prionace glauca). / Ignasi Nuez
Ciencia y pesquerías: colaborar para proteger los tiburones
El estudio pone de relieve el conocimiento ecológico local aportado por el sector pesquero como elemento esencial en la metodología del trabajo. “Contar con la voluntad de colaboración del sector pesquero ha sido clave a la hora de sacar adelante el estudio. El conocimiento actual, y sobre todo, pasado, de la presencia de diferentes especies de tiburón en nuestras costas, así como las zonas, épocas y artes con que más se pescan, solo nos puede venir del sector pesquero”, explica Gazo.
“Aún no se ha encontrado una buena forma de evitar las capturas accidentales de tiburones, salvo la aplicación de las políticas de cuotas o algunas modificaciones en las artes de pesca”, añade. “Lo que sí está claro es que la solución —cuando se encuentre— deberá surgir teniendo en consideración el sector pesquero”.
Potenciar la formación de los pescadores en técnicas de manipulación y liberación de los tiburones atrapados por el arte de pesca, o incorporar mecanismos de reducción de capturas accidentales pueden ser opciones para paliar la mortalidad de los tiburones causada por las pesquerías.
La designación de áreas marinas protegidas también ayudaría a reducir la pérdida de biodiversidad, “pero hoy en día no se dispone de suficiente información sobre la distribución espacial de muchas especies de tiburones. Por ello, esta estrategia corre el riesgo de ser inefectiva”, apunta Nuez.
Más ciencia, más protección
Los tiburones son depredadores apicales en los ecosistemas marinos, tanto costeros como oceánicos. Su rol es decisivo en el control de las redes tróficas, aunque hay una gran diversidad de especies y no todas tienen la misma relevancia. Sin embargo, todavía existe un gran desconocimiento sobre la biología y la ecología de los tiburones en el Mediterráneo.
“Las poblaciones de tiburón mermaron en el Mediterráneo antes de que hubiera una infraestructura científica mínimamente desarrollada para estudiarlas. Por lo tanto, cuando las hemos querido estudiar, ya no quedaban”, lamenta el profesor Lluís Cardona.
“Así pues —detalla el experto—, hoy en día desconocemos cuál era su papel ecológico, pero hay que pensar que, ahora mismo, un pez de más de 25 cm no tiene ningún depredador en el Mediterráneo occidental, a excepción de los humanos. Seguramente, no ocurría lo mismo cuando los tiburones eran más abundantes, pero desconocemos hasta qué punto eso era importante”.
En la actualidad, un total de 21 especies de elasmobranquios (tiburones y rayas) están protegidas por una recomendación de la Comisión General de Pesca del Mediterráneo (CGPM), normativa de obligado cumplimiento para todos los países mediterráneos de la UE por transposición de la normativa a los estados miembros.
“El marco normativo ya está. Lo que haría falta es mejorar la implementación para lograr una aplicación correcta de la normativa. Así, es imprescindible mejorar la formación del sector pesquero y de los inspectores en materia de la normativa vigente y de las especies protegidas”, apunta Manel Gazo. “En la región mediterránea no solo operan las flotas pesqueras de los países de la Unión Europea; por eso también hay que apoyar al resto de países que no tienen infraestructuras o control real sobre la actividad pesquera”, concluye.