El nivel de las aguas del Turkana, el mayor lago desértico del mundo y una joya de la biodiversidad del África oriental, puede descender hasta 22 metros, destruyendo gran parte de la vida salvaje que lo habita y los recursos de los que se proveen las poblaciones humanas ribereñas y convirtiéndolo en un nuevo mar de Aral africano (por el gran lago centroasiático desecado por los proyectos desarrollistas de la Unión Soviética), según denuncian diversos estudios.
El Centro de Estudios Africanos de la universidad británica de Oxford cree que la rápida disminución del tamaño del lago sería una de las consecuencias para el Turkana de llevarse a cabo el proyecto Kuraz Sugar impulsado por el gobierno etíope, que prevé la explotación de enormes plantaciones de caña de azúcar sobre 245.000 hectáreas de tierras expropiadas a las comunidades locales que serían irrigadas con las aguas del río Omo atrapadas por la gigantesca presa Gilgel Gibe III. El Omo suministra el 90% de las aguas que recibe el Turkana, cuya profundidad media es ahora de unos 30 metros.
El proyecto Kuraz Sugar quiere irrigar con aguas del Omo 245.000 hectáreas
Por su parte, el Grupo de Trabajo de Recursos Africanos señala que las vidas de 200.000 indígenas de etnias como los bodis, kwegus y mursis de la misma Etiopía –que están siendo expulsados violentamente de sus tierras por el gobierno– y otros 300.000 en Kenia, que incluyen a los turkanas, gabbras y rendilles que viven alrededor del lago, se verán severamente afectadas por el proyecto, y en un informe publicado el mes pasado vaticina "una catástrofe humanitaria", "graves conflictos interétnicos" y un posible "conflicto regional armado" que podría involucrar a los tres estados de la zona: Etiopía, Kenia y Sudán del Sur.
Los expertos del grupo de trabajo creen que la presa reducirá en un 60-70% el caudal del Omo y acabará con los medios económicos de las poblaciones ribereñas, que practican la agricultura de subsistencia, el pastoreo y la pesca. Por su parte, la organización International Rivers asegura que el embalse y la irrigación de las plantaciones extensivas de caña de azúcar para la exportación, así como el uso de fertilizantes y plaguicidas en las mismas, tendrán un impacto dramático para el río Omo y las vidas de 200.000 a 300.000 personas que habitan en su cuenca.
Survival International, que trabaja en favor de la protección de los grupos indígenas y sus modos de vida tradicionales, afirma que funcionarios de la cooperación británica desplazados a la zona a petición suya en enero de 2012 fueron informados de graves agresiones a los derechos humanos cometidas por las autoridades etíopes en su empeño de desplazar las poblaciones para plantar caña en sus tierras.
Desalojos violentos
La ONG manifiesta que los funcionarios escucharon testimonios de "arrestos y palizas", "violaciones", "destrucción deliberada de almacenes de grano", "acceso denegado al río Omo" y "el extendido uso de las fuerzas armadas para intimidar a la gente para que renunciara a su tierra" pero, según Survival, han hecho hasta ahora caso omiso de las denuncias.
Situado en un entorno volcánico y extremadamente árido, el Turkana se extiende de norte a sur a lo largo de 290 kilómetros de longitud siguiendo el trazado del valle del Rift, por donde, en los límites entre placas tectónicas, se está desgajando una franja costera oriental del resto del continente. Su superficie es de 6.405 kilómetros cuadrados y sus aguas son fuertemente alcalinas (algo que se incrementará si se reduce la aportación de agua dulce del Omo). Debido al riguroso clima de la zona, su nivel ya descendió diez metros por evaporación entre 1975 y 1993.
Llamado mar de jade por el color verdoso que sus aguas parecen tomar de las algas del fondo, su ubicación en una región tan terriblemente seca lo convierte en escala imprescindible para grandes colonias de aves migratorias. Los tres parques nacionales kenianos situados en la zona del lago forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1997 y en sus proximidades, consideradas una de las posibles cunas de la humanidad, se han hecho algunos de los más importantes descubrimientos paleontológicos de la historia.
Etiopía está construyendo en el Nilo la mayor planta hidroeléctrica de África y la séptima del mundo
La enorme barrera de hormigón de Gilgel Gibe III, de 243 metros de alto, se inició en 2006 con financiación y participación de empresas chinas, y según los planes previstos debería estar finalizada este mismo año. El proyecto contempla una producción eléctrica de 1.870 megavatios, que duplicará la actual capacidad de generación energética del país.
Pero éste no es el único, ni el mayor, de los megaproyectos hidráulicos de Etiopía. El gobierno de Addis Abeba ha construido o está construyendo una veintena de grandes presas. La mayor de todas, iniciada en 2011 y que se pretende terminar en 2015, es la Presa del Gran Renacimiento Etíope, sobre el Nilo Azul (uno de los dos brazos que forman, al unirse en Jartum, en Sudán, el segundo río más largo del mundo y el mayor del continente africano).
La mayor presa y la mayor planta hidroeléctrica de África (y la séptima del mundo), en la que se invertirán 3.600 millones de euros, creará el más extenso lago artificial del país, que duplicará las dimensiones del lago Tana y embalsará 63 millones de metros cúbicos de agua. Junto con otras cuatro presas sobre el Nilo Azul, está previsto que genere 15.000 megavatios de electricidad, que se espera exportar en gran medida a países vecinos. Egipto ha protestado vivamente por su construcción, que considera un peligro para el río del que depende para su supervivencia el país norteafricano.