Un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha alertado sobre altos niveles de cianobacterias tóxicas en embalses del Parque Nacional de Monfragüe (Cáceres, Extremadura), según ha informado el centro universitario este martes en una nota de prensa.

En un estudio publicado en la revista Environmental Research (1), los investigadores han analizado la proliferación masiva de cianobacterias en las aguas de Monfragüe, que ha despertado una creciente preocupación, tanto por su impacto en el paisaje como por sus efectos sobre el ecosistema.

El análisis ofrece un diagnóstico detallado sobre la magnitud del problema desde una perspectiva microbiológica, toxicológica y limnológica.

Los resultados revelan altos niveles de cianobacterias tóxicas con una diversidad inesperadamente elevada, lo que representa un desafío significativo para la conservación de este espacio natural protegido. El estudio proporciona información clave para el diseño de herramientas de monitoreo más eficaces, facilitando así la gestión del parque.

La directora del estudio, Elvira Perona, ha señalado que, gracias a este trabajo, se ha logrado "una mejor comprensión de estos eventos y de los riesgos que suponen para los visitantes y la fauna emblemática del parque".

 

Cianobacterias tóxicas: una amenaza para los ecosistemas

 

Las cianobacterias son microorganismos capaces de proliferar en aguas continentales y, en algunos casos, producir toxinas (cianotoxinas) perjudiciales para la salud humana y ambiental. Su expansión en espacios naturales protegidos, como los Parques Nacionales, plantea un reto para la conservación y el manejo de estos ecosistemas.

El equipo de investigación analizó la composición y toxicidad de las comunidades de cianobacterias en tres embalses dentro del Parque Nacional de Monfragüe (Cáceres, Extremadura): los embalses de Torrejón-Tajo, Torrejón-Tiétar y Alcántara.

Durante el periodo de estudio (junio-octubre de 2021), se detectó una alta abundancia de cianobacterias en diferentes áreas del parque, provocando la coloración verdosa de las aguas. Los análisis confirmaron la presencia de diversas cianotoxinas, incluyendo hepatotoxinas (microcistinas) en concentraciones elevadas y neurotoxinas (anatoxinas y saxitoxinas) en niveles más bajos.

En particular, la zona de estudio en el embalse de Alcántara, situada aguas abajo de las presas de Torrejón-Tajo y Torrejón-Tiétar, se identificó como un punto crítico. "Las concentraciones de microcistinas superan alrededor de 200 veces el límite establecido por la legislación española para aguas de consumo humano (1 gramo/litro)", ha resaltado el primer firmante del artículo, Albano Diez-Chiappe.

La aplicación de técnicas de secuenciación genética masiva ('metabarcoding') permitió caracterizar con gran precisión la diversidad de cianobacterias presentes y reveló una notable presencia de especies potencialmente tóxicas. "Esta información es fundamental para identificar qué especies deben ser incluidas en programas de monitoreo y gestión del parque", ha detallado Diez-Chiappe.

 

Un ecosistema vulnerable a factores externos

 

El análisis genético mostró una sorprendente heterogeneidad en la composición de las comunidades de cianobacterias entre los tres embalses, a pesar de su proximidad y de la ocasional interconexión de sus aguas.

Los resultados apuntan a la conductividad del agua como un factor clave en esta variabilidad. Este parámetro está asociado tanto a la presencia de aportes externos, como a los aportes naturales de arrastre y lavado del curso de los ríos y fue significativamente más alto en Torrejón-Tajo que en Torrejón-Tiétar. Esto sugiere que las características del agua que ingresa al parque influyen en la composición de cianobacterias.

La combinación de técnicas genéticas y de microscopía permitió confirmar, por primera vez en Europa, la presencia de 'Planktothrix spiroides', una especie de cianobacteria típicamente asociada a ecosistemas tropicales de Asia.

Este hallazgo refuerza la hipótesis de que las aves migratorias, abundantes en Monfragüe, y los vientos dominantes podrían estar desempeñando un papel clave en la dispersión global de estas bacterias.

Referencias