La pandemia de COVID-19 ha puesto a prueba los sistemas sanitarios de África. Ha expuesto debilidades, brechas y desigualdades, pero también potenciales soluciones.
Los desafíos que supone la pandemia son una oportunidad para que los sistemas sanitarios africanos vayan más allá de sus limitaciones actuales. Muchos países se han visto obligados a desarrollar enfoques más innovadores.
Los países africanos extendieron rápidamente la capacidad de diagnóstico y la genómica e incrementaron el uso de historiales médicos digitales. Las naciones y los sectores (público y privado) aunaron recursos en respuesta a los desafíos logísticos que supone ofrecer un programa coordinado de vacunación para adultos. Los recursos científicos de todo el continente, aunque limitados, se aunaron formando cooperaciones eficaces.
Estas experiencias, aprendizajes y soluciones, si se sustentan con apoyo del liderazgo político y la inversión financiera a largo plazo, pueden ser útiles para el desarrollo de sistemas de salud acordes al siglo XXI y al futuro. La sanidad pública africana y los líderes políticos deben identificar e invertir en aquello que funciona.
Como profesional de la sanidad pública que trabaja para fortalecer los sistemas de salud a lo largo del continente africano desde hace muchos años, me gustaría plantear algunas reflexiones acerca de las oportunidades emergentes.
Un contexto útil para estas reflexiones proviene del director de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de África, el doctor John Nkengasong, que describió cuatro elementos esenciales para un nuevo orden de salud pública en África: instituciones más fuertes, producción local, personal sanitario público y asociaciones respetuosas. Yo añadiría un quinto: ciudadanos empoderados.
1. Instituciones de salud pública reforzadas
Compartir conocimientos y habilidades ha demostrado ser una forma eficaz de emplear los escasos recursos a lo largo del continente durante la pandemia. El CDC africano ha asumido la iniciativa, como institución coordinadora continental, en la promoción de este enfoque.
Las fortalezas de las instituciones científicas y sanitarias africanas se han unido para desarrollar otras nuevas. Por ejemplo, el Instituto Pasteur Dakar de Senegal ofreció formación en todo el continente sobre pruebas de PCR para la COVID-19. Esta iniciativa aumentó la capacidad de diagnóstico de dos países (Senegal y Sudáfrica) en enero de 2020 y a 48 Estados miembros de la Unión Africana a finales de abril de 2020.
El Centro Africano de Excelencia para la Genómica de Enfermedades Infecciosas, con sede en Nigeria, ha trabajado con la Iniciativa de Genómica de Patógenos de África de los CDC africanos con el fin de hacer llegar los conocimientos a todo el continente.
Los institutos nacionales de salud pública han aumentado su capacidad de monitorización y respuesta. Han construido una experiencia basada en epidemias previas e incorporado nueva tecnología para unos sistemas electrónicos de gestión de la información eventual más rápidos.
En África, la escasez de suministros durante la pandemia ha llevado al surgimiento de soluciones para adquirir recursos, desde equipos médicos hasta vacunas.
El equipo de trabajo de adquisición de vacunas de África podría cambiar las reglas del juego al mejorar la relación calidad-precio a través de adquisiciones conjuntas y del respaldo de un mercado de fabricación nacional.
2. Producción local
África tiene la mayor incidencia de VIH del mundo y, sin embargo, depende de otras regiones para la producción de pruebas diagnósticas. Solo el 1 % de la necesidad africana de vacunas se produce de manera local, y lo mismo ocurre con los medicamentos para el tratamiento de enfermedades de alta morbilidad en el continente. Persiste la falta de capacidad diagnóstica y la historia de la inequidad vacunal queda bien reflejada.
Los líderes africanos han reconocido la importancia de un ecosistema de producción propia del sector sanitario. Hay un compromiso renovado para el desarrollo de un sistema que proporcione el 60 % de las necesidades de vacunas del continente para 2040. Esta iniciativa ha fomentado el apoyo a la Agencia de Medicamentos de África, un organismo que regula la fabricación de productos farmacéuticos.
Un ecosistema de producción farmacéutica en el continente promoverá el enfoque de la investigación y el desarrollo hacia las necesidades sanitarias africanas.
3. Personal sanitario fortalecido
África tiene un número de profesionales sanitarios muy inferior al que requiere. La pandemia ha arrojado luz no solo en cuanto al número y tipo de especialistas del personal sanitario necesario, sino también sobre su calidad.
Al comienzo de la pandemia, cuando las únicas medidas de control dependían del compromiso comunitario (aislamiento, higiene personal y rastreo de contactos), los trabajadores comunitarios de sanidad eran esenciales. Ahora apoyan el programa de vacunación contra la COVID-19 y existe la oportunidad de que fueran absorbidos por los sistemas de salud para el apoyo en servicios sanitarios generales.
La formación conjunta permitió el desarrollo de atención médica de calidad estandarizada para pacientes con COVID-19. Esta estrategia se presta al desarrollo de protocolos de calidad para otras enfermedades prioritarias en todo el continente.
4. Asociaciones de confianza
La pandemia de COVID-19 ha impulsado una colaboración sin precedentes entre los sectores público y privado. Cabe destacar el crecimiento en capacidad de diagnóstico de los laboratorios del sector privado. La respuesta ante la COVID-19 es la primera ocasión en la que los recursos del sector privado han contribuido tanto a una respuesta de salud pública.
El desarrollo del Fideicomiso Africano de Adquisición de Vacunas como un agente de compras centralizado en nombre de los Estados miembros de la Unión Africana, así como la Plataforma de Suministros Médicos de África, son una primicia en el continente. Demuestran lo que es posible a través de asociaciones sólidas y fiables.
Colaboraciones como estas se pueden aplicar a otros desafíos en el camino hacia la cobertura sanitaria universal.
5. Apoyo y empoderamiento ciudadano
La pandemia de COVID-19 ha involucrado a los ciudadanos de a pie de una manera que solo puede ser positiva para el futuro de la sanidad africana. El planeta entero y el continente se han centrado en las mismas preguntas. El estado de debilidad y escasos recursos de los sistemas de salud africanos –y la dependencia de ayudas para servicios sanitarios– han quedado al descubierto.
Los ciudadanos están empezando a cuestionarse su liderazgo político. Ahora existe la oportunidad de emplear sus demandas para un debate más amplio sobre la inversión en sanidad. A medida que avanzan los ciclos electorales, la inversión en el sistema sanitario debe ponerse sobre la mesa. Los jefes de Estado africanos deben verse obligados a cumplir los compromisos de la declaración de Abuja de abril de 2001: asignar al menos el 15 % de los presupuestos nacionales anuales a mejorar el sector de la salud.
La pandemia ha demostrado que el progreso es posible incluso con recursos limitados. Los líderes deben aprovechar este impulso para establecer un nuevo orden de salud pública en África.
Este artículo ha sido traducido con la colaboración de Casa África.
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