Desde marzo de 2020 el mundo se ha tenido que enfrentar a la pandemia de la covid-19, un reto sin precedentes y con terribles efectos sanitarios y socioeconómicos. En este contexto, se han desarrollado vacunas eficaces para combatir la enfermedad en un periodo de tiempo excepcionalmente corto. Sin embargo, y a pesar de los mensajes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas vacunas no llegan a todas las partes del mundo de la misma manera.
Nuestra investigación se centra en analizar el grado de desigualdad en la distribución de las vacunas y averiguar las posibles causas y efectos de estas disparidades. Para ello, tratamos de responder a las tres siguientes preguntas:
1. ¿En qué medida se distribuyen equitativamente las vacunas?
Para dilucidar esta cuestión utilizamos datos de vacunación recopilados por Our World in Data; en concreto, la información de final de cada mes, desde mayo hasta diciembre de 2021. El objetivo era reunir una amplia muestra de países, ya que el proceso de inmunización ya había comenzado en ese momento en la mayoría del mundo.
En el gráfico se puede observar que la proporción de individuos totalmente vacunados aumentó significativamente durante el periodo analizado. A finales de diciembre, el continente que presenta más personas con la pauta completa es Europa, seguido de Norteamérica y Sudamérica.
En el extremo opuesto se encuentra África, donde menos del 10 % de la población había recibido los pinchazos. Este hecho revela el desigual acceso que los países han tenido a las vacunas durante este periodo y el moderado éxito de la iniciativa COVAX para ponerlas a disposición de todos los países.
2. ¿Cuáles son las razones de las diferencias de vacunación entre países?
Con el objetivo de desentrañar las razones de estas diferencias, empleamos modelos de regresión lineal sobre el porcentaje de personas totalmente vacunadas a finales de diciembre de 2021. Es decir, tratamos de explicar la tasa de vacunación en función de una serie de variables.
Nuestros resultados muestran que el PIB per cápita tiene un impacto positivo en la proporción de individuos que han recibido la inmunización. Asimismo, tal y como cabía esperar, la alta esperanza de vida también influye positivamente. Por el contrario, una elevada tasa de mortalidad debida a enfermedades cardiovasculares reduce el número de vacunados.
Teniendo en cuenta que estas variables reflejan el grado de desarrollo, los resultados sugieren que los países menos desarrollados (con menor esperanza de vida y mayor tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares) tienen una menor proporción de individuos totalmente vacunados.
3. ¿Qué relación existe entre el crecimiento del PIB y la tasa de vacunación?
Tras analizar los factores determinantes de la tasa de vacunación, consideramos interesante examinar la relación entre dicha tasa, la incidencia de la enfermedad y el crecimiento del PIB. Dado que los tres conceptos están interconectados, usamos un Modelo de Ecuaciones Simultáneas (SEM) con cuatro ecuaciones.
Este modelo muestra que la proporción de individuos totalmente vacunados está asociada al número de casos positivos de covid-19, lo que podría explicarse por tres razones:
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Los países que más han sufrido la pandemia han hecho un gran esfuerzo para alcanzar una tasa elevada de individuos inmunizados, especialmente en Europa.
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El mayor número de pruebas realizadas en estas zonas puede afectar a la detección de casos positivos.
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Las vacunas no son esterilizantes y, por tanto, no hacen desaparecer las infecciones, pero sí reducen la gravedad de la enfermedad.
En cuanto a la relación entre las vacunas y el crecimiento económico, nuestro modelo confirma que las primeras afectan positivamente al segundo. Esto implica que aquellos países capaces de alcanzar una alta tasa de vacunación entre sus habitantes se recuperarán más rápidamente del shock económico producido por la pandemia.
Conclusiones
En el actual contexto de pandemia, el proceso de vacunación revela las desigualdades existentes entre los países y cómo estas repercuten en el bienestar de sus ciudadanos. Así, las personas que viven en lugares menos desarrollados tienen una menor probabilidad de vacunarse, lo que se traduce en una mayor probabilidad de morir por covid-19.
Asimismo, el futuro económico se ve comprometido por los bajos niveles de vacunación, dada la relación positiva y significativa entre la tasa de individuos inmunizados y el crecimiento del PIB.
En resumen, mientras algunos países intentan volver a una cierta normalidad, incluso con algunos protocolos de pandemia, la situación en los menos desarrollados es más difícil, debido a la debilidad de los sistemas sanitarios y a las bajas tasas de vacunación. Así pues, los países más pobres, con una menor tasa de penetración de las vacunas, experimentarán un menor crecimiento del PIB y sufrirán con mayor intensidad el efecto económico de la crisis sanitaria.
Los resultados obtenidos indican que la desigualdad en el acceso a las vacunas tendrá un profundo impacto en la recuperación de los países de bajos ingresos si no se adoptan medidas urgentes para garantizar un acceso equitativo, y retrasará el progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Además, esa disparidad podría aumpibentar otros tipos de desigualdades, ya que no estar vacunado genera desventajas económicas y sociales.
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