En los últimos años, el desarrollo de nuevos fármacos, la sofisticación alcanzada por los microprocesadores y sensores y el acceso al software libre han permitido mejorar sensiblemente el cuidado de la diabetes y adaptarlo a las características de cada paciente. A continuación repasaremos los hitos de esta revolución en marcha.
Primeras bombas y glucómetros
La historia del control tecnológico de la diabetes comenzó a mediados de los años sesenta. Fue entonces cuando se diseñó la primera bomba de insulina para los pacientes con la variedad de tipo 1, que dependen del suministro externo de esa hormona.
Algo más tarde, en los setenta, se diseñó el primer medidor de glucosa en sangre (glucómetro) que permitió registarla de forma directa. Antes, el único método para hacerlo eran las tiras reactivas que cambiaban de color al entrar en contacto con la glucosa presente en la orina. Sin embargo, era una técnica imprecisa, porque indicaba un rango aproximado y dependía del nivel de consumo de líquidos.
Aquellas herramientas de los sesenta y setenta resultaban útiles en hospitales, pero, dado su tamaño y precio, quedaban fuera del alcance del paciente.
En las últimas décadas, el desarrollo de la microelectrónica ha permitido miniaturizar los dispositivos, que ofrecen información detallada y personalizada sobre los niveles de glucosa en tiempo real. Ello permite tomar decisiones más acertadas.
Algoritmos al servicio de la salud
Los monitores continuos adheridos a la piel han sustituido prácticamente hoy en día a los glucómetros. Recopilan datos sobre los niveles de glucosa cada pocos minutos, ofreciendo alertas automáticas y sugerencias basadas en los patrones detectados.
Se trata de sistemas que pueden predecir cambios inminentes en dichos niveles y, en algunos casos, interactúan con bombas de insulina para ajustar la administración de manera automática. Esta interacción inteligente se conoce como “páncreas artificial” y ha demostrado ser una herramienta muy potente en el control de la diabetes tipo 1.
Actualmente, los pacientes disponen de sensores de glucosa en sangre y bombas de insulina que se adhieren al abdomen. Los datos son recopilados y lanzados vía Bluetooth a un móvil, que los procesa con ayuda de avanzados algoritmos y envía los correspondientes comandos a la bomba.
La diabetes tipo 2, la forma más común de la enfermedad, también se ha beneficiado de estos monitores adheridos a la piel, gracias a aplicaciones que posibilitan un seguimiento estricto de los niveles de glucosa y los patrones de actividad.
Tratamiento a la medida del paciente
Adicionalmente, el movimiento de software libre, de código abierto, ha permitido afinar aún más los tratamientos. Aunque el nivel de configuración disponible en estas herramientas puede resultar abrumador, gracias a ellas es posible personalizar desde los horarios de las comidas hasta la administración de insulina en situaciones específicas, como el ejercicio o el sueño.
Para muchos pacientes con diabetes tipo 1, estas opciones representan un nivel de libertad y control antes inalcanzable. Sin embargo, también se debe tener en cuenta que la personalización excesiva, sin la supervisión de un profesional de la salud, puede resultar arriesgada. Cualquier ajuste clave debe decidirse siempre en consulta de endocrinología.
La tecnología no es solo microelectrónica; también abarca innovaciones farmacéuticas como los medicamentos cuyo componente activo es la semaglutida: Wegovy, Ozempic y Mounjaro. Originalmente se desarrollaron para tratar la diabetes tipo 2, pero están siendo muy utilizados para perder peso. La demanda de este tipo de medicamentos ha superado cualquier expectativa, e incluso existen mercados negros de suministro.
En cualquier caso, conviene recordar que, al margen de la tecnología, los buenos hábitos alimenticios siempre han sido un elemento fundamental en el control de la diabetes. Cualquier cambio en la dieta debe hacerse bajo la orientación de un profesional de la salud, y esto es especialmente importante en un paciente con una enfermedad metabólica como la diabetes tipo 1 o 2.
Barreras y posibilidades futuras
A pesar de las innovaciones descritas, existen barreras que impiden que las innovaciones lleguen a todos los pacientes. Por un lado, el coste de los nuevos dispositivos y medicaciones sigue siendo una limitación importante, sobre todo en países con sistemas de salud más precarios o sin cobertura suficiente.
El futuro promete nuevos avances tecnológicos para manejar la diabetes, y es muy posible que no se tarde en emplear inteligencia artificial. Sin embargo, ni una dieta de moda, ni lo último en tecnología, ni la medicación que siga un famoso pueden adoptarse como una solución mágica.
En todo caso, no se prevé que los pacientes diabéticos dejen de necesitar la supervisión de los profesionales de la salud. Ellos son quienes realmente pueden ayudar a combinar de forma óptima la medicación adecuada, la tecnología, el cuidado de la alimentación y el ejercicio.
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