Obviamente, en los días de más calor las pérdidas aumentan y las necesidades de líquidos también. Conviene beber líquidos sin gas en pequeñas tomas, pero con mayor frecuencia. ¿Cuánto? Al menos medio litro más, pero sobre todo en esto debe uno guiarse por la sed.
Así lo explica en una entrevista con Infosalus el doctor José Manuel Fernández García,coordinador del Grupo de Nutrición de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), preguntado sobre cómo debe ser nuestra hidratación en los días más calurosos, ahora que en verano son frecuentes las olas de calor.
En este sentido, el doctor recuerda que lo más importante que debemos saber sobre la hidratación es que la cantidad recomendada de líquidos consumidos al día debe estar entre los 4 y los 6 vasos de 200 mililitros al día, lo que viene siendo sobre un litro o litro y medio diario.
"Beber más de 3 litros es contraproducente porque produce una sobrecarga de volumen que en personas que padecen enfermedades renales o cardíacas puede llegar a producir síntomas respiratorios y alteraciones a nivel renal", advierte este médico de familia.
De hecho, llama la atención sobre el hecho de que hay enfermedades psiquiátricas como la potomanía en la que una persona puede llegar a beber hasta 5 litros de agua diarios, siendo esta cantidad de líquidos excesiva. "En condiciones normales todo el líquido que se bebe y que el organismo no necesita, lo expulsa principalmente por la orina", aclara.
La sed es la clave
Entonces, ¿cómo saber la cantidad idónea que debemos beber? El doctor Fernández subraya en este sentido que esa cantidad es la que el propio organismo necesita cada día, algo que dependerá no solo de la cantidad ingerida de líquidos, sino también de las pérdidas que se producen por la orina, por las heces, por la sudoración, o por la respiración, por ejemplo.
"Por tanto, aunque es difícil saber cuál es la cantidad idónea de líquidos, es verdad que se debe consumir en torno a un litro o litro y medio diario. En este sentido, la sed es un buen mecanismo para regular la cantidad ideal de líquidos que se deben ingerir, ya que de una manera muy compleja a nivel cerebral permite que el organismo beba lo que necesita para mantener una correcta regulación interna", agrega.
Ahora bien, el experto de SEMERGEN pide tener cautela en este sentido con ciertas personas como las personas de edades más avanzadas, ya que pueden tener alterado el mecanismo de la sed, por lo que ve importante vigilar su ingesta líquida. "No solo en los ancianos, sino también en las embarazadas por sus mayores necesidades de líquidos en esta situación, o en los niños que son más reacios a beber. Deben ser estos grupos de población los que más debemos vigilar una ingesta adecuada, para evitar la deshidratación, y ofrecer líquidos con frecuencia en pequeñas tomas", añade el especialista.
El peligro de la deshidratación
Con ello, el coordinador del Grupo de Nutrición de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria indica que en las personas mayores la deshidratación puede conducir a estados de confusión mental, así como a una disminución en la capacidad de concentración o de cefaleas que pueden disminuir la funcionalidad del riñón al producir menos orina y eliminar menos productos de desecho, y por lo tanto permitir el acúmulo de fármacos en sangre, ya que es habitual su policonsumo en esta edad.
Siempre la bebida recomendada es el agua, según zanja este médico de familia, y afirma que, opcionalmente, también pueden recomendarse aquellas que no tienen gas y que son bajas en azúcar o en grasas: leche, zumos de fruta natural, caldos, sopas, consomés, o las infusiones.
"Deben evitarse las bebidas con gas como las bebidas carbonatadas, que además tienen un alto nivel de azúcar y que favorecen otros tipos de enfermedades cuando su consumo es frecuente como la diabetes tipo 2", subraya.
¿Qué pasa con la cerveza a la hora de hidratarnos?
En verano nos gusta beber cerveza porque nos refresca, pero el experto de SEMERGEN señala que, aunque sirve para calmar la sed, supone un aporte de calorías que no es adecuado: "El consumo de bebidas fermentadas de baja graduación, como la cerveza o el vino en cantidades moderadas, se acepta por no empeorar el perfil cardiovascular pero dentro de un perfil de dieta mediterránea. No es cuestión de promover su consumo, y no son buenas opciones para calmar la sed".
Así, índice el doctor Fernández en que las bebidas que se deben evitar en los días de más calor son las bebidas calientes, las bebidas con alcohol, sobre todo alta graduación de alcohol, y tampoco son recomendables las bebidas gaseadas.
"Con calor, agua. En este sentido, no hay que olvidarse de que los alimentos sólidos, como las frutas y las verduras, son una excelente fuente de agua, pero también de fibra, minerales y vitaminas indispensables para seguir una alimentación saludable y equilibrada, y que ayudan a reponer los electrolitos que se pierden en épocas de calor", sentencia el especialista de SEMERGEN.
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