Marta Carmona es psiquiatra y miembro de la Asociación Española de Neuropsiquiatría y de la Asociación Madrileña de Salud Mental. Acaba de publicar junto al médico Javier Padilla, y diputado en la Asamblea de la Comunidad de Madrid Javier Padilla Malestamos (Capitán Swing).    

 

Se trata de un libro que surge, según reconoce en una entrevista con Infosalus, tras muchas conversaciones con Padilla sobre el hecho de que se habla actualmente mucho de sufrimiento psíquico, de tristeza y de depresión, pero desde el marco clínico. "Este no está pensado ni para atener toda la subjetividad humana a nivel individual, ni mucho menos para entender los sufrimientos o las emociones concretas de un momento concreto".

Reconoce que tenían la sensación de que faltaba lenguaje, ideas, para intentar entender de dónde puede venir esa sensación de malestar, de desazón, de incertidumbre, de falta de desajuste entre las expectativas y el proyecto vital, que impera en nuestra sociedad actual.

"Nos parecía que era el momento de intentar hablar de esos temas fuera de esa mirada ultraindividualista, en la que llevamos inmersas décadas, y fuera del marco clínico, no porque este sea malo, sino porque está diseñado para unas cosas, y con él se intenta estirar para que quepan cosas que no encajan en él. Se queda pobre para entender al sujeto, pero también a la sociedad en su conjunto", aprecia.

 

La salud mental, ¿está de moda?

 

Considera así Carmona que la salud mental últimamente ha recibido mucha atención mediática y social, si bien advierte de que el foco no se ha puesto por igual en todos los ámbitos: "Se ha hablado mucho, pero de una parte muy concreta que entronca con esta parte de sufrimiento, pero sí que se habla de un sentimiento de época, de este malestar, que no está en lo patológico, no es un problema de salud mental en términos estrictos".

Antes de la pandemia estábamos mal, según afirma, al tiempo que asegura que esta ha supuesto "un revulsivo para que aquellas cosas que estaban cogidas con pinzas hayan dejado de funcionar bien", y señala que "lo que antes se quedaba corto con la pandemia se ha puesto patas arriba ahora y se han visto muchas costuras al sistema".

Es más, subraya que se trata de una confluencia de muchos factores a la vez, a la vez que las condiciones de vida actuales son "hostiles y difíciles" para muchas personas, no solo para quienes están en el extremo de la desigualdad social, que son quienes peor lo tienen.

"Por ejemplo, quienes en teoría tienen las necesidades moderadamente cubiertas, se enfrentan a unas jornadas laborales no pensadas para una vida saludable. Nos enfrentamos a una inseguridad laboral que genera una incertidumbre continua; la vivienda no es un bien garantizado; una cosa muy importante para el desarrollo de una buena salud mental es el disponer de redes de apoyo y mucha gente no tiene tiempo para recurrir a ellas", detalla esta psiquiatra.

De esta forma, dice que mucha gente acumula muchas circunstancias profundamente dolorosas que tienen que ver con las condiciones de vida: "Como la sensación general es que no se pueden modificar, se intenta analizar ese sufrimiento y mirar desde la óptica de qué me pasa a mi que no puedo y se intentar resolver con psicofármacos y psicoterapia. Hay gente que los necesita, y que le pueden hacer mucho bien, pero no están pensados, ni tienen capacidad para resolver los problemas sociales o las condiciones de vida difíciles".

 De hecho, incide en que mucho del sufrimiento o de ese malestar que vemos tiene que ver con cómo organizamos la vida y cómo lo hacemos socialmente, cuando cree firmemente que la respuesta debe ser desde lo colectivo, no desde lo individual.

 

España consume demasiados los psicofármacos

 

 Defiende esta psiquiatra que una de las causas que explican por qué se han prescrito tantos psicofármacos en nuestro país tiene que ver con que durante mucho tiempo, especialmente desde la crisis de 2008, años muy críticos con mucho sufrimiento a nivel social, de los pocos sitios donde se daba respuesta a estos problemas era desde las consultas médicas. "Las políticas de austeridad no permitían otro tipo de ayudas, ni tampoco otro tipo de espacios y cuando durante años has derivado a ese sufrimiento al mismo sitio este responde como ha podido", sostiene la doctora Carmona.

 Es más, mantiene que la manera de que esto cambie pasa por políticas que tengan en mente no esa idea de austeridad buscando una mejora en el medio y largo plazo, sino unas políticas que se centran o pongan la prioridad en que la vida de las personas sea mejor y, por otra parte, que entre lo individual y las políticas públicas, que como ciudadanos reclamemos horizontes mejores.

En el libro menciona igualmente dos brechas que se han abierto en estos años: el feminismo y el ecologismo, dos movimientos con capacidad de mirar a largo plazo y de denunciar cual es la vida mejor que podemos tener. "Antes era imposible pensar en mejoras sociales. Es importante abrir brechas para poder pensar en cómo queremos construir una sociedad cuyas condiciones no se nos hagan tan cuesta arriba. Si a tanta gente se le atraganta es porque habrá muchas cosas que mejorar", concluye.