Un estudio impulsado entre España y Portugal, publicado en la revista Ecosystem Services, ha apuntado que la mejor solución para combatir los incendios forestales es la creación de bosques inflamables.
El autor principal del trabajo, Adrián Regos, de la Universidad de Santiago de Compostela, ha precisado que para el riesgo de incendio hay que tener en cuenta las características de la vegetación, "con especies que queman más lento, con menos densidad de vegetación, más heterogéneos y, en definitiva, más resistentes al fuego", ha afirmado en un comunicado del CREAF.
Esta metodología, tal y como ha esclarecido la miembro del Centro de Investigación CIBIO/InBio de la Universidad de Oporto (Portugal) Silvana País, es "un concepto que desde la ciencia se ha bautizado con el nombre de gestión inteligente de fuego o Fire Smart".
El investigador del CSIC en el CREAF y líder de la Unidad Mixta InForest CTFC-CREAF, Lluís Brotons, ha garantizado que las matemáticas "están preparadas para que se pueda comprobar desde un ordenador cómo crear un territorio menos apetecible para las llamas, que no queme de forma incontrolable", recalcando la importancia de las herramientas científicas para la toma de decisiones en este ámbito.
El estudio ha tomado como ejemplo la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Gerês- Xurés, en Galicia, donde se ha reproducido el modelo matemático Remains, que muestra fuegos según escenarios prediseñados, y ha ofrecido que la "opción más efectiva" para disminuir las hectáreas quemadas es promover la agricultura extensiva y convertir, de forma gradual, los bosques de coníferas y eucaliptus en bosques de robles nativos.
Los responsables han determinado que además de reducirse el peligro de incendios, se garantizaría la conservación de la biodiversidad, estabilizando la disponibilidad de hábitats para especies protegidas o amenazadas a lo largo de las próximas décadas, así como aumentaría "el secuestro de carbono" que en esta observación realizada se ha conseguido recoger 3,5 teragramos de carbono entre 2020 y 2050 -un teragramo equivalen a 1.000 millones de kilogramos-.
El trabajo se ha desarrollado gracias a un proyecto de investigación que busca soluciones sostenibles que se maximicen los beneficios entre la prevención de incendios y los servicios de los ecosistemas, llamado FirESmart.