Más de la mitad de la población mundial, 3.900 millones de habitantes, vive en ciudades. Y el número sigue aumentando: se espera que la cifra se duplique para el año 2050. Pero, ¿cómo crecerán?, ¿cómo podrán resistir a una enorme presión sobre los recursos?, ¿cómo conseguir que las ciudades del futuro sean habitables, equitativas, eficientes y sostenibles?
Para que los espacios urbanos puedan hacer frente a los desafíos de tiempos venideros, los expertos apuestan por dejar paso a la naturaleza, asegurar una gobernanza participativa e implementar la economía circular, entre otras propuestas, tal y como puede leerse en la última edición de La situación del mundo del Worldwatch Institute.
La localidad inglesa
de Peterborough busca funcionar como un "organismo vivo"
Varias urbes ya han se han puesto manos a la obra. Los techos verdes y los jardines verticales forman actualmente parte de los edificios de ciudades como Copenhague (Dinamarca), Toronto (Canadá) y París (Francia) con el objetivo de mejorar la calidad del aire, retener el agua de lluvia y embellecer las urbes. Otros países, como Italia y Suiza, han apostado por los bosques verticales, edificios cubiertos de enormes jardineras voladizas.
A 118 kilómetros al norte de Londres, Peterborough ha puesto en marcha una ambiciosa e innovadora estrategia de economía circular, con la que pretende gestionar de forma eficiente los numerosos flujos de recursos que entran y salen de sus límites geográficos para que esta ciudad de 200.000 habitantes funcione como “un organismo vivo”. Se trata de optar por una alternativa al modelo de la economía lineal (producir, usar y tirar) en el que los recursos se retroalimenten y regeneren el sistema, como pasa en la naturaleza.
En Peterborough, reconocida como la ciudad mundial más inteligente en 2015, van más allá del lema "reducir, reutilizar, reciclar". Apuestan por seguir siete pasos para lograr cerrar el círculo, las 7R: repensar la manera en la que gastamos recursos, rediseñar los productos para que puedan desmontarse y así conseguir que duren más tiempo (como el teléfono móvil Fairphone), reutilizar los artículos (como pone en práctica la economía compartida), reparar, remanufacturar (es decir, recuperar artículos una vez llegan a su fin de vida para producir otros), reciclar y recuperar. Así, esperan convertirse en la primera 100% ciudad circular del Reino Unido.
De sacos de café a bolsas de la compra
¿Cómo aplicar estos conceptos al día a día? En la ciudad inglesa, una planta de recuperación de energía consigue desviar el 90% de los residuos domésticos de los rellenos sanitarios y proporcionar energía a 15.000 viviendas. La instalación, una de las más eficientes en el Reino Unido, reduce la cantidad de dióxido de carbono que la ciudad produce en 10.000 toneladas al año.
Con la iniciativa Peterborough Reuse (Peterborough reutiliza), un grupo de mujeres locales convierten sacos de arpillera de yute, empleados por la empresa local Masteroast para enviar granos de café, en bolsas de la compra. De esta forma, se evita la creación de más desechos y, al mismo tiempo, se genera empleo. En un año se han reutilizado unos 42.200 sacos.
Food Cycle y Cross Keys Homes han formado un grupo de voluntarios que utilizan excedentes de alimentos de supermercados locales para cocinar comidas saludables y ofrecérselas a las comunidades más desfavorecidas, mientras que una nueva aplicación ofrece a las empresas y organizaciones compartir y obtener recursos como artículos de oficina o salas para reuniones.
Adoptar el nuevo sistema reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero
Los pasos de Peterborough los siguen en Reino Unido otras ciudades como Londres y Glasgow. Fuera de este país, más urbes intentan implementar un modelo circular, como Ámsterdam o París. “La humanidad se encuentra en una encrucijada. Las ciudades, las empresas y los gobiernos saben que el cambio es inevitable. El desafío se ha convertido en mucho más que la necesidad o la voluntad de cambiar, ¿cómo podemos llevarlo a la práctica?”, reflexiona Andy Ridley, el cofundador de la Hora del Planeta, que ahora lidera la iniciativa Circle Economy, precisamente para dar respuesta a esa cuestión. Se trata de una red de más de 7.000 ciudades en 162 países que trabaja para abordar los retos urbanos actúales mediante el desarrollo de la economía circular.
Otra de las instituciones que trabaja activamente en el cambio de paradigma en la economía occidental es la Fundación Ellen MacArthur, creada por ésta ex récord mundial de vela británica y miembro del Club de Roma. “Cuando estás lejos en el mar tienes recursos finitos, lo mismo que la economía global”, afirmaba ayer Ellen MacArthur en la primera edición de la Circular Economy European Summit que se celebra hasta hoy en Barcelona, en el marco del Smart City Expo World Congress (SCEWC), ya que el concepto de economía circular es fundamental para crear una ciudad inteligente."Rediseñar los productos no es suficiente, tenemos que rediseñar todo el sistema", añadió MacArthur.
La economía circular y la mitigación del cambio climático van de la mano. El cambio de modelo reducirá los negativos impactos medioambientales provocados tanto por la extracción desmesurada de materias primas como por el almacenamiento de residuos, consiguiendo disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero. Según la Fundación Ellen MacArthur, las emisiones europeas de dióxido de carbono procedentes del transporte, los alimentos y la construcción pueden disminuir en un 48% para 2030 y en un 80% para 2050 si éstas actividades son más circulares e incluyen medidas como la eficiencia energética, las energías renovables y el aprovechamiento de los materiales.
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