Las ciudades tan sólo ocupan el 2% de la superficie de la Tierra pero consumen el 75% de la energía generada a nivel mundial y son responsables del 80% del total de emisiones de gases de efecto invernadero. La mitad de la humanidad vive en ellas y la población urbana no para de crecer: ha pasado de los 750 millones en 1950 a los 3.600 millones en 2011, según datos de las Naciones Unidas. Y para el año 2050 se prevé que el 75% de la población mundial vivirá en grandes urbes.
Con el objetivo de cambiar el inviable actual modelo y mejorar la gestión de las metrópolis, nació el concepto de Smart City (ciudad inteligente, en castellano), que aglutina diferentes disciplinas como la movilidad, el medio ambiente, las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), la eficiencia energética, el urbanismo, la economía del conocimiento y la organización demográfica. Aunque la idea pueda sonar a ciencia ficción, esta manera de concebir las áreas urbanas ya se ha convertido en una realidad para millones de personas que han visto mejorar su entorno y su calidad de vida.
Río de Janeiro (Brasil) ha sido reconocida como la mejor ciudad inteligente de 2013 durante las jornadas del Smart City Expo World Congress, una cumbre mundial del sector que tuvo lugar en Barcelona la semana pasada. Aprovechando el impulso de la celebración de la Copa Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de verano de 2016, el gobierno local ha puesto en marcha un plan estratégico que está transformando radicalmente la fisonomía de la capital carioca.
Las urbes ocupan el 2% de la superficie del planeta pero emplean el 75% de la energía
Uno de los principales proyectos es el Centro de Operaciones de la Prefectura de Río de Janeiro, inaugurado a finales de 2010 por la empresa IBM, desde donde las autoridades controlan y analizan en tiempo real lo que ocurre en la ciudad y coordinan acciones de respuesta ante situaciones de emergencia.
Otras iniciativas destacables son el 1746 Central, una plataforma de gestión municipal online y telefónica, la regeneración urbanística y revitalización de la zona de Porto Maravilha y MaréAnas, un plan que busca facilitar la movilidad de los vecinos del barrio de Maré, caracterizado por una elevada concentración de viviendas informales y precarias, mediante la implantación de un sistema integrado de transporte.
Río de Janeiro no es la única ciudad de América del Sur que lucha por convertirse en un referente en el pujante sector de las ciudades inteligentes. En enero de 2012, Buenos Aires puso en marcha el Plan Microcentro de transformación del corazón de la ciudad, cuya principal característica es la renovación de los espacios públicos y el uso de tecnologías innovadoras.
Una vez finalice el proyecto, la capital argentina tendrá el 70% de su zona central ocupada por vías peatonales, 48 kilómetros de carriles bici, 150 contenedores soterrados y 100 edificios patrimoniales renovados. También recuperará casi 7 kilómetros de avenidas y calles.
Los proyectos de ciudades inteligentes presentan una inmensa variedad y son una constante en todo el planeta. Por ejemplo, la poblada Nueva York ha apostado por la sociedad digital. La Hoja de Ruta Digital emprendida por la administración local comprende, entre otros puntos, la aprobación de la legislación sobre datos abiertos de la ciudad en 2018, el lanzamiento del Mapa Digital Made In NY –una marca de distinción para las empresas digitales de la ciudad– y la puesta en marcha del canal de social media "NYgov". Asimismo, el gobierno local trabaja para que toda la población tenga acceso a Internet y sigue introduciendo Wi-Fi en los espacios públicos, incluyendo los parques y zonas verdes.
Primera capital sin emisiones del mundo
La tecnificada Asia, por supuesto, no se queda atrás. En Japón, Yokohama ha proyectado en un programa piloto de cinco años la construcción de una infraestructura enfocada a la generación energética que dará la máxima prioridad a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono. Asimismo, el plan incluye un proyecto de red inteligente de movilidad que otorga gran protagonismo a la promoción del vehículo eléctrico.
Mientras, en Europa, Viena inició en otoño, de la mano de la empresa Siemens, la creación de un distrito urbano multifuncional en Aspern, en la parte noreste de la capital austriaca, sobre una superficie de 240 hectáreas, la mitad de las cuales están reservadas para plazas públicas, parques y áreas de ocio. En 2030, según las previsiones, contará con 20.000 habitantes y ofrecerá 20.000 puestos de trabajo.
Por su parte, Copenhague persigue un arduo objetivo: ser la primera ciudad sin emisiones de carbono del mundo en el año 2025. Para ello, aprobó en 2009 el Plan Climático CPH 2025, que pone el foco en reestructurar el suministro de energía apostando por la de origen verde –sobre todo la eólica–, por potenciar aún más el uso de la bicicleta con el aumento de la red de carriles ciclistas y por garantizar que los edificios sean energéticamente eficientes.
No obstante, la urbe que aspira a ser la más sostenible del mundo se halla en los Emiratos Árabes Unidos, concretamente en la capital del petróleo, Abu Dhabi. Se calcula que la construcción de la ciudad ecointeligente Masdar, diseñada por el equipo de Norman Foster, terminará en el año 2025, para cuando debería contar con 40.000 habitantes y acoger hasta 50.000 turistas. Según los planos, la urbe se autoabastecerá con energías renovables.
La red española agrupa ya a 49 municipios que desarrollan proyectos de sostenibilidad
Actualmente, 49 ciudades forman la Red Española de Ciudades Inteligentes. Una de las pioneras en este ámbito es Málaga. La capital de la Costa del Sol ha apostado por los vehículos eléctricos y por facilitar a los ciudadanos el uso de Internet en los trámites administrativos. Además, destaca el proyecto Smartcity Málaga, impulsado por Endesa, que trata de convertir la urbe en ecoeficiente incrementando el aprovechamiento de la energía, aumentando el consumo de renovables y reduciendo las emisiones de CO2.
También destaca el proyecto SmartSantander. La capital cántabra participa en un programa financiado por la Comisión Europea para investigar la posibilidad de implantar el Internet de las cosas, un sistema que daría a cualquier dispositivo (sensores, captadores, actuadores, cámaras y terminales móviles, entre otros) la capacidad de comunicar datos como la temperatura o los niveles de ruido. Para ello, es necesario el diseño, despliegue y validación de una plataforma constituida por 20.000 de ellos.
Barcelona lucha igualmente por no quedarse atrás. La capital catalana ha diseñado una nueva red de líneas de autobuses con recorridos más rectos y directos, ha creado más carriles bus y ha aplicado un sistema tecnológico de gestión de los semáforos que da prioridad al transporte público frente a los vehículos privados. Además, con un smartphone y mediante códigos QR se puede obtener información sobre las rutas y el tiempo de espera en cada parada.
Asimismo, el ayuntamiento barcelonés apuesta por el coche eléctrico –ejemplo de ello son los puntos de recarga, que la convierten en la ciudad española que dispone de la red más amplia– y ha desarrollado una prueba piloto de sensores instalados en la calle que indican la disponibilidad de plazas de aparcamiento. La tecnología smart también se aplica a servicios como la limpieza o el alumbrado con contenedores dotados de sensores que indican hasta qué punto están llenos, con el fin de optimizar la gestión de la recogida, o farolas que ajustan la intensidad de la luz que emiten en función de las necesidades de cada momento.
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