Las modificaciones de las condiciones climáticas tienen descolocada a la naturaleza. La práctica desaparición del otoño y la primavera, el aumento generalizado de las temperaturas y el cada vez mayor número de días calurosos al año, los cambios de los patrones de precipitaciones (reducción de lluvias en verano e incremento en invierno y otoño...) permiten contemplar estampas como las de algunas plantas floreciendo antes de tiempo.
El informe Impacto del cambio climático en la agricultura: Proyecciones locales para el almendro, el garbanzo, el tomate y la vid en diferentes comarcas españolas, elaborado por la consultora Meteo Clim Services para la ONG Amigos de la Tierra, ha analizado de qué manera afectan estos cambios inducidos por la actividad humana a estos cuatro cultivos fundamentales para el sector agrícola del país y para la dieta mediterránea.
“Los resultados del estudio son alarmantes para la viabilidad de los cultivos que caracterizan nuestro paisaje, nuestra agricultura, nuestra dieta”, afirman desde la asociación ecologista. La producción agrícola de España representa el 12% de la producción total de la Unión Europea, siendo el hortofrutícola, el viñedo, el olivar y el cereal los sectores más destacados.
“Dentro de unos 40 años, habrá mucha menos almendra y de peor calidad"
El estudio se centra en las producciones de almendro en Mallorca, de garbanzo en Madrid, del tomate en Ibiza y La Coruña y de la vid en La Rioja y Zaragoza. Para llevarlo a cabo han cotejado los registros diarios disponibles que abarcan 30 años (1980-2009) de seis estaciones automáticas de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
El almendro es el cultivo leñoso más extendido en la isla de Mallorca, con un 17% de la superficie agrícola total de las Baleares. En concreto, se han estudiado los frutales de la comarca de Raiguer y se ha concluido que el aumento de las temperaturas ocasionará el adelanto de la floración y la ralentización de la producción. “Dentro de 40 años, el almendro tendrá serias dificultades para florecer en época apropiada y, por lo tanto, habrá mucha menos almendra y de peor calidad”, advierte el informe, que augura que el sector económico relacionado con este fruto se verá afectado por estos cambios, incluyendo la producción de turrón.
Asimismo se ha analizado el garbanzo producido en Navalcarnero, Madrid, donde se cultivaron unas 410 hectáreas de esta leguminosa en el año 2013. También este caso las altas temperaturas y la evolución de las precipitaciones pueden obligar a modificar la gestión del cultivo en un futuro próximo.
En lo que se refiere al tomate, la hortaliza más producida y empleada en la Unión Europea, el estudio se ha desarrollado en dos zonas distintas: Ibiza y Orense. El año 2013, el total de superficie cultivada de tomate fue de 592 hectáreas en las islas Baleares y 236 en Galicia.
Los expertos prevén que, en Ibiza, las altas temperaturas harán prácticamente inviable desde el punto de vista económico producir tomates, ya que el exceso de calor hace que el rendimiento de la planta disminuya y que el consumo de agua aumente, mientras que en las comarcas gallegas de Limia y Baixa Limia la previsión de menos heladas y el aumento de las temperaturas mínimas prolongará las temporadas de cultivo. Así, el clima en Galicia será progresivamente más apto para la horticultura, mientras que en Ibiza lo será cada vez menos.
Producción local y ecológica
Las conclusiones del estudio van en la misma línea de las expuestas por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) en su informe Climate change, impacts and vulnerabilty in Europe (Cambio climático, impactos y vulnerabilidad en Europa) en el que se describe como, en el área mediterránea, el aumento de la temperatura es mayor que la media europea, han disminuido las precipitaciones y el caudal de los ríos y ha crecido el riesgo de desertificación y la demanda de agua para la agricultura, con lo que el rendimiento de los cultivos ha mermado, mientras que mejora en las zonas que hasta ahora eran más hostiles para determinadas especies por el frío.
El caso de la vid es sin duda el más preocupante. La AEMA también destacaba en su informe que, de seguir esta tendencia climática, los viticultores del Viejo Continente podrían verse obligados en pocos años a cambiar la variedad de uva que cultivan o la ubicación de los viñedos, concentrados ahora principalmente en las regiones de clima mediterráneo del planeta, hacia el norte de Europa o a zonas de mayor altitud.
Se tendrá que cambiar la variedad de uva cultivada o la ubicación de los viñedos
En concreto, el estudio Cambio climático, vino y conservación, publicado el año pasado por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (Actas de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense) llegó a la conclusión de que la zona apta para la supervivencia de los viñedos puede reducirse a mediados de siglo entre una quinta y tres cuartas partes, según el nivel de calentamiento alcanzado. Un mensaje que confirman los datos de Amigos de la Tierra.
En el estudio de Amigos de la Tierra se analizan las regiones vitícolas de La Rioja y Zaragoza, que tienen una extensión de 64.000 y 15.300 hectáreas respectivamente y cuentan con denominaciones de origen protegidas. “La vid, tanto en Campo de Cariñena, en Zaragoza, como en Haro, en La Rioja, puede dejar de ser viable en un futuro cercano si no se toman medidas adaptativas”, como consecuencia de las altas temperaturas y la disminución de la pluviosidad, afirman los autores del documento, en el que destacan la “alta sensibilidad de la planta” a los cambios de temperaturas.
La agricultura sufrirá, pero también puede afrontar el calentamiento global, y ayudar a combatirlo, si se opta por una producción local y ecológica y se abandona el modelo industrial basado en el uso de combustibles fósiles para la fertilización, el transporte o el envasado. “Es necesario tomar medidas cuanto antes para frenar el cambio climático. Los objetivos europeos de reducción de gases de efecto invernadero, que deben fijarse en las próximas cumbres del clima, han de ser ambiciosos y alcanzar un 40% para 2020 si no queremos ver perjudicados nuestros cultivos y nuestra economía”, afirma Amigos de la Tierra.