A todas ellas las define su compromiso con el cambio del modelo energético actual, contaminante y centralizado, a otro de energía limpia, renovable y descentralizada. Además de garantizar el origen renovable de la energía demandada por sus socios y clientes, ofrecen un precio justo por kilovatio, transparencia, participación y la gestión de la factura por parte del propio consumidor.
Están en alza y su popularidad crece en paralelo a la indignación que han generado las últimas y frecuentes subidas en la factura de la luz. Son la respuesta de una minoría de ciudadanos que, yendo un paso más allá de la queja y el cabreo, han optado por contestar de forma activa a la reforma energética del Gobierno.
El sector vehicula el descontento social por la reforma energética del Gobierno
Una reforma que incluye, además del encarecimiento imparable de la tarifa eléctrica, la retirada de las primas a las energías renovables y la introducción de un peaje de respaldo que castiga el autoconsumo gravando cada kWh solar generado. Y a la connivencia gubernamental con el oligopolio formado por Iberdrola, Endesa, Gas Natural Fenosa, E.ON y HC, empresas que controlan el 90% de la comercialización y distribución de la electricidad en nuestro país.
Según un estudio de la consultora internacional Grayling, “nunca hasta ahora” el ciudadano español había mostrado tal grado de desconfianza hacia una industria, superando incluso la tradicionalmente sentida hacia la banca. Las cifras muestran el rechazo frontal de la población a la opacidad en la fijación de los precios de la electricidad, al consiguiente agravio para los consumidores y a la estigmatización de las energías renovables, convertidas en chivo expiatorio del principal problema del sistema eléctrico español, el déficit tarifario.
El 95% de los ciudadanos opina que el ejecutivo de Mariano Rajoy es “muy” o “bastante” culpable del alto precio del recibo de la luz y no las energías renovables; un 97,5 apuesta por potenciar las fuentes de origen limpio, y el 54% incluso estaría dispuesto a pagar más por ello.
Hace tres años echó a andar desde Girona Som Energía, la primera cooperativa que ofreció la posibilidad de consumir y producir energía procedente de fuentes renovables. Hoy supera los 12.000 socios y cada día gana nuevos apoyos. Después llegaron la vasca GoiEner o la andaluza Zencer. Pero la lista sigue creciendo y la última en incorporarse a este escenario ha sido Seneo, surgida en la localidad valenciana de Ontinyent.
“Sin clientes, las compañías no son nada”, recuerda Ximo Galiana, responsable de gestión y administración de esta cooperativa verde. Y añade: “La gente empieza a darse cuenta que puede rebelarse contra esta situación a través del consumo. Desde 2009, el sector de la comercialización de electricidad está liberalizado. Se puede decir adiós a la compañía de siempre y apostar por proyectos mucho más cercanos y transparentes como el nuestro”.
Iniciativas locales
Seneo se presentó en público el 17 de enero y en su primera semana de vida ha incorporado a sus filas a casi un centenar de socios y socias. Todos ellos han realizado una aportación inicial de 5 euros, que se eleva a 50 en caso de contratar una potencia superior a 15kW. La gran acogida que ha tenido el proyecto, con un marcado carácter social y territorial, ha sorprendido a sus impulsores, que estiman que en un año podrían llegar a los 1.000 socios.
Además de facilitar a la población la oportunidad de caminar hacia la emancipación de las grandes compañías, y de comercializar únicamente energía limpia, Seneo quiere generar beneficios y reinvertirlos en la comarca de la Vall d'Albaida, una zona con una larga tradición industrial y donde residen 90.000 personas.
Ofrecer un servicio de proximidad, con información transparente y asesoramiento gratuito, es otra de sus grandes bazas. “Todos los días entra gente en nuestra oficina que no sabe qué está pagando en su factura, y tenemos que dar tutoriales explicando punto por punto cada concepto”, asegura Ximo Galiana.
Y continua Galiana: “Mucha gente mayor está pagando, sin que nadie les haya preguntado ni explicado nada, un servicio de urgencias eléctricas. Otros, han querido reducir la potencia contratada para ahorrar y, al hacer el cambio, su compañía les ha modificado, sin consultarles, el tipo de tarifa, con lo cual siguen pagando precios muy elevados. A nosotros nos importan las personas, a ellos, los beneficios”.
Un 54% de los ciudadanos estaría dispuesto a pagar más por una energía limpia
Junto a esta nueva generación de nuevas cooperativas verdes, existe otro grupo mucho más veterano que también gestiona su propio suministro eléctrico y busca consolidarse como alternativa a las grandes eléctricas.
La mayoría de estas organizaciones sin ánimo de lucro nacieron a principios del siglo pasado, cuando no existían los actuales sistemas de generación centralizada ni las redes de distribución que a día de hoy abastecen a países enteros.
La falta de interés de las compañías que operaban en las grandes ciudades por invertir en líneas eléctricas en las poblaciones de menor tamaño impulsó a los vecinos a asociarse y crear fondos sociales para poder dotarse de las infraestructuras que necesitaban. Así surgieron numerosas cooperativas locales, muchas de ellas municipales, que poblaron el territorio de una infinidad de pequeñas islas energéticas.
La mayoría de las que han sobrevivido, cerca de una veintena, tienen su sede social en tierras valencianas, en poblaciones como Albatera, Biar, Algímia, Museros, Almenara, El Serrallo, Enguera, Aín o Arañuel. También las hay en Madrid, como las del Pozo del Tío Raimundo o Perales de Tajuña. “Somos las grandes desconocidas del sector”, asegura Manuel Pérez, director general de Enercoop, Cooperativa Eléctrica Benéfica San Francisco de Asís, fundada en Crevillent (Alicante) en 1925.
Pérez también es vicepresidente de la Asociación de Cooperativas de Consumo y Entidades del Sector Eléctrico (ACCESE), creada el pasado mes de julio y que agrupa al 65% de estas iniciativas de economía social en España.
ACCESE quiere favorecer la colaboración entre cooperativas y potenciar el asociacionismo en tiempos muy turbulentos en el sector energético. De momento es ya el mayor grupo de compra y comercialización de electricidad con capital valenciano. Cuenta con 60.000 socios y suministra 200 millones de kilovatios la hora, que suponen un volumen de ventas superior a los 35 millones de euros.
“Cien años de experiencia defendiendo un menor precio, unos beneficios sociales para los más desfavorecidos y un apoyo a las inquietudes culturales y deportivas localizadas allí donde actúan avalan a las cooperativas de consumo como gran alternativa a las compañías eléctricas”, concluye Manuel Pérez.