El 26 de noviembre celebra el Día Mundial del Transporte Sostenible 2024, una jornada crucial para reflexionar sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta el transporte en la lucha contra el cambio climático. Este día no solo es una oportunidad para analizar el impacto ambiental del sector del transporte, sino también para promover soluciones innovadoras y sostenibles que nos ayuden a reducir nuestra huella de carbono.

Sumario

 

El Día Mundial del Transporte Sostenible es de los más recientes en incorporarse al listado oficina de días internacionales de las Naciones Unidas. Fue el 16 de mayo de 2023 cuando la Asamblea General decidió declarar el 26 de noviembre como el Día Mundial del Transporte Sostenible. Por tanto, en este 2024 es la segunda vez que celebramos el día.

Este día subraya la importancia de sistemas de transporte seguros, asequibles y sostenibles que apoyen el crecimiento económico y el bienestar social, al tiempo que fomentan la cooperación internacional. La Asamblea General resalta la necesidad de mejorar la conectividad del transporte mediante infraestructuras intermodales sostenibles, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero y promoviendo un transporte respetuoso con el medio ambiente.

 

El impacto del transporte en el medio ambiente

 

El sector del transporte es uno de los mayores contribuyentes a las emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. De acuerdo con datos recientes de la Agencia Internacional de Energía, aproximadamente el 24% de las emisiones de CO2 a nivel mundial provienen del transporte. Esto incluye automóviles, camiones, aviones y barcos, todos fundamentales para la economía global pero devastadores para el medio ambiente.

En España, según el MITECO Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el dato es aún superior ya que señala que sector transporte representa el 30,7% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, representando el transporte por carretera por sí solo un 28,4 % del total de las emisiones de GEI mientras que la contribución de otros modos de transporte es bastante más minoritaria.

Los vehículos motorizados son una fuente significativa de contaminación del aire en las ciudades ya que liberan dióxido de nitrógeno y partículas que afectan la salud respiratoria de millones de personas. Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud indican que la contaminación del aire causa alrededor de 7 millones de muertes prematuras al año.

Además, la contaminación del aire puede causar una variedad de enfermedades y efectos adversos para la salud, incluyendo irritación de las vías respiratorias y de los ojos, asma y otras enfermedades respiratorias, enfermedades cardiovasculares como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, desarrollo de enfermedades pulmonares crónicas como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), aumento del riesgo de cáncer de pulmón y problemas del sistema inmunológico y hormonal.

 

Iniciativas sostenibles y avances tecnológicos

 

El transporte depende en gran medida de combustibles fósiles, lo que no solo contribuye al cambio climático sino también a la disminución de recursos no renovables. La transición hacia energías limpias y renovables es esencial para un futuro sostenible, pero requiere esfuerzos coordinados a nivel global. A pesar de estos desafíos, existen numerosas iniciativas y avances tecnológicos que están transformando el paisaje del transporte hacia un modelo más sostenible.

Los vehículos eléctricos (VE) representan una solución prometedora para reducir las emisiones de CO2. Países como Noruega y Alemania están liderando el camino con políticas que incentivan la adopción de VE mediante subsidios y la expansión de la infraestructura de carga. Según la Agencia Internacional de Energía, se espera que para 2030 haya más de 230 millones de VE en las carreteras a nivel mundial. En España, la implementación de puntos de recarga ha aumentado significativamente en los últimos años, con más de 13.000 estaciones de carga instaladas en 2024.

El fortalecimiento del transporte público es otra estrategia clave. Ciudades como Bogotá y Copenhague han implementado sistemas de transporte público eficientes y ecológicos que no solo reducen las emisiones, sino que también mejoran la calidad de vida de sus habitantes. En Bogotá, el sistema de autobuses de tránsito rápido (BRT), conocido como TransMilenio, ha sido un ejemplo de éxito en la reducción de la congestión y la contaminación. En Madrid, la renovación de la flota de autobuses con modelos eléctricos y de gas natural ha contribuido significativamente a la reducción de la contaminación en los últimos años.

Promover el uso de bicicletas y la movilidad peatonal es igualmente crucial. Ámsterdam y Copenhague son ejemplos de ciudades que han invertido significativamente en infraestructura ciclista, resultando en una disminución notable de las emisiones de CO2 y en una mejor salud pública. En 2024, la ciudad de Barcelona ha incrementado sus carriles bici a más de 300 kilómetros, facilitando el uso de la bicicleta como medio de transporte diario.

 

La colaboración entre gobiernos, sociedad civil y ciudadanos es esencial

 

Para lograr un transporte verdaderamente sostenible, es fundamental la colaboración activa entre gobiernos, empresas y ciudadanos. Las políticas públicas deben jugar un papel crucial en la promoción de la investigación y el desarrollo de tecnologías limpias, así como en la incentivación de prácticas sostenibles. La implementación de zonas de bajas emisiones, la imposición de impuestos al carbono y la concesión de subsidios a las tecnologías limpias son algunas de las medidas que pueden acelerar la transición hacia un modelo de transporte más verde.

Además, la educación y la concienciación de la población son pilares fundamentales para el éxito de estas iniciativas. Campañas informativas y programas educativos pueden desempeñar un papel crucial en la sensibilización sobre la importancia del transporte sostenible y en la motivación de cambios en los hábitos de movilidad. Es imperativo que la sociedad en su conjunto comprenda los beneficios a largo plazo de adoptar prácticas sostenibles y cómo estas pueden contribuir a la mejora de la calidad de vida y la protección del medio ambiente.

En este contexto, la acción coordinada y el compromiso de todas las partes interesadas son imprescindibles para avanzar hacia un futuro más limpio y saludable. Las ciudades que han logrado avances significativos en este ámbito son ejemplo de que, con la voluntad y las estrategias adecuadas, es posible transformar el sistema de transporte en un aliado del medio ambiente. Es un reto que requiere esfuerzo y dedicación, pero los beneficios para nuestro planeta y las generaciones futuras son incalculables.