Más de 1.000 millones de personas carecen de un acceso adecuado al agua potable, de acuerdo con las estimaciones de la ONU. Para ellas, conseguir el líquido imprescindible para su supervivencia física supone el principal esfuerzo cotidiano. Cientos de miles de personas (en su mayor parte, mujeres y niños) deben recorrer cada día decenas de kilómetros en diversos viajes a pie para acarrear agua para sus hogares (los pozos, ríos, lagos o fuentes están situados a entre dos y 10 kilómetros de media), y según las organizaciones especializadas en desarrollo dedican a ello entre tres y nueve horas diarias.
Las mismas fuentes estiman que cada día se dedican unos 200 millones de horas a obtener agua. Además del terrible esfuerzo y de la pérdida de tiempo para otros menesteres, como la educación o actividades productivas que aporten ingresos a la familia, la carga con bidones de hasta 15 y 20 litros encima de la cabeza durante largas horas al día causa lesiones crónicas en el cuello o la columna de estas mujeres o menores, en su mayor parte africanos. Y encima, para disponer de muy poca agua. Demasiado poca.
El peso a empujar de un Hippo Roller cargado al máximo es de sólo 10 kilogramos
Una iniciativa nacida en la misma África está paliando este problema. Ha hecho ya más fácil y saludable la vida de 44.000 familias de una veintena de países gracias a una original y barata idea surgida hace casi dos décadas de las mentes de los ingenieros sudafricanos Pettie Petzer y Johan Jonker. A una media de ocho personas por familia, se calcula que se benefician ya del invento cerca de 350.000 personas en todo el continente.
Se trata del proyecto Hippo Roller, basado en un diseño de una sencillez aplastante: un gran bidón, con una capacidad de 90 litros, construido en un plástico ultrarresistente que se puede transportar rodando por medio de un cómodo mango de acero, que es a la vez el eje de rodadura, con un esfuerzo mínimo. Tan simple y tan eficaz como eso.
El bidón mide 50x50x65 centímetros, y vacío pesa ocho kilos. Pero, cargado a tope con 90 litros de agua, el peso que tiene que empujar el usuario es de apenas unos 10 kilos. Y además, el mango es suficientemente ancho para que dos personas puedan tirar del artilugio o arrastrarlo.
El recipiente dispone de una gran abertura, de 135 milímetros de diámetro, que permite limpiarlo por dentro con facilidad, y una tapa sellada que permite garantizar las mejores condiciones higiénicas del contenido.
Ha sido diseñado para adaptarse a la dureza de las condiciones de vida en el África rural, donde las carreteras son de tierra, grava o arena, y a menudo el ingenio debe transitar incluso sobre rocas. El bidón se moldea en una sola pieza proyectando en todas direcciones polietileno lineal de baja densidad fundido en un molde que posteriormente se introduce en el horno.
Sin mantenimiento ni repuestos
El material, protegido contra la degradación causada por la acción de los rayos ultravioleta del Sol, es de una extremada resistencia, el bidón carece de junturas o costuras, no necesita de mantenimiento ni repuestos y su vida útil media, dependiendo de las condiciones de uso, es de entre cinco y siete años (pero bien tratado pueden ser bastantes más).
Y eso no es todo. Además de como medio de transporte de una considerable cantidad de líquido, el aparato puede desempeñar otras funciones. Se lo puede equipar con un dispositivo para regar cultivos de forma controlada, o con un filtro para sanear el agua antes de consumirla, e incluso existe un modelo que incorpora un expositor con un toldo y que permite transportar e instalar con facilidad una tienda móvil y la mercancía de la misma en los mercados rurales.
Incluso se ha llegado a usar el Hippo Roller como dispositivo para la remoción de minas antipersonas, que todavía son un peligro mortal en amplias zonas del continente africano, puesto que el bidón relleno de agua absorbe la onda expansiva de estas armas ocultas protegiendo a la persona que lo empuja.
El diseño, que ha obtenido ya numerosos premios internacionales, se fabrica en Fourways, cerca de Johanesburgo (Sudáfrica) y se distribuye a todo el mundo por medio de mecenas (ONG, fundaciones, empresas y gobiernos) que financian en un 95% la compra y el transporte a la comunidad rural necesitada de su elección (que supone la inmensa mayor parte de los costes, especialmente en las zonas alejadas de la costa). El precio de una unidad es de unos 112 euros. “En 20 años, no se ha podido encontrar un diseño mejor”, presumen sus impulsores.
"Dos décadas después de su invención no se ha podido encontrar un diseño mejor"
Maleng-Akok, en Sudán de Sur, un pueblo de unos 20.000 habitantes, es uno de los lugares donde se emplea el bidón rodante gracias a una donación de mecenas anónimos australianos que sufragaron la compra y el transporte con unos 26.000 euros. Por decisión de las autoridades locales, de las 175 unidades que llegaron en 2010, 30 se regalaron a algunas de las personas más ancianas de la localidad, y el resto se vendieron a unos 30 euros cada una. Con el dinero obtenido se convertirá el contenedor que transportó los Hippos en una clínica de primeros auxilios que favorecerá a toda la comunidad.
Sin embargo, harían falta muchos más bidones rodantes para solventar el problema del acceso al agua en África y en el mundo. Grant Gibbs, coordinador del proyecto a tiempo completo desde 1994, se marcó el objetivo de cubrir con el invento las necesidades del 1% de los 1.000 millones de personas que carecen de agua potable cerca de su hogar en todo el globo. Para ello, debería distribuir 10.000 unidades al mes durante 10 años. Y, actualmente, apenas son 4.000 o 5.000 al año.
La iniciativa fue alabada por el mismo Nelson Mandela, quien conoció de primera mano el invento y dijo que "el proyecto nacional puede cambiar positivamente las vidas de millones de nuestros hermanos sudafricanos”. Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, la introducción de los Hippo Rollers en las zonas donde este organismo impulsa escuelas primarias ha reducido “significativamente” las faltas de asistencia de menores y mujeres. Más y mejor agua para beber, lavarse o regar y más tiempo para formarse sientan las bases del desarrollo.
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