La publicación revela que, en los últimos años, el número de niños trabajadores ha disminuido casi una tercera parte: hoy hay 78 millones menos que en 2000. La reducción se produjo sobre todo entre 2008 y 2012, cuando el número de críos trabajadores descendió de 215 a 168 millones.
Pese a estos progresos, la realidad sigue siendo cruda para millones de pequeños en la mayor parte del planeta, especialmente los niños de entre 5 a 11 años y los que viven en los hogares más pobres y zonas rurales, que se ven privados de su niñez, su potencial y su dignidad, y que realizan tareas perjudiciales para su desarrollo físico y psicológico.
Según la OIT, desde el año 2000 hay 78 millones menos de menores laborando
Más de la mitad de todos los menores que trabajan –en concreto, 85 millones– se dedican a actividades peligrosas, como la extracción de oro o la agricultura en la que se manejan sustancias tóxicas. También forman parte del grupo de las peores formas de trabajo infantil las situaciones de esclavitud que, entre otras prácticas, incluyen la explotación sexual y el reclutamiento para los conflictos armados.
La fuerza laboral infantil tiene más incidencia en los países más pobres, pero los países con ingresos medios tienen el mayor número de niños trabajadores. La región de Asia-Pacífico es donde trabajan más niños, casi 78 millones –el 9% de su población infantil–, y es también donde se ha registrado el mayor descenso en los últimos cuatro años, de un 31,5%.
El África subsahariana continúa siendo la región con la incidencia más alta en términos de porcentaje de la población: los 59 millones de chicos y chicas que trabajan suponen el 21% del total de su grupo de edad.
Tareas domésticas
En América del Sur, 12,5 millones de niños son empleados como fuerza de trabajo, el 9% del total, y es donde menos avances se han conseguido en la lucha para erradicar estas prácticas. En Oriente Medio y el norte de África hay 9,2 millones, un 8% de su población infantil.
La participación en el trabajo de los niños –99,8 millones– es superior a la de las niñas –68,2 millones–, con una disminución desde 2000 del 25% y el 40% respectivamente. Sin embargo, la OIT advierte de que estas cifras podrían estar pasando por alto buena parte de la explotación de las niñas al no considerar a efectos estadísticos las tareas domésticas del hogar familiar o de terceros que ellas realizan.
Más de la mitad de los pequeños se dedica a actividades que pueden ser peligrosas
La mano de obra infantil se destina en su mayor parte a la agricultura, ámbito que a efectos del estudio incluye, además del cultivo, actividades como la caza, la silvicultura y la pesca; le sigue el sector servicios, que comprende la venta, trabajo en restaurantes y hoteles, el transporte, el almacenamiento y las comunicaciones; en tercer lugar viene la industria, que engloba la minería y extracción de piedras, la manufactura, la construcción y el mantenimiento de los servicios públicos.
A pesar de la disminución del número de niños trabajadores, ésta no es suficiente para lograr el objetivo de eliminar las peores formas de explotación infantil para 2016, una meta acordada por la comunidad internacional. “Nos estamos moviendo en la dirección correcta, pero los progresos son aún muy lentos. Si realmente queremos acabar con el flagelo del trabajo infantil en un futuro cercano, será necesario intensificar los esfuerzos en todos los niveles”, afirma en una nota el director general de la OIT, Guy Ryder.
Para lograr el objetivo final, se tiene que seguir desarrollando la estrategia trazada en los planes de la OIT, una hoja de ruta adoptada por la Conferencia de La Haya (Países Bajos) en 2010, que hasta ahora ha venido dando sus frutos.
El futuro pasa por tomar decisiones políticas, llevar a cabo inversiones en educación y protección social, y promover la cooperación internacional con el propósito de involucrar a todos los países en la lucha contra la explotación de los más pequeños. Con este fin, se inicia hoy en Brasil la Tercera Conferencia Mundial sobre el Trabajo Infantil, que durante dos días dará voz a millones de niños y niñas indefensos y será escenario de debate de medidas para liberarlos.
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