Sunla es un comité creado por la comunidad garífuna hondureña, sin asociación alguna con los cuerpos de justicia del país, que nace para buscar la verdad en torno al secuestro de cinco de sus compañeros de lucha el pasado 18 de julio de 2020. Háblenos sobre las motivaciones para su creación y sobre su composición.
En Honduras se producen violaciones sistemáticas a los derechos humanos del pueblo garífuna y en la última década se han intensificado. En el contexto de los secuestros del pasado 18 de junio, nos dimos cuenta de que era importante generar un propio proceso de investigación que permita no solamente encontrar la verdad, sino también visibilizar los problemas que enfrentamos en la defensa de nuestros territorios.
"La creación de este comité no es por antojo de la Ofraneh, sino que ha sido motivada por la exigencia de los familiares de los desaparecidos"
La creación de este comité no es por antojo de la Ofraneh, sino que ha sido motivada por la exigencia de los familiares de los desaparecidos. En asamblea, de manera conjunta, decidimos que era necesario crearlo, pues teníamos la certeza de que no íbamos a obtener respuestas de un estado fallido como es Honduras. Debíamos investigar nosotros mismos.
Sobre su composición, Sunla está formado por cinco áreas de trabajo: la mesa de familiares, la mesa jurídica, la mesa de investigación criminal, la mesa de derechos humanos y la mesa forense. También contamos con la colaboración solidaria de profesionales garífunas tanto a nivel nacional como internacional.
Recientemente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha determinado que sería importante que las autoridades hondureñas coordinen sus investigaciones con el Sunla para encontrar a los desaparecidos. ¿Cuál es la actitud del Gobierno con respecto a esta petición?
El Estado debe aceptar, apoyar y entender que Sunla es un espacio necesario y que tenemos el derecho, como pueblo afroindígena, de impulsar nuestra propia investigación. Los estados deberían permitir que los sectores organizados, los movimientos sociales y, en este caso, los familiares podamos participar para saber la verdad.
Sin embargo, el Estado alega que aceptar nuestro comité supondría una injerencia en su soberanía, algo totalmente ridículo porque Sunla surge en Honduras, no fuera del país.
A casi un año de su desaparición forzada, no es posible que no haya informes oficiales que reflejen al menos la ruta por donde fueron llevados los muchachos y que no se nos permita acceder al expediente. Esto es grave, porque los familiares, sus padres, hijos y esposas, tienen derecho a saber por qué se los llevaron.
Los informes del Estado de Honduras, ante las solicitudes de información por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y el Comité Contra la Desaparición Forzada, son inconsistentes, vacíos e irrespetuosos. El Estado muestra un gran desprecio al pueblo garífuna al responder con mentiras.
¿Qué razones da el estado para justificar lo sucedido?
El Estado ha ejecutado acciones desesperadas para asociar los muchachos a la criminalidad, a las maras y al narcotráfico. Su objetivo era que la gente dejara de apoyar las protestas masivas del pueblo garífuna a nivel nacional e internacional. Quisieron desviar la atención de la realidad del conflicto, porque los secuestros están ligados a la problemática en torno a la tenencia de la tierra en Triunfo de la Cruz, y es importante que la investigación no se aleje de eso…
Cuando asesinaron a Berta Cáceres, el estado argumentó que se trataba de un crimen pasional, pero se les cayó la historia como tantas otras que han hecho circular a través de muchos medios de comunicación hondureños, compuestos por seudoperiodistas que se prestan al juego.
"Cuando asesinaron a Berta Cáceres, el estado argumentó que se trataba de un crimen pasional, pero se les cayó la historia como tantas otras de muchos medios de comunicación hondureños"
El Comité Contra la Desaparición Forzada [dependiente de las Naciones Unidas] da la categoría de desaparición forzada a los muchachos, porque hay indicios suficientes para afirmar que fueron las autoridades quienes se los llevaron.
Según lo que hemos investigado nosotros, estamos seguros de que el objetivo fue secuestrar a Snaider Centeno, presidente del Patronato de Triunfo de la Cruz [autoridad de la comunidad]. Son dos años de mi vida los que estuve a su lado, trabajando sin descanso.
Su secuestro no fue solamente contra él, sino contra una propuesta política que hemos construido con base en los derechos de los pueblos indígenas y el pueblo garífuna. Quieren atacar al pueblo garífuna a través de un joven que ha mostrado no solo la entrega, sino la convicción de la lucha por los derechos ancestrales de su pueblo.
¿Qué rol tienen las familias de los desaparecidos dentro del comité?
Nosotros no solamente somos su voz. Dentro de Sunla, existen representantes de las víctimas, familiares, que son miembros del comité, que son parte activa: dan sus opiniones y trabajan en pro de la búsqueda de los desaparecidos y la búsqueda de la justicia, de una manera más general.
"Cuando decimos ‘¡basta ya!’ estamos exigiendo que cese el genocidio contra el pueblo garífuna, que cese la criminalización y la judicialización"
Sunla significa ‘basta ya’ en lengua garífuna. Háblenos sobre la elección del nombre del comité.
Cuando decimos ‘¡basta ya!’ estamos exigiendo que cese el genocidio contra el pueblo garífuna, que cese la criminalización y la judicialización. Más allá de la búsqueda de la justicia en este caso en particular, la esencia de nuestro comité es que no haya repetición, pues existe un plan para acabar con nosotros en el que se plantea el genocidio de nuestro pueblo.
Reivindicamos, luchamos y gritamos ¡basta ya! ¡Basta ya de racismo, de discriminación y de violaciones a nuestros derechos humanos! Como pueblo garífuna, lanzamos este grito.
¿Cómo ha afectado el Covid-19 a la lucha organizada del pueblo garífuna en Honduras?
Creo que todavía no hemos podido interiorizar lo que está significando la pandemia para Honduras. En el caso del pueblo garífuna, desde la Ofraneh, sin ayuda alguna por parte del gobierno, hemos sabido dar respuesta al Covid-19 con la creación de las casas de salud ancestral, en las que elaboramos y repartimos infusiones a los miembros de la comunidad, hechas a base de hierbas medicinales, para fortalecer el sistema inmunológico. Esto nos ha permitido cuidarnos, y construir y fortalecer el tejido comunitario.
La pandemia ha sido aprovechada para violentar aún más los derechos de los pueblos indígenas. Por eso, la lucha del pueblo garífuna no se ha detenido: ha habido movilizaciones en plena pandemia en momentos cuando la gente no debía salir; pero lo hizo, sobre todo los jóvenes. Cuando el pueblo decide salir, no importa nada; porque, de todas maneras, nos están matando lentamente.
De nuestra parte, llevamos a cabo el lanzamiento del comité Sunla e hicimos una actividad el 12 de abril conmemorando los 224 años de presencia garífuna en el país, claro está, bajo todas las medidas de bioseguridad.
Ofraneh es una de las pocas organizaciones que no se ha paralizado por el Covid-19 y seguiremos haciendo lo que corresponde para encontrar a nuestros hermanos. Tampoco puedo afirmar que la pandemia no haya afectado el ritmo de las organizaciones y, en un escenario como el de Honduras, es mucho más difícil hacer el trabajo.
¿Qué diferencia la lucha del pueblo indígena garífuna de la de otros pueblos originarios como los miskitos o los lencas, también presentes en Honduras?
El pueblo garífuna afronta problemas asimilables a los del resto de pueblos indígenas del país. Por ejemplo, los proyectos de industrias extractivas o el acaparamiento de las tierras ancestrales; sin embargo, adicionalmente, el pueblo garífuna, que es un pueblo que se asienta en las zonas costeras, enfrenta una situación de vulnerabilidad gravísima: la crisis climática está provocando que el mar coma terreno a las comunidades.
Ya tenemos casos de desplazamientos ambientales como la zona de Tocamacho y Batalla. La gente ha tenido que abandonar el lugar. Más allá del problema ambiental, el pueblo garífuna enfrenta toda una serie de problemas que tienen que ver con su ubicación histórica: las costas de Honduras y de manera general, las de Mesoamérica.
"Es necesario que la sociedad sepa que Honduras es un narcoestado. Cada día hay más penetración del crimen organizado ligado al narcotráfico dentro de las instituciones"
¿Por qué vivir en las zonas costeras les hace enfrentar problemas adicionales?
La impunidad y, por otra parte, la narcoactividad, que se produce principalmente en las costas. Es necesario que la sociedad sepa que Honduras es un narcoestado. Cada día hay más penetración del crimen organizado ligado al narcotráfico dentro de las instituciones. La municipalidad se convierte así en un espacio de ataque hacia los dirigentes de las comunidades que están exigiendo el respeto de los derechos del pueblo garífuna.
Las corporaciones municipales son agresoras; pues permiten actividades ilícitas y protegen a las personas que están haciendo daño a la salud pública y al medio ambiente y que, para ello, atentan contra la vida de nuestros líderes.
Otro tema clave que quiero mencionar es el de la producción masiva de biocombustibles a partir de la palma africana. La producción de esta materia no solo está facilitando el lavado de activos, sino que está alterando la biodiversidad del país en detrimento de la seguridad alimentaria. Esta industria perjudica a la vida, a la naturaleza y a nuestra salud.
Existe un tercer elemento que es la entrega de los territorios para las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDEs). Se trata de áreas del territorio nacional que por ley se convierten en jurisdicción de inversores para que se puedan convertir en paraísos fiscales y no exista ningún control institucional. Con ello, los territorios se convierten en espacios de desplazamiento forzoso de las comunidades; se saca a la gente en nombre del desarrollo.
¿Ha habido avances en algunas de sus reivindicaciones?
Un avance importante es el cambio en el compromiso de la gente para recuperar los territorios. Hay comunidades que se reivindican haciendo presencia permanente en los lugares. Otro dato significativo son las dos sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos a favor de las comunidades de Punta Piedra y Triunfo de La Cruz a raíz de las cuales el Estado ha arremetido contra nuestro pueblo.
"Nosotros, como pueblo, reafirmamos nuestro derecho a poder demandar al Estado de Honduras, porque también nosotros hemos construido este país"
Nosotros, como pueblo, reafirmamos nuestro derecho a poder demandar al Estado de Honduras, porque también nosotros hemos construido este país. Afortunadamente organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y las relatorías de Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas lo reconocen.
Uno de sus éxitos como pueblo indígena es la recuperación de Vallecito, una zona que históricamente les ha pertenecido ¿Qué visión de futuro tienen para este territorio?
Vallecito es un proceso de construcción permanente y es una apuesta a la soberanía alimentaria. Se trata de la única zona que tenemos asegurada en estos momentos. Entre otros proyectos, en Vallecito, se construirá la futura Universidad Garífuna. También, tenemos un proyecto de procesamiento de coco que ya está en su segunda etapa con 15 manzanas [10,5 hectáreas] sembradas de cocoteros. Es un lugar en el cual vamos a poder acoger a la gente que ha sido desplazada ambientalmente o que tenga problemas en los territorios.
El Vallecito es "un espacio en el cual comenzamos a construir desde la nada y del que hoy nos sentimos orgullosos, porque hay escuelas, una gran producción de frutas y vegetales..."
Nuestra gente ha bautizado a Vallecito como la tierra prometida, porque es un espacio que va a servir para el futuro de nuestro pueblo. En este proyecto trabajamos a diario y todos hemos apostado mucho. Yo, por ejemplo, hace unos años podría haber sido asesinada ahí mismo. Se trata de un espacio en el cual comenzamos a construir desde la nada y del que hoy nos sentimos orgullosos, porque hay escuelas, una gran producción de frutas y vegetales... Se ha convertido en un espacio generador de alimentos.
Vallecito es muy conocido a nivel nacional e internacional y ha sido galardonado con varios premios. El premio que recibí en Berlín no es por Miriam Miranda sino por Vallecito, porque ese espacio es reconocido como un espacio de rebeldía y de resistencia contra los poderes fácticos… No es fácil trabajar en un área de disputa permanente, donde siempre se están maquinando estrategias para que renuncies a la lucha.
Yo crecí en en campos bananeros. Esto me hizo plantearme preguntas sobre por qué mis padres emigraron de nuestra comunidad garífuna a los campos. Mi pasión por la literatura y la lectura me llevó a conocer acerca de los procesos revolucionarios, la negritud y la identidad…. me ayudó a ir abriendo los ojos; pero, donde viví un quiebre, fue cuando me fui a Tegucigalpa para estudiar en la Universidad y me involucré en el movimiento estudiantil, en el movimiento popular y en el movimiento feminista.
"Mi formación feminista viene del movimiento Visitación Padilla, organización de mujeres que iba a los barrios marginales a acompañar a mujeres. Aprendí mucho"
Mi formación feminista viene del movimiento Visitación Padilla, organización de mujeres que iba a los barrios marginales a acompañar a mujeres. Aprendí mucho. Una de las experiencias que me marcaron fue visitar aldeas en Tegucigalpa donde la gente llevaba 20 años sin agua.
El agua no llegaba por las tuberías. Tenían que comprar un balde y utilizarlo para todo: cocinar, bañarse, lavar,... Me di cuenta de que algo andaba mal. Llegar a la capital me hizo valorar todo lo que representa mi cultura, mi identidad; porque también sufrí racismo, incluso en la misma organización en la que militaba, y tuve que aprender a lidiar con ello…
¿Cómo vivió el racismo en ese contexto de compromiso social?
Se debe ser muy fuerte para no reaccionar de la misma manera en la que los demás reaccionan hacia uno mismo. Esta experiencia me cambió como persona, porque no es fácil luchar y trabajar por los derechos colectivos de todas las mujeres cuando, entre las mismas mujeres, por ser negra te minimizan y limitan tu actuación.
Muchas veces lo hacen por miedo, porque saben que las mujeres negras somos muy poderosas y que tenemos mucha capacidad, lejos de entender que somos complementariedad.
"Muy poca gente entiende lo que significa para nosotras, como mujeres negras, vivir en una sociedad racista en la cual tenemos que estar permanentemente a la defensiva"
El racismo me afectó desde niña. En la escuela, me enfrenté a toda una clase que quería agredirme y yo no comprendía por qué. En cuarto y quinto grado, recuerdo que siempre llegaba sucia a casa y mi madre me reprendía por ello. El motivo era que yo siempre tenía que pelear para defenderme, porque me agredían por ser negra.
Muy poca gente entiende lo que significa para nosotras, como mujeres negras, vivir en una sociedad racista en la cual tenemos que estar permanentemente a la defensiva. En mi caso, de pequeña, yo no lo entendía; porque yo me veía como las demás.
Les preguntaba por qué me agredían, por qué me insultaban con términos horrendos como “negra cachuda, color del diablo”. Fue muy agotador y traumatizante, y me considero una sobreviviente de todo aquello… Hoy en día, yo lucho contra los conceptos de aceptación y asimilación.
En este aspecto, tenemos que trabajar fuertemente, porque la comunidad blanca siempre cree que nosotros estamos pidiendo favores; creen que nosotros necesitamos que nos acepten. Lo más triste es que esta actitud nos hace sentir culpables de nuestra identidad. Yo no necesito que me acepten, sino que me respeten tal y como soy, como actúo y como pienso.
Usted deposita mucha esperanza en las nuevas generaciones y en el rol de la educación para cambiar las cosas en Honduras. ¿Cómo se están preparando las generaciones más jóvenes para promover el cambio?
Este es un país del que todo el mundo se quiere ir. Los jóvenes tienen dos caminos: que los maten o marcharse. O que los maten lentamente, porque pueden caer en las redes de las maras, las pandillas,... Desde Ofraneh, estamos trabajando para que en el futuro haya personas, tanto hombres como mujeres, que puedan tomar el relevo de lo que se está construyendo en este momento.
"Tenemos un plan para la juventud y estamos trabajando para que la nueva generación esté preparada y entienda su papel. Esto es algo muy difícil en un contexto donde se tiene comprada la mente de los jóvenes"
Tenemos un plan para la juventud y estamos trabajando para que la nueva generación esté preparada y entienda su papel. Esto es algo muy difícil en un contexto donde se tiene comprada la mente de los jóvenes a través de las redes sociales y su distorsión de la realidad.
Pero aún así, yo tengo mucha esperanza. La crisis climática, por ejemplo, nos está dando una lección, nos está mostrando el camino, nos está enseñando por donde deberíamos actuar. Ojalá que no sea muy tarde para el planeta. Es hora de tomar decisiones radicales sobre el clima.
¿Cómo motiva usted a la juventud para que se animen a luchar por sus derechos en un contexto como Honduras donde hay tanta violencia hacia los activistas?
Hace unos 15 años, determinamos que los jóvenes debían participar activamente en la lucha por los derechos humanos. Para nosotros, lo más importante ha sido siempre garantizar el involucramiento de los jóvenes, darles confianza, empoderarlos pero, a la vez, que ellos también asuman su responsabilidad.
Hoy en día, la esperanza que tenemos es que, a través de las casas de salud ancestral que hemos creado, logremos sensibilizar en torno a la idea de que salud es igual a territorio. La salud es poder luchar contra el plástico, poder tener agua limpia, playas limpias,... Confiamos en que los jóvenes impulsen el cambio, que se cuestionen y que dejen de estar tantas horas frente a una pequeña pantalla que los tiene secuestrados.
"Confiamos en que los jóvenes impulsen el cambio, que se cuestionen y que dejen de estar tantas horas frente a una pequeña pantalla que los tiene secuestrados"
La pandemia está haciendo cambiar muchas cosas que se creían imperturbables. ¿Cree que esta situación traerá cambios positivos para su comunidad?
Una de las experiencias positivas vividas con la situación de la pandemia es que la Ofraneh pudo ofrecer una respuesta oportuna y rápida desde las comunidades. El 17 de marzo de 2020, instalamos 33 casas de salud, o centros de atención ante el Covid-19, que hoy se están convirtiendo en casas de salud ancestral.
Para nosotros, la pandemia es una oportunidad para replantearse el tema de la salud a nivel de país y a nivel mundial.
Por otra parte, hay que destacar la ayuda mutua que practicamos en nuestra comunidad, que mantenemos presente en nuestra cultura, a pesar de que se haya querido destruir con un sistema capitalista, voraz y asesino, y un modelo de vida hostil a la colectividad.
El aspecto de comunidad, de ayuda mutua, debe ser fortalecido en tiempos de pandemia.