Una pizza por las molestias causadas. La petrolera estadounidense Chevron ha obsequiado con un vale canjeable por uno de estos alimentos y un refresco a los habitantes de Bobtown, una pequeña localidad del suroeste de Pensilvania, que el pasado 11 de febrero vivieron de cerca la gran explosión que se produjo en un pozo de fracking operado por la compañía.
Poco antes de las siete de la mañana, se registró una deflagración en el pozo Appalachia Lanco 7 H del vecino municipio de Dunkard, en el condado de Greene, que acabó con la vida de un joven trabajador e hirió a otro. La instalación ardió fuera de control durante cinco días. Las causas del accidente siguen investigándose, si bien Chevron asegura que en ese momento no se estaba llevando a cabo ninguna perforación.
La deflagración mató a un trabajador y provocó un incendio que duró cinco días
Tras el accidente, Chevron envió cartas a los residentes de Bobtown pidiendo disculpas por las incomodidades que el accidente les había ocasionado. “Valoramos ser un miembro responsable de esta comunidad y seguiremos esforzándonos para realizar operaciones sin incidentes. Nos comprometemos a adoptar medidas para proteger a nuestros vecinos, trabajadores, contratistas y el medio ambiente", explica la compañía en la misiva, publicada por el periódico Philadelfia Daily News y reproducida por diversas organizaciones contrarias al fracking.
Las cartas iban acompañadas por un particular cupón que da derecho a “una pizza grande y un refresco de dos litros gratis” en un establecimiento local hasta el 1 de mayo, obsequio que ha provocado un revuelo en la opinión pública. Chevron, por su parte, ha confirmado a varios medios estadounidenses que se trata de “una muestra de agradecimiento" para los vecinos que se vieron afectados por los acontecimientos.
La técnica del fracking, o fracturación hidráulica, consiste en perforar un pozo vertical de gran profundidad hasta encontrar pizarra. Una vez alcanzada esa capa, se lleva a cabo una perforación horizontal a través de la que se inyecta una mezcla de agua, arena y productos químicos que provocan la fragmentación de la roca y, por consiguiente, que el gas que la impregna empiece a fluir: el shale gas, traducido al español como gas pizarra o esquisto, que se halla solidificado en el interior de la roca madre, sale hacia la superficie junto con el compuesto inyectado y otras sustancias.
Una roca gigante
Chevron obtiene gas natural mediante fracking en una amplia zona del este de los Estados Unidos, la llamada formación Marcellus, una enorme masa rocosa subterránea que se extiende desde el estado de Nueva York hasta Virginia Occidental y de la que proviene la gran producción de gas de esquisto de Pensilvania.
Asimismo, ha perforado con éxito pozos de gas en la formación rocosa de Haynesville, en el este de Texas. Desde 2009, la compañía ha ido haciéndose con concesiones en terrenos que pueden contener tanto petróleo como gas en los Estados Unidos, Canadá, Polonia, Rumania, Argentina y China. Los beneficios anuales de la petrolera fueron en 2013 de 21,4 mil millones de dólares (unos 15 mil millones de euros), un 18% menos que en 2012.
La explotación de energías fósiles por medio del fracking se ha extendido rápidamente por todo el territorio estadounidense, inaugurando una nueva era en la producción de gas natural, sobre todo en estados como Pensilvania, Nueva York y Texas. En la última década, este aumento de las extracciones ha provocado un abaratamiento del precio del gas del que se benefician industrias y particulares, lo que ha dado alas a los defensores de esta técnica.
Estados Unidos podría convertirse en el primer productor mundial de gas en 2015
Según la Administración de Información sobre la Energía de Estados Unidos (EIA), casi la cuarta parte de gas natural técnicamente recuperable se halla en formaciones de roca de esquisto. Y este recurso podría proporcionar casi el 50% de la producción del país en 2035. Los expertos calculan que, para 2015, Estados Unidos será el primer país productor mundial de gas y en 2019, el primero de petróleo, por delante de Rusia, a la que sobrepasará este año, y de Arabia Saudí. El camino emprendido por Estados Unidos le allana el objetivo estratégico de ser energéticamente independiente.
La fiebre del gas ha dinamizado la economía, pero las buenas cifras no bastan para apagar las voces críticas contra el fracking por las abundantes dudas sobre seguridad y riesgos para la salud y el medio ambiente. Las organizaciones medioambientales y anti-fracking advierten de que el método incrementa la posibilidad de episodios sísmicos y provoca la contaminación de acuíferos por gas metano, la liberación de otros productos tóxicos y el consumo de grandes cantidades de agua.
Simultáneamente, proliferan las denuncias de vecinos de Pensilvania cercanos a los pozos de extracción sobre el aumento de dolores de cabeza, náuseas y erupciones cutáneas, así como los casos registrados de malos olores, agua contaminada y mascotas y ganado enfermo, aunque no faltan expertos que afirman que no hay pruebas suficientes para tales afirmaciones.
La dura realidad del negocio de la fracturación hidráulica que ha transformado el mercado energético de Estados Unidos la retrató Josh Fox en 2010 en el documental Gasland, cuya secuela se estrenó el año pasado en el Festival de Cine de TriBeCa (Nueva York).
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