¿Qué prestaciones tiene su vehículo?

 

Puede alcanzar los 220 kilómetros por hora aunque, por razones de seguridad, la velocidad está limitada a 200. Se pone de 0 a 100 en 3,7 segundos. Y no le falta de nada: tiene pantalla de navegación, cámara de visión trasera, airbag, buen maletero, ordenador de a bordo que informa de la marcha y de la carga de la batería, cuentakilómetros, cargador de iPod, CD, altavoces, brújula, termómetro...

¿De qué autonomía dispone?

 

Puede recorrer 400 kilómetros sin recargar. Y la mínima es de 150 kilómetros, que es la máxima que alcanzan muchos otros eléctricos. La autonomía depende de la velocidad, del estado de la carretera, de si llueve, de si hace viento... En Kazajistán llegué a hacer 395 kilómetros con una carga. Conducía 12 horas diarias. Y en Alemania, por autopista, hice 100 kilómetros de una sentada a 200 por hora.

¿Y cuánto cuesta?

 

Este deportivo es caro, sale por unos 100.000 euros, pero hay otros modelos sedán de la misma marca que cuestan la mitad. Como el mío hay unos 2.500 en todo el mundo, tres de ellos en España. Se fabrican en California, en los Estados Unidos. Yo lo tengo desde hace un año y he hecho ya con él 69.000 kilómetros.

¿Por qué decidió dar la vuelta al mundo?

 

Era mi sueño dorado. Me encanta conducir este coche. Te sosiega, te llena de calma. Y, además, quiero ayudar a disipar las dudas de la gente sobre los vehículos eléctricos para que nuestros niños disfruten de un mundo mejor.

¿Qué recorrido realizó?

 

Salí el 11 de mayo. Viajé de Barcelona a Alemania, y allí tomé un avión a Nueva York. Crucé Estados Unidos hasta California. Volé de Los Angeles a Pekín, y continué por China, Kazajistán, Rusia, Ucrania, Rumanía, Hungría, Austria, Alemania, Suiza, Francia y de nuevo Barcelona. En total, 25.000 kilómetros en 120 días. Pero, de ellos, sólo circulé la mitad. Los otros se fueron en papeleos. También perdí tres días por un accidente que tuve en Alemania a la vuelta. Y en Kazajistán tuve que desviarme 1.200 kilómetros por el mal estado de las carreteras.

¿Cómo recargaba las baterías?

 

Sin ningún problema. En todos los países había enchufes de 200 voltios. Yo tengo un amigo que metía el coche en el salón de casa para recargar.

¿Basta un enchufe normal y corriente?

 

Sí... Con 70 amperios puedo cargar en tres horas. Pero en China había poca fuerza y tardaba 24. Cualquier hotel alcanza fácilmente los 25.000 amperios y cada habitación tiene suficiente fuerza para cargar un coche eléctrico... ¡En el mismo enchufe donde se conectan el secador o la máquina de afeitar! En cambio, en Suiza ya encuentras postes de recarga rápida cada 50 kilómetros y tardas menos que un coche convencional en llenar su depósito.

¿Cuánto dinero invirtió en energía?

 

La mayoría de las veces me dejaban recargar gratis. En todo el viaje he gastado unos 200 euros en electricidad. ¡Un coche con motor convencional hubiera necesitado más de 20.000 euros de gasolina! Además, cuando reduces velocidad, o en las bajadas, la batería se recarga. Así que con una conducción eficiente ahorras mucha energía.

El tamaño de las baterías sigue siendo una limitación...

 

Hace 15 años yo tenía un teléfono móvil cuya batería pesaba dos kilos y sólo podía hablar una hora. Ahora, con un iPhone que pesa unos gramos tengo teléfono y ordenador todo el día. La gente me decía que nunca llegaría a haber ordenadores domésticos o portátiles. Hoy, las baterías de los coches pesan 400 kilos para hacer 400 kilómetros, pero yo creo que en 15 años pesarán 15 o 20 kilos y podrás llevártelas a casa, donde se harán el 90% de las recargas.

¿Mejoraría la autonomía del vehículo instalándole paneles solares?

 

No vale la pena. Un especialista me propuso ponerle uno que me proporcionaría, con sol, 200 vatios. No llegaría ni para el sistema de navegación.