A finales de septiembre la isla de Tenerife, la mayor del archipiélago canario, se quedó a oscuras. Casi un millón de personas, entre habitantes y turistas, sufrieron durante nueve horas un apagón del que aún se desconocen las causas. Muchos apuntan a anomalías y deficiencias en una red eléctrica que, al estar aislada del continente, se abastece a sí misma y cuenta con el subsidio del Estado español en el coste adicional de generación de energía.
Debido a su aislamiento geográfico, este sistema eléctrico insular, como el de otras 2.400 islas habitadas de la Unión Europea, constituye una red completa, con todas las complejidades asociadas, pero a pequeña escala. Además, en el caso de Canarias, el suministro soporta un alto número de turistas: solo durante el pasado mes de agosto viajaron en avión cerca de 1,3 millones de extranjeros, según el Instituto Canario de Estadística.
Para determinar el sobrecoste del turismo en la generación de electricidad, sufragada por el Gobierno central, un equipo de científicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha detallado la factura de electricidad en las islas Canarias.
El estudio, publicado en la revista Energy Policy, ha permitido cuantificar ese coste económico que soportan los consumidores españoles, teniendo en cuenta que “una parte del mismo se destina a visitantes internacionales que realizan estancias turísticas en el archipiélago canario”, explica a Sinc Ignacio de la Nuez, autor del trabajo junto a Javier Osorio.
Gracias al desarrollo de tres metodologías diferentes, los científicos revelan que entre 2014 y 2017 el sector turístico consumió entre el 12,8% y el 16,5% de la cantidad total de electricidad generada en las islas. El valor monetario del subsidio estatal español se estimó en 143,5 millones de euros solo en el año 2014.
Lo que contaminan las visitas
Además, el equipo realizó un cálculo de los valores de las emisiones de CO2 debido al consumo de electricidad por los turistas durante los mismos años y mostró que se emitieron 1,1 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2017.
Según los científicos, desde el punto de vista de la política energética y entendiendo el turismo como sector industrial, estos resultados podrían permitir la adopción de varios tipos de medidas compensatorias, incluidos impuestos ecológicos que debería pagar el turista.
“Podría justificar la aplicación de una tasa o ecotasa a las estancias turísticas, de tal forma que compensaran al sistema eléctrico español los sobrecostes de generación de electricidad en el archipiélago canario”, recalca el investigador.
Con los ingresos de este impuesto, el estudio no solo propone reducir los costes imputables a los consumidores españoles en la factura eléctrica, sino también implantar formas de tratamiento y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero debido al consumo eléctrico de la actividad turística.
Los científicos argumentan que como las cuotas de emisiones de estos gases se asignan por países y no por regiones –independientemente de que en unas se realicen actividades más contaminantes que en otras–, una posibilidad sería plantear la aplicación de un impuesto a los visitantes en concepto de sobrecostes de la electricidad consumida durante su estancia.
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