La situación de los gorilas de montaña (Gorilla beringei beringei) es crítica de por sí. Solo viven en África oriental y más del 40% de los 1.059 individuos que quedan en el mundo se encuentran en el Parque Nacional de la Selva Impenetrable de Bwindi al suroeste de Uganda. Su conservación ha incentivado la visita frecuente de turistas.
Como estos grandes simios son particularmente susceptibles a enfermedades infecciosas humanas, como las infecciones respiratorias que causan el 20% de las muertes súbitas en estos mamíferos, las autoridades ugandesas han limitado el acceso de las personas para proteger la salud de los gorilas. No más de ocho turistas pueden visitar a los grupos de primates acostumbrados a la presencia humana durante una hora al día.
Las normas son estrictas al respecto: las personas deben mantener una distancia de siete metros (o más) de los gorilas en todo momento. En ausencia de viento es la distancia mínima segura para evitar cualquier riesgo de transmisión. Sin embargo, a lo largo de los años, varios estudios han documentado que no todos los grupos de turistas respetan la regla de los siete metros.
En un nuevo trabajo, publicado en la revista Frontiers in Public Health, un equipo de la Universidad de Ohio en EE UU demuestra que el 98% de los turistas incumple la norma de mantenerse a siete metros de los gorilas, según el análisis de las 53 excursiones realizadas en temporada alta en el parque africano.
Los datos recogidos cada dos minutos durante los encuentros de los turistas demuestran también que el 70% de las observaciones tenían lugar a una distancia menor o igual a siete metros. “Aunque ya había oído que los turistas se acercaban demasiado a los gorilas, me sorprendió la magnitud del problema”, dice Annalisa Weber, ahora en la Universidad de Emory en EE UU y coautora del trabajo.
“Descubrimos que la regla de los siete metros había sido violada en las visitas a todos los grupos de gorilas. En el 14% de las observaciones, la distancia entre gorilas y humanos era de tres metros o menos”, advierte la investigadora. Esto se produjo a pesar de las recomendaciones de los guardabosques que en el 96% de los casos enfatizaron en la necesidad de mantenerse alejados a siete metros.
Máscaras para las visitas
Los investigadores encuestaron a 243 turistas para encontrar medidas que permitan mejorar el cumplimiento de las reglas del parque. El 73% de los visitantes respondió que estaría dispuesto a utilizar medidas de precaución para proteger la salud del gorila como, por ejemplo, usar máscaras durante los encuentros.
Esta práctica, que ya existe en la República Democrática del Congo, se considera la mejor opción según los científicos que trabajan en la conservación de primates. “Se necesita acción para limitar los riesgos de enfermedades causados por los turistas que van a ver gorilas de montaña”, recalca Gladys Kalema-Zikusoka, gerente de Conservation Through Public Health y coautora del estudio.
En el caso de que la obtención de las máscaras sea una solución complicada y cara, los investigadores instan a alentar a los turistas a mantener una distancia segura con los gorilas. “A medida que aumenta el turismo, y los gorilas se habitúan cada vez más a la presencia humana, se necesitarán nuevas estrategias para que estas poblaciones en peligro prosperen en el futuro”, apunta Nancy Stevens, profesora en la Universidad de Ohio y autora de la investigación.
“Afortunadamente, hemos hablado con muchos funcionarios del parque que están preparados para tomar medidas para proteger la salud de los gorilas”, concluye Stevens.