Cuando no interferimos y permitimos que los sistemas vivos, como los bosques, las turberas, las marismas y el fondo marino, se recuperen, extraen carbono de la atmósfera, lo que reduce las posibilidades de una catástrofe climática. Al mismo tiempo, su restauración minimiza la extinción y el colapso ecológico, y crea un mundo más rico de maravillas para que disfrutemos. Un mundo mejor para la vida silvestre es un mundo mejor para las personas.
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